PLUMA INVITADA

Es tiempo de jubilar el semáforo

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Desde finales de julio 2020, el respeto a las indicaciones del semáforo del TAS nos ha permitido sobrepasar con éxito tres olas sucesivas del contagio por covid-19. Su código de colores resultó muy efectivo para limitar nuestras actividades, para aliviar a los hospitales saturados y vencer las olas sucesivas. Cada vez que suben los casos confirmados, el Sistema de Salud se satura y el semáforo en rojo permite aliviarlos.

' El daño al sector turístico y a todos nuestros estudiantes ha sido extenso.

Carlos R. Paredes

Sin embargo, durante todo este tiempo las restricciones y aforos nos han afectado a todos. Quienes más han sido perjudicados son los sectores de educación y turismo. Incluso cuando el color de un municipio es rojo, su actividad continúa limitada por el aforo… pero la industria turística se somete a un horario que le afecta grandemente y el sistema educativo suspende las clases presenciales, migrando a una ineficiente metodología virtual o híbrida por las fallas o falta del internet. El daño al sector turístico y a todos nuestros estudiantes, sobre todo aquellos de edad primaria, ha sido extenso.

Hoy en día nos enfrentamos a una implacable cuarta ola de contagio provocada por la variante ómicron. Sus principales características son:

– Un muy elevado número de personas contagiadas.

– Todos los contagiados, si están vacunados, presentan síntomas leves que se tratan en casa y se reponen en cinco días, y

– Hay muy pocos fallecidos y se reducen grandemente las hospitalizaciones.

El semáforo, al basar los colores en un punteo dependiente de los casos confirmados y los casos tamizados, reaccionará rápidamente colocando a los municipios en rojo. El inconveniente es que se pone en rojo cuando hay muy pocos fallecidos y una baja ocupación hospitalaria. En otras palabras, el color rojo se decretará antes de lo necesario, restringiendo toda actividad económica antes de que el Sistema de Salud se sature.

Para evitar la limitación prematura, una alternativa es cambiar el semáforo para que se base en el porcentaje de positivos, el número de fallecidos por millón de habitantes y el porcentaje de de ocupación de hospitales. El problema es que el semáforo se utiliza a nivel municipal y se necesita la ocupación por municipio, y no por hospital, como ahora. Es posible que se pueda desglosar “por departamento”, pero nunca “por municipio”. Adicionalmente, la cuarta ola ya está en pleno desarrollo y no daría tiempo suficiente para modificar e implementar el nuevo semáforo.

Por lo anterior, a pesar de que el semáforo del TAS ha sido una excelente herramienta, le ha llegado el tiempo de jubilación porque no se adapta a las nuevas características de ómicron. Adicionalmente, durante estos dos años de pandemia hemos visto la imposibilidad del MSPAS y de las municipalidades de supervisar su cumplimiento efectivo. Por ello es importante considerar eliminar el semáforo una vez se haya superado definitivamente el pico de la cuarta ola.

En Utah, EE. UU., no hay semáforo… la actividad económica es normal y la gente asiste a todos lados, cuidándose a sí misma. Si el contagio sube, la gente usa mascarilla, pero la actividad se mantiene y la cuarentena, en caso de contagio, es sólo de cinco días. Las escuelas siguen y solo se aísla el aula donde ocurre algún contagio. Por supuesto, muchos argumentan que Utah tiene un 60% de su población vacunada, pero el argumento de un bajo porcentaje de vacunados en Guatemala pierde fuerza porque la vacuna realmente no impide que la persona enferme. Por ello, en el caso de ómicron, cuyos síntomas son leves y tratables en casa, la vacunación pierde importancia. Ya es momento de jubilar el semáforo.

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