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La expectativa de vida en Guatemala cayó 2 años debido a la pandemia

Según un estudio publicado en la revista Genus, especializada en análisis demográfico, la expectativa de vida en Guatemala cayó dos años debido al impacto de la pandemia.

pandemia coronavirus

Después de dos años de pandemia los guatemaltecos recuperan la confianza y cada vez más visitan lugares públicos y actividades cotidianas antes del 2020. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

A través del análisis de los fallecimientos registrados durante los dos años de pandemia, ya sea por covid-19 o por otra causa, se puede lograr establecer el impacto que esta emergencia sanitaria tendrá en el país a largo plazo.

Uno de los efectos que costará mucho revertir, será el de la expectativa de vida del guatemalteco que si en 2011 era de 73.9 años, ahora bajó a 71.6 años. Además, que la mayoría de las personas que murieron en estos dos años corresponde a personas de 40 años, es decir, a quienes pertenecen a la población económicamente activa.

El estudio que midió el impacto de la expectativa de vida tras la pandemia es el publicado por la revista Genus, especializada en análisis demográfico, denominado “Investigación del exceso de mortalidad regional durante la pandemia del covid-19 de 2020 en países latinoamericanos seleccionados”.

El guatemalteco Kevin Martínez-Folgar, candidato doctoral en Epidemiología de la Universidad de Drexler, Filadelfia, fue uno de los seis investigadores que participó en el estudio y en esta entrevista explica los hallazgos más preocupantes sobre el exceso de muertes en la pandemia y su impacto a largo plazo en el país.

¿Cómo explicar el exceso de muertes durante la pandemia?

Lo que hemos visto en el estudio es que antes fallecían más o menos 10 personas por cada 100 mil habitantes, a partir de junio la mortalidad se disparó hasta casi 17 por cada 100 mil habitantes y después de eso, los números nunca bajaron. Lo interesante es que muchas de las muertes no se registraron hasta casi 100 días después porque como todo cerró, hubo un retraso en el registro por parte del Renap. Este aumento solo habría sucedido con un evento como la pandemia porque los números de fallecidos son muy estables a pesar que en los años anteriores hemos tenido asesinatos, buzasos y demás, pero no salta tanto como por la pandemia. Otra cosa que vemos es el aumento de muertes que hubo en hombres y mujeres, pero fue muchísimo más muertes en hombres.

¿Esto responde a lo que se decía al inicio de la pandemia que el covid-19 afecta más a los hombres?

Yo tengo otra teoría en eso. No es que a los hombres les afecte más, sino que es por una exposición diferente al virus. Los hombres ocupan mayor parte de la población económicamente activa que las mujeres que tienen un rol más dentro de casa. Esto quiere decir que el hombre al salir a trabajar tiene mayor exposición al virus y por esto, tienen menos acceso a los servicios de salud porque vemos que en muchos centros de salud responden en horarios laborales, cuando los hombres están en el campo trabajando.

En el estudio también se detectó que están muriendo más personas en sus casas que dentro de los hospitales

Siempre han muerto más personas en sus casas que en los hospitales, pero vimos un pico mayor ahora por la pandemia. Antes fallecían en casa 6 personas de cada 100 mil, pero durante la pandemia logramos ver que hasta 11 personas por cada 100 mil morían en sus hogares. Desde octubre vemos que la mortalidad en los hospitales igualó a los números que habían antes de la pandemia, pero esto no quiere decir que está muriendo menos gente, sino que las personas prefieren morir en sus casas y la respuesta son las políticas públicas que evitan que la gente quiera ir a los hospitales. Vemos que los centros asistenciales no dejan entrar visitas, hay tantas restricciones que generan un estímulo negativo para que la gente no desee ir a los hospitales. Esto está pasando en estos dos años de pandemia.

 

En la gráfica izquierda se ve el aumento de muertes en casas y en la gráfica derecha están las muertes producidas en los hospitales. La línea gris dicta la tendencia de los últimos años, mientas que la línea negra son todas las muertes ocurridas. (Foto Prensa Libre: Kevin Martínez-Folgar)

¿Qué diferencias ha encontrado de los datos de 2020 donde había un exceso de 8 mil muertes, a los del 2021?

El exceso de mortalidad que teníamos en 2020 era de 17 por cada 100 mil y en 2021 vimos que llegó a 22 personas por cada 100 mil. Es decir que fueron muchas más muertes y vemos ahora que este exceso se dio en la mayor parte en las áreas rurales. Ahora vamos por las 15 mil muertes más en estos dos años de pandemia.

¿Este es un fenómeno que se ve en otros países?

Si, pero el problema es la magnitud. Hay países en los que es menor el exceso. Yo también hice otro estudio con Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, México y Perú y vemos cómo varió entre países el exceso de mortalidad. Por ejemplo, en México el exceso fue mayor y en Chile fue menor. La diferencia con Guatemala es que nosotros tenemos una mortalidad basal muy alta, es decir que la gente se ha estado muriendo desde siempre y por muchas razones como la desnutrición, la mortalidad infantil y en la gente joven es muy alta y por diversas razones que otros países no tienen y el exceso de muertes en Guatemala los incluye a todos ellos también. No solo hablamos de covid, hablamos también de accidentes de tránsito, enfermedades crónicas, desnutrición.

Con estos datos, ¿la expectativa de vida del guatemalteco cambió?

Si. La expectativa de vida baja bastante. Guatemala tiene la expectativa más baja entre estos países que es de 73.9 años y aun así con la pandemia perdimos 2.2 años, es decir que el guatemalteco promedio podría llegar a vivir 71 años y medio ahora. El panorama no es muy alentador.

 

En los primeros meses de pandemia la mortalidad bajó un 33%, es decir que al menos 3 de cada 10 muertes pueden prevenirse

 

¿En qué momento podríamos observar una disminución en el exceso de muertes?

Lo ideal es que se vacunen todos, pero que también se mejore la atención en los centros de salud. Pero es complicado, porque cuando hablamos de salud es todo lo que pasa afuera de los hospitales, es decir, cómo comemos, cómo vivimos, qué hacemos en nuestro día a día, eso determina si nos enfermamos o no. Pero de momento en el país no tenemos una ley de alimentación saludable para disminuir el consumo de alimentos procesados en niños, tampoco hay un plan activo de movilización en las ciudades, no hay ciclovías ni transporte público eficiente. Eso hace que la gente use más el carro, pase más tiempo sentado y más tiempo estresado, que disminuya el tiempo para su actividad física y que aumente su tendencia a padecer hipertensión, diabetes y otras enfermedades más. Si no tenemos políticas públicas que disminuya la ocurrencia de enfermos, no habrá sistema de salud pública que lo aguante.

Con este panorama ¿se hace irreversible la disminución en la expectativa de vida del guatemalteco?

Nosotros ganaríamos más vida si atacáramos las causas más grandes. Algo que me llamó mucho la atención y que no vimos en otro país fue el descenso de muertes a inicio de la pandemia. Esto significa que son muertes que se pudieron prevenir, por algo no pasaron y aquí no hablamos del enfermo crónico, sino de los accidentes de tránsito, los buzasos que no pasaron, los homicidios que no se dieron, ni los asaltos que terminaron con alguien fallecido y esto es bueno. En los primeros meses de pandemia la mortalidad bajó un 33%, es decir que al menos 3 de cada 10 muertes pueden prevenirse. Son muertes que pueden evitarse si creamos política pública.

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