Son niños que evidencia un bajo peso para su talla. Si bien una enfermedad grave los expone a esta condición, los episodios constantes de hambre también los hacen presa de la desnutrición aguda, que el año pasado fue la causa de muerte de 61 infantes. Se reportaron otros 97 casos en investigación, pero a la fecha se desconoce si dichas muertes se asocian o no al flagelo, por ahora están en el limbo.
Los departamentos de Escuintla, Chiquimula y Retalhuleu tienen las tasas de incidencia más alta de niños desnutridos agudos de enero, con 37.8, 27.1 y 22.8 por cada 10 mil menores de cinco años, respectivamente.
Jorge Pernillo, coordinador del Observatorio de Derecho a la Alimentación (ODA) y Nutrición y catedrático de la Escuela de Nutrición de la Universidad Panamericana (UPANA), menciona que pese a la situación de desnutrición que vive la población infantil, en el país no se invierte de acuerdo a la magnitud del problema.
Recuerda que el año pasado el Ministerio de Salud redujo Q137 millones al programa 14, el cual agrupa actividades sensibles en el tema de nutrición. Si bien este año se aumentó al programa cerca de Q200 millones, a la fecha la ejecución es del 2 por ciento.
También señala la disminución en la meta del monitoreo de crecimiento en la población infantil, que de 1.7 millones en el 2021 este año pasó a 1.6 millones, lo que preocupa, pues es una estrategia necesaria para detectar a niños con cuadros de desnutrición.
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Población en crisis
De acuerdo con Food Security Information Network (FSIN), actualmente en Guatemala hay 2.5 millones de personas en crisis o emergencia de inseguridad alimentaria, punto en el que las familias venden sus bienes o los insumos que utilizan para cultivar, los pocos ingresos que obtienen los usan para comprar alimentos. No les alcanza para tener una dieta variada, el consumo de maíz y frijol es lo básico para ellas.
Pernillo menciona que esta proyección de población en inseguridad alimentaria puede ser mayor, incluso, superar la cifra de los 3.5 millones que se reportó en agosto del año pasado, pues los efectos de las tormentas Eta e Iota causaron estragos en los cultivos y provocó la pérdida de suelo fértil para sembrar.
El FSIN también indica que 1.5 millones de guatemaltecos tienen un consumo insuficiente de alimentos.
Al complejo panorama se suma un factor más: el hambre estacional, ese período en que las familias se quedan sin reserva de alimento y tampoco tienen trabajo para conseguir dinero y comprar. Según el Siinsan comienza en abril, pero Pernillo menciona que cada vez aparece más temprano, en algunos sectores del país se percibe a partir de febrero.
Teniendo en cuenta que este es un problema cíclico, añade que urgen un plan con fondo propios que atienda esta emergencia y en zonas donde hay mayor vulnerabilidad.
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Sin recursos
Los reportes señalan la poca capacidad que están teniendo los hogares guatemaltecos para tener un plato de comida en la mesa, y el aumento de los precios en la canasta básica podría llevar a que esta situación empeore.
En su informe de enero, el Instituto Nacional de Estadística (INE) mostró un incremento en el costo de los alimentos que constituyen el mínimo necesario para satisfacer las necesidades energéticas y proteicas de una familia, para un hogar con cuatro miembros el gasto asciende a Q3 mil 110.18.
Teniendo en cuenta que para los hogares rurales el jornal oscila entre los Q30, cuando hay trabajo, cubrir la canasta básica no está a su alcance.
Iván Aguilar, jefe del Programa Humanitario de Oxfam Guatemala, dice que esta situación tiene correspondencia con el incremento de casos de desnutrición aguda. Es producto de la crisis sobrepuesta que ha afectado al país en los últimos años -sequías recurrentes, impacto socioeconómico del covid-19, la destrucción ocasionada por Eta e Iota-, pero también de la poca voluntad política y de inversión pública para proteger a los hogares en mayor riesgo.
“El incremento de los precios de los alimentos, especialmente de granos básicos (maíz y frijol), el aumento del costo de los fertilizantes, la poca inversión estatal en protección social, entre otros factores, contribuyen a que las cifras de desnutrición aguda y de población que requiere asistencia alimentaria no disminuya, e incluso se incremente”, refiere Aguilar.
Actualmente la libra de frijol oscila en Q6, y la de maíz en Q2. Estos son productos básicos en la dieta de las familias rurales que, al no tener reservas de granos, deben comprarlos.
Tanto Pernillo como Aguilar también ven con preocupación que los fertilizantes tengan un precio mayor, lo que hará más costosa la producción de granos básicos, y los pequeños productores que cultivan para autoconsumo vean reducido el rendimiento de sus parcelas, adquieran menos producto o dejen de comprarlo.
Un factor más que disminuye la capacidad de adquirir alimentos en los hogares, según los entrevistados, es el alza en el precio de los combustibles que tendrá un impacto en el costo de los alimentos.
Pero la ausencia de inversión pública contundente en programas de asistencia alimentaria o protección social, apunta a que las cifras de población que requiere apoyo para subsistir se mantendrán o se incrementará para este 2022.
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“Los programas para responder al covid-19 solo se activaron para 2020 y algunos que no se ejecutaron en tiempo: la distribución de alimentos se terminó en 2021. No hay presupuesto específico para atender esta situación en el 2022, es más, se redujo el monto disponible para transferencias monetarias en el Mides -Ministerio de Desarrollo Social- o en el programa de apoyo a la agricultura familiar del Maga -Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación-”, indica Aguilar.
El coordinador del ODA señala que en el tema de agricultura familiar este año se le redujo Q55 millones, esto limita el apoyo que necesitan los hogares que viven de la siembra.
“Las crisis nutricionales están asociadas con pérdidas agrícolas, si no hay trabajo, el único consuelo para el área rural es la siembra, pero cuando se pierde esto, la situación es crítica”, dice Pernillo.
En las recomendaciones que desde la ODA hace está no reducir el presupuesto asignado a actividades del programa 14 del Ministerio de Salud, como también que se implemente un plan específico para atender el hambre estacional, además de abastecimiento de insumos en los puestos y centros de salud para atender los casos de desnutrición aguda.
Por su parte la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesán) coordina la elaboración del Plan para la Atención del Hambre Estacional 2022, para atender la inseguridad alimentaria y nutricional de las familias y prevenir la morbimortalidad por desnutrición aguda en niños menores de cinco años.
El equipo técnico de la institución indica que en años anteriores el plan se ha presentado en la última semana de abril, a febrero de del 2022 el plan tiene un avance del 80%, y será presentado y aprobado en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional este 31 de marzo.
Las principales intervenciones que se contemplan son la Ventana de los mil días, la entrega de alimento complementario fortificado Nutri Niños, asistencia alimentaria, transferencias monetarias condicionadas, comedores sociales, alimentación escolar de primaria y preprimaria. Además, se reactivarán las brigadas de búsqueda activa de casos de desnutrición aguda.