VENTANA

Ucrania tan lejos y tan cerca

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Hace algunas semanas vi un video de un gurú de las nuevas tecnologías que principiaba con la imagen de un camión envuelto en llamas que se desplazaba a toda velocidad. Esta imagen la usó para decir que así es la situación del mundo actual. En ese momento su afirmación me disgustó porque tiendo a ser optimista. Luego reflexioné y me di cuenta de que tiene razón. Me asombró reconocer que los problemas que afectan a Guatemala y al mundo son los mismos: el cambio climático, la desigualdad, la polarización, la corrupción, que es una plaga; el covid-19 y, ahora lo peor, ¡la guerra que Rusia le declaró a Ucrania con el propósito de destruir su democracia y apoderarse de su riqueza! La imagen de un mundo en llamas es real. Las guerras son un infierno. ¡Inhumanas! ¡Duele el corazón! La amenaza de una tercera guerra mundial toca las puertas de nuestros hogares. “Ucrania parece lejos, pero está cerca”, susurró el Clarinero. Está cerca cuando nos sentimos conectados con su tragedia.

' ¡Espero que la guerra en Ucrania sea detenida pronto!

Rita María Roesch

Durante los últimos 400 años hemos sido educados en el modelo de vida occidental que nos impone pensar que estamos separados unos de otros. Solo vemos el derecho de nuestra nariz sin que el “otro” importe. Por eso el mundo ha llegado a este punto tan delicado y peligroso. Mientras pensemos así, Ucrania estará lejos. Ya no podemos vivir así. ¿Cómo resolver este problema y sentir a Ucrania cerca?
Tengo en mente a Erick Thompson, el arqueólogo británico cuando viajó a nuestra región mesoamericana para estudiar la cultura maya en 1925. Para el estudioso fue una sorpresa descubrir cómo la civilización maya había florecido por caminos tan distintos a los de Occidente. En ese entonces manifestó que le ilusionaba mucho llevar de regreso a su casa una verdad que Occidente vacilaba en admitir: “que los valores espirituales son más importantes que el afán material”. De acuerdo con Thompson, esos valores estaban enraizados en un sentido profundo de continuidad de la vida humana unida a su contexto natural. Expresó que el maya antiguo no se veía como una unidad accidental que estaba destinada a desaparecer. ¡No! Se sentía como el eslabón de una gran cadena, de una procesión humana, que había sido influida y ayudada por quienes le habían antecedido, por lo que, en su momento, se sentía responsable de ayudar a las generaciones que estaban por venir. Esa fue la clave para transmitir, durante generaciones, conocimientos en matemática, astronomía, arquitectura, escritura, arte, agricultura. La esencia del pensamiento maya residía en que el tiempo, en lugar de ser una cuerda que se terminaba, está vivo, y quienes lo mantienen vivo son los ancestros. No se quedan perdidos en el pasado, sino siguen acompañando a los vivos, guiando sus corazones cuando son consultados durante ceremonias sagradas. Cuando vemos el coraje, la valentía que está demostrando el pueblo ucraniano, y su presidente, para defender su tierra, su cultura, su economía libre, ¡su futuro! está conmoviendo al mundo porque nos está haciendo ver que somos parte de una misma cadena humana que quiere mantener la vida.

Espero que nuestra voz de ciudadanos del mundo se escuche antes de que sea muy tarde. ¡Espero que la guerra en Ucrania sea detenida pronto! Nuestro sistema de vida occidental está en crisis. El afán desmedido de riqueza casi ha destruido al planeta y una tercera guerra mundial iría en la misma dirección. Por eso la imagen de que viajamos en ese camión desbocado que se incendia es correcta.
Tengo presente también a Erick Fromm, cuando dijo que si queríamos sobrevivir como especie era urgente “un cambio de corazón en el ser humano”. ¿Será posible esa “metamorfosis”? ¿O tendrán que hacerlo nuestros hijos y nietos? A ellos les envío este artículo, como si fuera una botella marcada con S.O.S lanzada al mar abierto.

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