PLUMA INVITADA

Dos años de pandemia

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El 13 de marzo 2020 se detecta el primer caso de infección por coronavirus en Guatemala y se inicia la pandemia que viene azotando al mundo entero. Dos años después seguimos en pandemia en un mundo diferente. El aprendizaje de todos en este tiempo ha sido cuantioso.

Hemos aprendido primero a protegernos, evitando las aglomeraciones, utilizando la mascarilla y la simple higiene del lavado de manos frecuente, que resultan ser las medidas más efectivas para evitar el contagio. La aplicación de los protocolos de seguridad, que consisten principalmente en la toma de la temperatura y la aplicación del alcohol en gel, ayuda a generar confianza.

Respecto de la enfermedad en sí, aprendimos que ataca el sistema respiratorio, siendo grave y muchas veces letal. Afortunadamente la mutación a la variante ómicron la hace mucho menos letal y con síntomas mucho más leves, pero mucho más contagiosa. El tratamiento inicial a la infección fue controversial; algunos recomendaron el uso de la Ivermectina y otros se opusieron rotundamente. El aprendizaje fue difícil y costó muchas vidas. Afortunadamente, hoy en día son muy pocos los que fallecen por la enfermedad.

El comportamiento de todos fue otra gran lección. Mientras unos se dejan llevar por el exceso de información y desinformación de las redes, otros pocos intentan verificarla y aprender de ello. Tanta desinformación contribuyó al miedo colectivo que todos sentimos al inicio de la pandemia. Nuestra ignorancia obligó a que todos los gobiernos tomaran medidas de restricción que quizás hoy se consideran como una sobrerreacción ante la emergencia real. Todos hablaron de la nueva normalidad, en donde conviviríamos con el virus… pero nadie tomó en cuenta las mutaciones que lo volvieron endémico.

' Quizás la lección más importante es que la naturaleza humana siempre saldrá triunfante si todos decidimos colaborar y apoyar.

Carlos R. Paredes

Finalmente está la controversia de las vacunas. Algunos corrían a inyectarse mientras que otros las rechazaron abiertamente. El análisis final es que la vacuna en realidad nunca protegió, solo evitó que la persona enfermara de gravedad o muriera. Estoy seguro de que salvó incontables vidas de personas que se infectaron con la variante delta y anteriores, pero con ómicron su necesidad se vio grandemente reducida. Desafortunadamente y a pesar de la intensa campaña realizada, en Guatemala se vencieron miles de vacunas porque la gente no acudió a vacunarse. A este respecto, la responsabilidad no es del Gobierno, sino de los líderes comunales y religiosos del interior del país, que recomendaron a sus seguidores no vacunarse.

Históricamente sufrimos una primera ola que tuvo su pico en julio 2020. Durante esta ola estuvimos encerrados y asustados por las noticias que se transmitieron y la desinformación generalizada de las redes sociales. La segunda ola vino por un descuido generalizado, durante las vacaciones de fin del año 2020, pero la gente reaccionó y se cuidó, logrando que fuese solo una burbuja de poca intensidad y duración. Lamentablemente, a partir del 1 de mayo 2021, se ve un relajamiento en todos que provoca una tremenda tercera ola con su pico hasta agosto 2021. La intensidad de esta ola es mucho mayor que la primera y el número de pacientes en los hospitales alcanza el máximo, saturando el sistema de Salud. Finalmente, en enero 2022 nos alcanza la ola ómicron. En otros países, esta ola es hasta cuatro veces más intensa que la de 2021, pero en Guatemala es un poco menor a la tercera. Pasamos el pico en febrero y estamos bajando igual de rápido que subimos.

Hoy ya podemos decir que ¡ya no hay pandemia! Quizás la lección más importante es que la naturaleza humana siempre saldrá triunfante si todos decidimos colaborar y apoyar.

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