El religioso equipara la agresión ordenada por Putin con el crimen cometido por Caín contra su hermano Abel o con la viña de Nabot de la cual el rey Ajab, que ya tenía muchas tierras, quiso aprovecharse mediante mentiras y asesinato.
“Alguien podría pensar que es pura política” acota Fortea pero aclara que detrás está el pecado de la codicia. “Vladimir Putin no desea una viña sino toda una nación, es codicia”, por lo cual ordenó una guerra que supondrá la muerte de muchos humanos, pero solo uno es el agresor: (Putin) “puede que de sus argumentos, que diga cualquier cosa, cuántas veces lo hemos visto. Es pura mentira para ocultar la codicia y la codicia lleva al asesinato. Mientras digo estas palabras hay gente muriendo, hay jóvenes que quedaran ciegos, sin piernas o brazos, sus alegrías quedaran truncadas. Habrá más pobreza y también habrá ese odio que siempre genera más odio”, todo lo cual recae sobre Vladimir Putin.
Aclara que los rusos no son culpables. “Los rusos no son ni mejores ni peores que los franceses, los ucranianos o los húngaros. La cabeza (Putin) los está llevando al abismo. Cualquier nación de gente bondadosa puede ser arrastrada a ese pecado colectivo que es la guerra”. Incluso señala que muchos que han votado a Putin puede que en este momento ya estén arrepentidos de apoyarlo, pero callan debido a la represión imperante en ese país.
El padre Fortea, nacido en 1968 es teólogo y experto en demonología: estudio religioso para enfrentar a los espíritus malignos.
Cita el capítulo 4 del libro del Génesis cuando Caín ya mató a su hermano Abel y Dios le pregunta. “¿Dónde está tu hermano?”. A lo cual Caín responde “No sé” y expone casos de dictadores europeos o de América Latina que al ser juzgados por crímenes de les humanidad simplemente responden eso “yo no sé nada”, “no sabía lo que estaba pasando”.
“Después de tantos milenios, Caín siempre la misma respuesta”, dice Fortea, pero el Señor responde a Caín y a todos los asesinos: “Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo…”
El sacerdote Fortea es uno de los máximos conocedores actuales de los exorcismos (expulsión de demonios) y por eso mismo describe a Vladimir Putin como alguien que hace muchos años no oye a su conciencia, la ignoró y se alejó de Dios. “La cara de Putin es desde hace mucho de inmensa tristeza… Detrás de ese rostro de matón seguro que hubo un tiempo en que su alma clamaba, pero se abrumó por el peso de la culpa y con el tiempo esa voz de la conciencia dejo de ser escuchada”.
Cita la respuesta de Caín a Dios: “Mi culpa es demasiado grande” y en efecto, Fortea anticipa: “Putin será juzgado y tendrá que responder por cada muerte, cada mutilación, por la pobreza, por cada angustia que provocó. ¿Qué has hecho?, le cuestiona Dios por la muerte de Abel y lo expulsa del paraíso.
Cita el texto bíblico del versículo 11 al 15: “En adelante serás maldito, y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano, que tu mano ha derramado. Cuando cultives la tierra, no te dará frutos; andarás errante y fugitivo sobre la tierra. Caín dijo: «Mi castigo es más grande de lo que puedo soportar. Tú me arrojas hoy de esta tierra, y me dejas privado de tu presencia”.
“Está solo”
Fortea equipara este versículo a la situación rusa: “El principado sobre Rusia no ha traído bendición, es una tierra que sigue sumida en la pobreza. Putin le estrecha la mano a mucha gente, dirigentes, pero sabe que tras la sonrisa pensarán que es un asesino. Vaga como Caín, no por la tierra física, sino por el desierto que es su alma. Solo había que mirarle la cara a Putin hace ya años, para comprobar lo triste que estaba, lo solo que está.”
Aclara que no está juzgándolo ni condenándolo por anticipado. “Putin puede salvarse si reconoce su culpa y pide perdón. Excepto si cometió el pecado contra el Espíritu Santo, pero eso solo Dios lo sabe, nadie más”, expone el religioso. “En un pecado público como es la guerra que causa tanto daño, no cabe la ignorancia. El que lleve la guerra a otra nación, no puede decir que no sabía. Por eso Putin es un hombre marchito, ha extendido la tristeza a su alrededor, ha escogido a hombres muertos interiormente para ejercer la autoridad”.
La soledad y la desconfianza es grande porque “sabe que puede encontrar la muerte en cualquier pasillo, cualquier noche, que la muerte puede tener el rostro de sus protectores, de algún siervo, quizá en el palacio o a manos de alguno que tiene que cuidarlo, en la comida, en un disparo”.
“El alma de nuestro hermano Vladimir Putin pudo ser un jardín espiritual y llevar bendición a su nación, prosperidad, justicia, libertad. Pero todo asesino es un vagabundo que teme la muerte”.
Agrega que así como Dios le impuso una marca a Caín, Putin la lleva también a donde va, así como le ocurre a toda persona que comete asesinato. “Putin va a cenas, cocteles, a celebraciones religiosas. Besaba íconos, se santiguaba, pero la marca sigue allí”.
Cierra diciendo que no siente ningún odio ni le desea mal a Putin. “No tengo el más leve mal sentimiento hacia Vladimir Putin, no le deseo ningún mal. Si viniera a mi casa le invitaría a cenar, hablaría con él. Si lo encontrara herido en el camino, solo, desamparado, le ayudaría, haría un torniquete en la herida, lo llevaría en mi auto, lo llevaría a un hospital, no le deseo ningún mal ni tengo malos sentimientos. Pero lo que él está haciendo no se puede hacer inculpablemente”.
“No está condenado, puede salvarse… pero si cometió la blasfemia contra el espíritu Santo, solo Dios lo sabe”, puntualiza el experto en demonología.