Economía
|Suscriptores
Dólar Vs. Quetzal: Cuál sería el precio a pagar, si el tipo de cambio fuera más flexible en Guatemala
La estabilidad cambiaria es una fortaleza de la macroeconomía guatemalteca, aunque la misma se mantiene, en gran medida, gracias a la intervención de la banca central.
La política cambiaria tendrá cambios para 2023. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
En lo que va del mes, el tipo de cambio alcanzó su pico más alto el día 4 (Q7.747 por US$1, como referencia), luego de que el 27 de febrero, éste cayera a Q7.658. El día 8 bajó nuevamente a Q7.697 y esta semana, el precio del dólar inició en Q7.691.
Y esto se logró, gracias a la intervención del Banco de Guatemala (Banguat), que solo en el 2021 y lo que va del 2022 ha comprado US$7,194.4 millones y vendido US$449.2 millones, lo que implica altos costos. Sin embargo, varios analistas locales opinan que éstos son preferibles, para evitar problemas mayores.
La banca central utiliza una metodologia sugerida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), para intervenir en el mercado de divisas y regular el tipo de cambio, por lo que las variantes observadas resultan poco relevantes.
La misma establece tres valores estandarizados para interpretar los resultados de las desviaciones del tipo de cambio real de +/- 5; +/- 10; y +/-20 puntos porcentuales, respectivamente.
Al ubicarse en el primer valor, es un indicativo de que el tipo de cambio real es consistente con los factores fundamentales que lo determinan. Entre éste y el siguiente valor, se considera un fenómeno moderado +/- sobre lo valorado; entre el segundo y tercero, +/- sobrevalorado; y arriba del tercero, sustancialmente +/- sobrevalorado.
Según el informe de Evaluación de la Política Monetaria, Cambiaria y Crediticia a noviembre 2021 y Expectativas 2022, en el segundo trimestre del 2021, esta metodología registró una ligera sobredepreciación de -0.5% en el tercer valor y, una moderada sobredepreciación de -6.7% y -5.4% en los valores 1 y 2.
Es así como se aplica la llamada Regla Cambiaria, con el propósito de moderar la volatilidad del tipo de cambio nominal del quetzal, con respecto al dólar estadounidense, sin alterar su tendencia.
Pero aparte de la primera participación por activación de la regla mencionada, la Junta Monetaria (JM) le otorga discrecionalida al Banguat para participar en el mercado de divisas por medio del mecanismo de Acumulación de Reservas Monetarias Internacionales.
Por lo tanto, en el 2020 compró en total, por medio de la regla cambiaria y por acumulación de divisas US$4,288.6 millones; en el 2021, compró US$$2,905.8 millones y en lo que va del 2022, lleva US$746.5 millones. Por aparte, le vendió al sistema US$281.2 millones en el 2020; US$$168 millones en el 2021 y, al 15 de marzo de 2022, contabilizaba $34 millones.
“Es evidente la gran diferencia entre lo que retira y lo que inyecta. En un mercado tan pequeño como el de Guatemala, que haya una intervención como la que va este año, principalmente por medio de acumulación de Reservas Internacionales, nos coloca en una situación delicada”, advierte Jorge Briz, presidente de la Cámara de Comercio de Guatemala (CCG) y exintegrante de la JM.
Más acumulación que regla
Si bien la regla cambiaria simétrica del Banguat es un mecanismo técnico para generar estabilidad en la economía del país, el problema es que es más utilizada la participación por medio de la acumulación de reservas, práctica que cada vez genera más pérdidas cuasifiscales todos los años y, que el gobierno central no reconoce.
Es algo que se ha observado, sobre todo en los últimos dos años, desvirtuando el espíritu del mecanismo técnico de la regla cambiaria, subraya Clynton López Flores, profesor de teorías monetarias y pensamiento político contemporáneo, de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).
“Una economía con la exposición de moneda internacional como la que tiene Guatemala, no debería acumular reservas equivalentes a más de tres o cuatro meses de importaciones, en promedio. Pero ya vamos por 10 u 11 meses y, siguen acumulando, algo que viene haciendo desde el 2016. Esto es peligroso porque están socavando la institucionalidad, con el objetivo de estabilizar el tipo de cambio, el que desde hace más o menos un año, se mantiene casi fijo”, explica López.
No obstante, en un estudio que realizó para evaluar los denominados aceleradores del crecimiento económico, específicamente el tipo de cambio real, concluye en que no hay evidencia de que la devaluación monetaria contribuya al crecimiento económico.
“Diversos grupos han utilizado en los últimos años, el argumento de que Guatemala puede desarrollarse económicamente utilizando una depreciación sistemática del tipo de cambio real. La sobrevaloración del tipo de cambio real se presupone por la apreciación lenta pero constante, influido principalmente por el crecimiento del envío de remesas a Guatemala”, refiere el académico.
Al cierre del 2021, las remesas contabilizaron US$15,295.7 millones, equivalentes a un incremento del 34.9%. Para este año, esa tendencia se estima en 26.3%, según el Banguat.
Hay coincidencia en que devaluar es riesgoso, a pesar de se ha registrado un efecto negativo en términos de intercambio comercial: el crecimiento de las importaciones del 2021 en 46.1% correspondiente a $26,606 millones, han duplicado el precio promedio de las exportaciones, cuyas divisas generadas ascendieron a $13,594.2 millones, para un crecimiento de 22.5%, lo que le pone presión al tipo de cambio.
“Si uno se basa nada más en analizar los números duros, al final, cualquiera de la de las dos fuerzas que gane, debería determinar el tipo de cambio. Algo en lo que estoy acuerdo. Pero no nos podemos olvidar de la situación, en el corto y mediano plazo del país, porque el tipo de cambio juega esas dos variables”, indica el investigador asociado del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), Hugo Maúl.
Agrega que esto se debe analizar desde una perspectiva más amplia, que incluye las cuentas fiscales, el déficit y la constante dependencia de deuda pública que le ponen una presión alcista a la tasa de interés nacional, lo que también provoca de manera inducida, flujos de capital.
“Nuestro mayor problema es de competitividad, no de tipo de cambio. En todo caso, ante la coyuntura actual, debemos aumentar la inversión en capital humano, en infraestructura (con transparencia y eficiencia) así como crear condiciones de certeza jurídica en las inversiones”, comenta Juan Carlos Zapata, director ejecutivo de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa).
Tipo de cambio sin preferencias
La posición de la CCG es que el tipo de cambio debe obedecer a las condiciones del mercado. O sea que no se debe devaluar ni revaluar para favorecer a ninguno de los sectores que integran la vida económica del país porque esa es la norma más transparente y objetiva que, efectivamente garantiza un tipo de cambio real sin manipulaciones.
“A pesar de que el banco central ha intervenido más por el sistema de acumulación, como lo demuestran las cifras, algo en lo que no estoy de acuerdo, el tipo de cambio ha operado adecuadamente y aporta a la estabilidad macroeconómica. A mi criterio, el sistema es satisfactoriamente estable y lo ideal es que la intervención por la regla cambiaria busque un punto medio para mantener el balance”, subraya Briz.
Por lo demás, dice, deberíamos buscar una economía mucho más eficiente, una infraestructura óptima, con buenos puertos y aeropuertos que abaraten costos, lo cual contribuye a ganar competitividad, pues competir a base de devaluar es perverso porque quienes pagan la devaluación al final, somos todos. No hay devaluación que no tenga que ajustar posteriormente todas las variables económicas.
Queda esperar si las remesas se verán afectadas por el impacto que la inflación tiene en Estados Unidos y la decisión de la Reserva Federal de ese país (Fed) de aumentar la tasa de interés, lo que a la vez podría generar presión en Guatemala, porque algunos capitales en dólares se refugian en Estados Unidos para buscar un mejor retorno a las inversiones, indica David Casasola, director de investigación del Monitor Global de Emprendimiento (GEM) y catedrático en la Facultad de Ciencias Económicas de la UFM.
“Lo importante será que el Banguat tenga mecanismos más rápidos para evaluar el resultado y el costo de las intervenciones, para distinguir entre comportamientos de corto plazo que pueden ser atenuados a través de intervenciones y, cambios en tendencia que ameritarán actualizar algunas variables de referencia, lo cual implicará hacer ajustes a las variables de referencia que activan las intervenciones”, concluye el economista.