Plumas invitadas
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Por qué debe preocupar que el agua subterránea desaparezca en las áreas de alto consumo en Guatemala
Como con la mayoría de problemas ambientales, todos somos parte de los problemas y, por tanto, todos podemos ser parte de la solución.
El agua ya representaba un problema serio para Guatemala antes de que el cambio climático empezara a mostrar sus impactos de forma más evidente en el país. Los problemas y retos que enfrentamos para ofrecer una seguridad hídrica a los guatemaltecos no se originan del cambio climático, sino de nuestro muy mal manejo del recurso. Por un lado, tenemos un uso descontrolado del recurso hídrico, en parte porque la regulación sobre la apertura de pozos y extracción de agua subterránea proviene del Código Civil de 1963.
¡Imagínese usted! Estamos regulando el uso del agua subterránea con una ley de casi 60 años de antigüedad. Desde entonces, la población se ha cuadriplicado, con el consecuente aumento en la demanda del vital líquido. Y dicho código realmente no regula mayor cosa. Leemos en el artículo 581: “Todo propietario puede abrir pozos dentro de sus fincas, para obtener y elevar aguas subterráneas…”. Es decir, no hay ninguna autoridad que le pueda prohibir a usted abrir un pozo en su propiedad y extraer y luego vender la cantidad de agua que usted quiera. No es sorpresa, entonces, que el agua subterránea esté desapareciendo en lugares de alto consumo, como la ciudad de Guatemala. Es un ejemplo clásico de la Tragedia de los Comunes de la cual nos advirtió el ecólogo Hardín en su famoso artículo de 1968: si consumimos un bien común sin ninguna regulación, el bien terminará por ser destruido o consumido en su totalidad.
Encima de nuestra falta de control sobre el consumo del agua, tenemos el todavía más serio problema de que no limpiamos el agua que ensuciamos. Todo lo contrario, vertemos las aguas grises y negras en los ríos y lagos del país, que terminan siendo cloacas a cielo abierto. Y lo peor del caso es que contamos con un reglamento que desde el 2006 busca regular y prohibir esa práctica de contaminar nuestras aguas superficiales con el agua que sale de nuestros inodoros. Pero el Gobierno no ha tenido ni la capacidad ni la voluntad de aplicar dicho reglamento en detrimento de todas las aguas superficiales que podríamos aprovechar especialmente cuando la lluvia no viene.
Y es referente a la lluvia donde podemos empezar a hablar de cómo el cambio climático está amplificando ese problema que nosotros mismos causamos al no manejar adecuadamente nuestro recurso agua. Guatemala está bendecida con exceso de lluvia y, por lo tanto, exceso de agua. Las mejores estimaciones nos indican que consumimos menos del 20 por ciento del agua disponible lo que indica que no tendríamos por qué tener escasez. Pero esa lluvia no cae de forma uniforme a lo largo del año o en todos los lugares del país. Y el cambio climático está haciendo que estas variaciones en el tiempo y el espacio se hagan más extremas. El famoso dicho “te esperaba como agua de mayo” es cada vez menos válido porque las muy necesarias lluvias en el mes de mayo nos están dejando cada vez más esperando con los brazos cruzados. La lluvia está llegando cada vez más tarde y cuando viene, es tan intensa que pasamos rápidamente de un problema de sequía a uno de inundaciones.
Pero más allá del problema actual que nos trae la incertidumbre en el inicio de la época lluviosa, tenemos el problema más serio en el mediano y largo plazo que la cantidad de lluvia estará disminuyendo a medida que avance el siglo. Todos los modelos de cambio climático para la región centroamericana indican una disminución de hasta 20 por ciento de la lluvia total para finales de siglo. Si ahora tenemos problemas de escasez de agua, imagínese qué pasará con menos lluvia.
Vemos en los mapas que ilustran esta nota lo que puede representar esta disminución de lluvia. Estos son parte de un estudio que hicimos en la Universidad del Valle de Guatemala para apoyar una propuesta de solicitud de fondos para ayudar a los pequeños agricultores altamente vulnerables al cambio climático.
Los tonos azules del mapa de arriba muestran exceso de agua, los amarillos una cantidad adecuada, y los tonos café una deficiencia de humedad que en la situación actual se da en el llamado Corredor Seco, en El Progreso, Zacapa y Chiquimula. Lo alarmante en el 2050, menos de tres décadas al futuro, es que el Corredor Seco se extiende hasta acercarse peligrosamente a la ciudad de Guatemala; y la deficiencia se hace más intensa, indicada en el mapa de abajo por un café más oscuro. Adicionalmente, empiezan a aparecer tonos café indicando deficiencia de humedad en la parte norte de Petén y en la costa del Pacífico. Los bosques de Petén y de la costa sur empezarán a convertirse en bosques semisecos como los que vemos en regiones del oriente en la actualidad.
Es de suma urgencia entonces que empecemos a enderezar nuestro mal manejo del recurso agua porque el problema continuará empeorando a medida que el cambio climático continúe intensificándose con un mayor aumento de temperatura global y local. Una buena noticia es que ese mapa a futuro aun muestra muchas regiones del país con colores azules, es decir, con exceso de lluvia y humedad. Esto nos sugiere que tendremos que invertir más en infraestructura para manejar el agua, para llevarla de lugares donde todavía habrá exceso a lugares donde hará falta y para almacenar el agua para usarla en los largos meses sin lluvia que ya experimentamos y que se harán todavía más largos.
El financiamiento de esa infraestructura para el manejo del agua podrá venir de fondos internacionales para ayudar a países en desarrollo en la adaptación al cambio climático, como el Fondo Verde del Clima. Pero también deberá venir del aporte que los usuarios del agua debemos hacer. Para empezar, es necesario que paguemos un canon de agua que refleje no solo el costo de traer el agua a nuestra casa, sino también el costo de limpiar el agua que ensuciamos, costo que actualmente las municipalidades no cobran porque no hacen ningún tratamiento para limpiar el agua sucia. Pero también debemos pagar para invertir en conservar y mejorar nuestras fuentes de agua y nuestros bosques captadores de lluvia.
El cambio climático nos recuerda que el agua presenta un problema urgente de atender. Empecemos desde ya a aportar nuestro granito, mejorando el manejo del agua en nuestros hogares, pagando el precio correcto por el servicio de agua y exigiendo a nuestras municipalidades, gobiernos locales y nacionales que también hagan su parte en la conservación y limpieza del agua que como ya sabemos, es vida para todos.