La mujer lidera al equipo de abogados que está apelando la decisión del juez y, además, se enfrenta ante la prensa internacional, argumentando que los cargos por narcotráfico y tráfico de armas en contra del exlíder son una venganza de las mafias y están motivados políticamente.
BBC NEWS MUNDO
“Tememos por nuestra vida, no por las acusaciones”: entrevista exclusiva de BBC Mundo a Ana García Carías, esposa del expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández
Tras la decisión de un juez de dar luz verde a la extradición del expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández a EE.UU., Ana Garía Carías, su esposa, se ha encargado de defenderlo ante el mundo.
A la vez lidera marchas y vigilias con decenas de hondureños que siguen apoyando al expresidente y que creen que no se respetaron los derechos humanos de Hernández durante su arresto, al exhibirlo ante las cámaras de televisión.
Y es una batalla que libra porque dice creer en la verdad y su capacidad de salir a la luz en los momentos en los que todo parece perdido. En la verdad de su esposo Juan Orlando.
El periodista de la BBC Will Grant habló con García Carías sobre el proceso en contra del expresidente, su opinión sobre las acusaciones a las que se enfrenta en EE.UU., y lo que puede pasar con su familia de aquí en adelante.
¿Creen ustedes que como familia van a tener más éxito con la apelación que lo que han tenido hasta ahora en este proceso?
La apelación fue presentada la semana pasada y está en trámite. La Corte Suprema de Justicia deberá fijar luego la fecha para la audiencia.
Nosotros estamos muy convencidos con el equipo técnico de la solidez de los argumentos legales que hemos presentado que, desafortunadamente, no fueron considerados por el juez de primera instancia, argumentos que tienen la solidez legal para poder declarar sin lugar esta solicitud de extradición.
Nosostros estamos alegando en primer lugar el hecho de que mi esposo Juan Orlando Hernández es diputado al parlamento centroamericano. De acuerdo al tratado constitutivo del Parlacen, el Protocolo de Tegucigalpa, los diputados gozan de las inmunidades y privilegios que se establecen para todos los diputados a nivel centroamericano.
Y una disposición de carácter interno no puede modificar un tratado de caracter comunitario, en este caso regional. Y ahí se establece claramente, en el Protocolo de Tegucigalpa, cuáles son las condiciones para que pueda levantarse el fuero de inmunidad de un diputado al parlamento centroamericano.
En tal sentido nosotros solicitamos al juez natural y ahora a la Corte Suprema de Justicia que haga una consulta prejudicial a la corte centroamericana de justicia para poder velar por la tutela de los derechos que le asisten también a mi esposo.
Asimismo, la responsabilidad del estado de Honduras frente a una situación como esta.
Tambien nosotros hemos revisado muy a profundidad el tratado que existe entre Honduras y Estados Unidos, un tratado que fue firmado en 1909. En este, el artículo 8 claramente establece que los estados no están obligados, que no deben proceder a la entrega de sus propios nacionales.
Hemos visto jurisprudencia comparada en casos donde EE.UU. también ha firmado este tipo de convenios con otros países, y voy a citar el caso del tratado que se suscribió entre EE.UU. y Portugal, que es exactamente el mismo convenio.
El texto es literalmente igual, y el mismo articulo 8 de ese tratado establece que no deben entregarse los nacionales. En jurisprudencia, ya EE.UU. ha dicho a través de cortes federales que, cuando se trata de un ciudadano norteamericano, ese tratado no tiene validez y los ciudadanos no pueden ser expatriados. Igual circunstancia ocurre con Honduras.
Hasta ahora ustedes han dicho que los cargos están motivados políticamente, que son una farsa. ¿Cree que la mayoría de los hondureños comparten esta visión?
He dicho reiteradamente que mi esposo es inocente, que mi esposo nunca ha sido un narcotraficante, que por el contrario su compromiso -y usted lo puede revisar a lo largo de los años- ha sido precisamente el de combatir el crimen organizado.
Y los resultados en nuestro país han sido evidentes. Honduras dejó de ser el país más violento del mundo.
En el año 2014, cuando él asumió la presidencia de Honduras, San Pedro Sula era la ciudad más violenta. Hoy día, aparece siempre dentro de los países que tienen problemas de violencia, pero no está en el primer lugar.
Incluso en la reciente evaluación aparece en los lugares 32 y 36, en mejor posición que ciudades dentro de EE.UU., México, dentro de otros países de la región latinoamericana.
Los resultados demuestran cómo se disminuyó el tránsito de la droga por el país, cómo se desarticularon los principales carteles de la droga, cómo se establecieron leyes que protegieron el espacio aéreo, la depuración de la policía.
Sí hay resultados concretos que fueron celebrados, reconocidos incluso por el Comando Sur de EE.UU., que más de una vez habló del milagro que estaba ocurriendo en Honduras en la recuperación de la paz y la seguridad.
Nosotros bajamos de una tasa de homicidios de más de 86% a un 37% cuando Juan Orlando entregó el gobierno. Y eso no lo logra un país que no tiene un compromiso.
Entonces ¿qué presidente, o qué persona que estuviera involucrada en el crimen organizado haría toda esta lucha para combatir y más bien recuperar la paz y seguridad de nuestro país?
La sugerencia es que iba favoreciendo a los que tenía como aliados y que esos fueron los testimonios que usó el Departamento de Justicia de EE.UU.
Yo he tenido la oportunidad de leer los testimonios. He tenido la oportunidad de conocer estos juicios y he visto que se trata de testimonios todos de hombres involucrados en el crimen organizado, testigos que tienen un interés.
Número 1, una venganza contra aquel que los persiguió y que les destruyó sus imperios de crimen. Número 2, también una reducción de sus penas.
Y eso, desafortunadamente, ha sido escuchado en algunas autoridades y hoy enfrentamos este problema.
Pero yo misma me pregunto, aquí a mi casa, donde hoy estoy, muchas veces vinieron altos funcionarios del gobierno de EE.UU., y no le digo hace años, le digo hace relativamente poco tiempo, a reconocer siempre el gran trabajo que Juan Orlando estaba haciendo.
Entonces, ¿cómo es posible que ahora se diga lo contrario, cuando ellos mismos lo recibieron en la Casa Blanca, en diferentes agencias, y lo reconocieron? Todo esto está en los medios de comunicación.
Si él tuvo tanta alianza con la aministración Trump, ¿usted se siente traicionada por la administración Biden?
Yo no tengo que sentirme traicionada por ellos porque ellos no son mis gobernantes.
Pero lo que sí es extraño es saber lo que hoy está sucediendo, ese cambio de narrativa y de discurso, cuando los mismos informes del Departamento de Estado señalan los grandes avances en el combate al crimen organizado, al tráfico de drogas, a maras y pandillas, y todo lo que ha sido una lucha conjunta con el gobierno de EE.UU.
Mi esposo fue el primer presidente que determinó unificar estos esfuerzos con las diferentes agencias de EE.UU. que están en el país para poder tener un combate frontal.
Porque cuando el asumió la presidencia de Honduras en 2014, la violencia era nuestro principal problema. Las masacres, los ajustes de cuentas y todo lo que se derivaba del tráfico de drogas.
Su compromiso fue desde el primer día de su campaña que él iba a luchar de frente contra este flagelo. Esos son los resultados que están.
Hoy somos víctimas de una venganza y no me voy a cansar de decirlo, de una venganza del crimen organizado contra aquel que los persiguió.
Y lo peligroso de todo esto es que todos los demás están viendo lo que hoy está pasando en nuestra familia, y yo me pregunto quién más va a querer luchar contra este flagelo que causa muerte y destrucción a lo largo de nuestros países en Latinoamérica.
Si hoy el que más puso el pecho al frente está siendo perseguido por esos mismos delincuentes que han inventado mentiras, testigos de oídas, que son fábulas que ellos mismos se han inventado y que no tienen una prueba concreta para poderlo comprobar.
Si ustedes creen que son víctimas de una venganza, ¿venganza de quien específicamente? ¿Hay nombres?
Del crimen organizado.
¿Y el cambio de gobierno [en Honduras] en los últimos meses ha tenido un papel en todo esto?
Yo también debo de reconocer que hay un fuerte componente de persecución política.
Contra mi esposo ha venido una campaña muy fuerte de desprestigio de diferentes personas desde EE.UU. en diferentes espacios políticos donde ha sido constante ese nivel de persecución política.
Nosotros lo presentamos como un hecho ante el juez natural para acreditar todos esos mensajes, todos esos proyectos de ley que se han presentado, y muchas cosas más.
Así como también se presentaron todas las cartas que en su momento se hicieron llegar a las altas autoridades del gobierno de EE.UU. denunciando precisamente lo que estábamos enfrentando y cómo se ponía en riesgo al país.
Cuando al país se le califica de narcoestado se daña la credibilidad, se pone en precario el riesgo país, cuando Honduras lo que ha hecho en los últimos años que Juan Orlando fue presidente es precisamente combatir el crimen organizado.
Yo estuve en Honduras para el voto y lo que se vio era un rechazo contundente no solamente a su marido, sino al Partido Nacional en todas las formas. Usted tiene que aceptar que realmente, por mucho que habla bien de su récord en cuestiones de crimen, el pueblo no lo vio así. Vio un gobierno corrupto, un presidente comprometido por el crimen organizado.
Esa fue la imagen que la oposición y aliados desde otros lugares del mundo quisieron imponer.
Yo estoy clara de algo: entre cielo y tierra nada hay oculto y siempre la verdad sale a la luz. Conozco a mi esposo, conozco su accionar, hemos estado casados por más de 32 años y sé de su integridad y sé también de su compromiso por esta nación.
Lo vi cada día levantarse en medio de las dificultades que nos tocó enfrentar.
Quiero decirle que la pandemia ha venido a dar un giro muy importante en el sentimiento de la población y la mayoría de los gobiernos que fueron a elecciones en estos últimos tiempos, encontraron un rechazo de parte de la población, no necesariamente por lo que usted me está diciendo, sino que mucho tuvo que ver con la ansiedad, con la angustia, con la frustración, con los problemas económicos, con todas las situaciones que conllevó la pandemia.
La población votó y mi esposo siempre dijo que iba a aceptar el resultado que fuera, como un demócrata que ha sido siempre. Hubo una transición pacífica dentro del marco de la ley, y en ese sentido siempre hemos dicho que la votación del pueblo hondureño se ha respetado.
Hay un Partido Nacional muy fuerte, casi un millón trescientos mil votos, salieron a votar, a apoyar al PN y hay un gran respaldo de la población por lo que hoy estamos viviendo, porque ellos conocen las obras que se hicieron, cómo se llegó con soluciones, con programas sociales a la mayoría de la población.
Quiero tocar algunos puntos específicos que salieron contra su marido: ¿tuvo alguna relación con Joaquín el Chapo Guzmán? ¿Recibió US$1 millón del Chapo?
No, y eso es parte de las mentiras que los narcotraficantes están llevando a los juicios allá en Nueva York.
Ellos han aseverado esto, pero si usted busca información encontrará que eso jamás fue alegado, eso nomás fue dicho dentro de los mismos juicios de esta persona, así como su abogado salió en su momento a desvirtuar esa información.
Lo repito: estamos hablando de narcotraficantes confesos, asesinos que mataron a mujeres, a hombres y que son capaces de decir cualquier cosa por llevar a cabo su venganza y además con ello reducir sus penas.
“Meter las drogas por las narices de los gringos“, como declaró Giovani Fuentes…
Yo le di seguimiento a ese juicio y Giovani nunca dijo eso. Yo no lo conozco a él ni mucho menos, pero sí le di seguimiento al juicio, y sé que fue un testigo de oídas, que llegó a presentar una persona con un pseudónimo, que llegó a decir eso.
Y son pruebas que son fácilmente refutables, porque esta persona tenía años de no vivir en Honduras y entiendo que su situación migratoria [la de Giovani] fue arreglada a raíz de sus declaraciones.
Todos estos testigos tienen una motivación y un interés. Y obviamente construir historias es muy fácil a cambio de ello.
Han dicho en contra del gobierno que hubo tráfico de drogas impulsado por el estado.
Eso es lo más grosero que le han podido hacer a una nación, porque Honduras más bien lo que ha hecho es combatir el crimen organizado.
Honduras no es un estado que patrocina el narcotráfico.
Al contrario, Honduras durante el gobierno de Juan Orlando se dedicó a combatir este mal.
Si usted insiste que su marido no tenía nada que ver, ¿acepta que su cuñado Tony Hernández sí estaba involucrado con el crimen organizado? Obviamente los fiscales de Nueva York presentaron un caso muy detallado y lograron conseguir una sentencia de más de 30 años.
Considero que mi cuñado es una víctima también de esta conspiración. Y cuando revisamos el jucio, vemos que se trata de los mismos testigos que hoy están hablando contra mi esposo.
Pareciera como que fue un caso construido. Cuando usted va y ve los expedientes, ve que todos estos testigos cuando llegaron primero a EE.UU. jamás mencionaron ni a Juan Antonio Hernández ni a mi esposo.
Fue a partir de cierto momento que pareciera que esta conspiración comenzó a ejecutarse y donde comenzaron a buscar involucrarlos. Y luego, a cambio de reducir sus penas, estos testigos han hecho ahora sus acusaciones falsas en contra de mi esposo y mi cuñado.
Yo lamento profundamente la situación que mi cuñado vive. Él está ahora en un proceso de apelación para poder demostrar estas mentiras que fueron dichas en el juicio.
Y tenemos mucha confianza primero que nada en Dios en que la verdad siempre va a salir a la luz.
¿Su marido está consciente de que enfrenta el mismo tiempo de sentencia si las cosas no salen como ustedes esperan?
Nosotros estamos confiando en la justicia hondureña también y, de acuerdo a los tratados y convenios que Honduras ha suscrito, en el caso particular de estas penas a cadena perpetua, nuestro derecho ha hecho suyas las declaraciones de los tratados en materia de derechos humanos y él no podría ser objeto de este tipo de sentencia.
Es más, el juez de primera instancia en su sentencia lo dijo: “No se podrá imponer a Juan Orlando Hernández pena de muerte o penas aflictivas, inhumanas y degradantes”.
Y eso, de acuerdo a las convenciones de derechos humanos, se refiere precisamente a esas penas a cadena perpetua.
Yo soy una madre de familia, soy una esposa y como le digo, para nosotros es muy difícil ver lo que hoy estamos enfrentando después de haber servido con ahínco, con devoción, a nuestro país durante ocho años, de lo cual el pueblo hondureño es testigo. Los buenos hondureños lo saben.
Y que ahora tengamos que enfrentar este tipo de situación, tan dura para mi familia, para mis hijos. La posibilidad que usted menciona significa una separación de la familia. Pero esas cosas están protegidas dentro de nuestra legislación.
Por eso lo repito, yo confío en la justicia hondureña, que se aplique la ley como debe de aplicarse. No bajo presiones, no bajo amenazas, sino que tutelando el derecho de cada una de las personas.
En este caso los derechos humanos, los derechos que tiene mi esposo como un ser humano al que se le ha presentado esta solicitud de estradición que no significa bajo ninguna circunstancia que él sea culpable de lo que se está aseverando.
Por el contrario, hay una presunción de inocencia que es la que todos debemos respetar.
Yo vi durante todo el largo del periodo en el poder de su marido a muchos inmigrantes de Honduras que hablaban efectivamente de un “país infernal”, hablaban de que era imposible ganarse una vida digna, de que la violencia era inaguantable. Usted habla de su récord, pero yo vi otra realidad pasando por estados como Chiapas y Oaxaca, había gente rumbo al norte con nada salvo una mochila y sus niños en sus brazos.
Yo también lo vi, y déjeme contarle que como primera dama de Honduras, uno de mis puntos de trabajo fue precisamente el tema de la migración.
La primera ola migratoria fue la de 2014, de los menores no acompañados. Y esto fue bajo el gobierno del expresidente Obama y donde Biden era vicepresidente. Y trabajamos de la mano con el gobierno de EE.UU. en lo que se llamó el Plan Alianza para la Prosperidad para poder generar condiciones.
En aquel tiempo yo fui a la frontera, visité México, estuve en la zona sur, en Chiapas. Fui a diferentes lugares a conocer de primera mano la situación.
En aquel momento las personas migraban por una situación de violencia. Esa era la realidad que nosotros heredamos de los gobiernos anteriores.
Luego vino una siguiente oleada migratoria en 2016/17, cuando hubo cambio de gobierno en EE.UU., que hizo que las políticas migratorias cambiaran.
Luego vinieron las caravanas formadas por la oposición política, que hoy de hecho son parte del gobierno actual, que eran animadas por ellos con propósitos políticos.
Usted conoce que la migración no solo se refiere a Honduras, es una situación a nivel mundial. Honduras no es solo un país expulsor de migrantes, sino que es un país de tránsito.
Por nuestro país pasan personas que vienen de Cuba, haitianos, personas que vienen de diferentes latitudes.
No se trata de un tema de que huyen únicamente de una nación. Se trata de un tema aspiracional. Muchas familias se reencuentran en EE.UU., donde hay una fuerte población migrante.
Son personas que se encuentran con sus familias, que buscan oportunidades.
Y ésto no solo se da en Honduras, esto es a nivel de la región.
El año pasado volvimos a visitar México, volvimos a visitar la frontera sur de EE.UU., para conocer de primera mano lo que estaba pasando.
Y yo lo dije de frente y hoy lo vuelvo a decir: muchas veces, el cambio de las políticas en temas migratorios genera estas olas de incertidumbre.
En aquel momento, después del momento álgido de la pandemia y con el cambio de gobierno, se empezó a hablar de la posibilidad de que las personas empezaran a ser admitidas y lo que comenzamos a ver, nuevamente, fueron unos flujos tremendos de personas que salían.
Y no solo de Centroamérica, yo estuve ahí y hablé con personas de distintos lugares. No solo de Honduras.
Y la mayoría de las personas con las que hablé buscaban temas económicos después de haber sido golpeados fuertemente por una pandemia. Había algunos que huían de temas de violencia, no lo voy a desconocer, pero no se trataba de una migración únicamente de Honduras.
Se trata de un fenómeno global.
¿Usted teme por su futuro si finalmente su marido es encontrado culpable?
Nuestra vida ha sido muy transparente y ha sido la que es desde hace muchos años.
Es más, yo le decía a mucha gente que Juan Orlando ha sido el hombre más vigilado de este país precisamente por los riesgos a su vida. Porque se ha enfrentado al crimen organizado.
Ha habido casos documentados de intento de asesinato en su contra. También cuando íbamos a EE.UU, el servicio secreto nos acompañaba a todos lados.
La vida de un presidente es sumamente controlada, restringida. No crea usted que es una vida de mucha amplitud, al contrario, uno tiende a hacerse más reservado porque sabe las implicaciones de seguridad y de exposición que hay.
Claro que tememos por nuestra vida, pero no por las acusaciones, porque yo sé la inocencia de mi esposo y yo sé el trabajo que ha hecho.
Le reitero, mi esposo no es narcotraficante, no es coconspirador, no es traficante de armas ni nada de lo que se le acusa, y yo sé que la verdad siempre sale a la luz.
Un día, usted y yo vamos a tener una conversación donde usted y yo vamos a discutir cómo mi esposo salió inocente y librado de todas estas acusaciones falsas, construídas como venganza, con un alto contenido de conspiración pero, al mismo tiempo, de una fuerte persecución política.
Tras tantos años casados, debió ser muy difícil ver a Juan Orlando esposado…
Claro que sí. Ha sido muy duro ver esa violación a sus derechos humanos y lo he reclamado públicamente.
Me he referido a la forma en que fue tratado: nuestra casa fue asediada por mas de 24 horas con 600 hombres de seguridad en nuestra vivienda, helicópteros y drones sobrevolando nuestro hogar.
Esa noche, yo temí por nuestra vida. Pensé que ellos iban a derribar los portones de mi casa, que iban a entrar a dispararnos, a matarnos o a secuestrarnos o a hacer cualquier cosa en nuestra contra.
Fue una situación muy dura, muy difícil. Y además innecesaria, porque ellos ya sabían que mi esposo se iba a entregar. Él lo había hecho público a través de sus abogados y a través de las redes sociales. Y en ningún momento él ha rehuído a la justicia.
Juan Orlando se ha presentado siempre, ha dado la cara siempre, siguiendo su carácter.
Y no conformes con eso, luego lo exhibieron, violentando las que se conocen como “reglas Mandela”, las cuales son parte de nuestra legislación y prohíben que una persona sea exhibida. Ellos exhibieron públicamente a Juan Orlando, casi como un cazador que exhibe a su presa, como un trofeo.
Y no conformes con eso, procedieron a hacer un exámen médico en el que lo despojaron de toda su ropa frente a las cámaras y al mundo entero.
Eso aquí o allá, donde usted está, y en cualquier lugar del mundo es una violación a sus derechos humanos.
Lo he hecho público y he presentado las denuncias. Incluso, ya la fiscalía de derechos humanos tomó declaración para hacer las investigaciones que procedan y que, ojalá, nunca vuelva a repetirse una situación de esta naturaleza con cualquier ciudadano.
No es porque mi esposo sea expresidente, es por su dignidad, por los derechos humanos que todos tenemos.
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