CON OTRA MIRADA

Federico Fahsen, profesor, colega y amigo

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El urbanismo, como materia de estudio, en los primeros 14 años de funcionamiento de la naciente Facultad de Arquitectura (1958-72) de la Universidad de San Carlos, estuvo a cargo de los arquitectos Federico Fahsen, René Minera y Alfonso Yurrita. Importante período de mi vida y formación profesional en el que tuve el privilegio de recibir sus enseñanzas, visión del mundo y experiencia, aun cuando en el plan de estudios el énfasis académico se centraba en el diseño, la historia, el cálculo estructural y el dibujo.

' Al mostrarle el dibujo soltó una carcajada, exclamando: ¡Pero eso es el cero!

José María Magaña

Por entonces, La Antigua Guatemala ya acusaba signos de deterioro, lo que provocó a profesionales, académicos y políticos (también personas cultas) a proponer su protección desde las facultades de Arquitectura y Humanidades de la Usac, Instituto de Antropología e Historia, Academia de Geografía e Historia y la alcaldía antigüeña. Interés coincidente con la emisión de La Carta Internacional del Restauro o Carta de Venecia (1964) que dictó los principios de conservación de aplicación universal.

Desde el Instituto de Fomento Municipal (Infom), en cuya planilla técnica estaban Federico Fahsen y Alfonso Yurrita, en 1967 se preparó un Plan Regulador, junto a una Comisión Técnica integrada por representantes de las instituciones señaladas y vecinos representados por el alcalde. Ese esfuerzo produjo en 1969 la Ley para la Protección de La Antigua Guatemala.

En 1974, al empezar a funcionar el Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala (CNPAG) se contrató a Federico como asesor en urbanismo para revisar el Plan Regulador que le había dado origen, instrumento técnico-legal que fue aprobado por el Concejo, según consta en acta No. 34, acuerdo No. 3 de la sesión celebrada el 7Ag1974, entrando en vigencia de inmediato… hasta el presente.

Nos encontramos de nuevo en 1978, ya como colegas, al asumir el cargo de Conservador de la Ciudad, período en que se fortaleció la amistad. Me correspondió entregar el reconocimiento del CNPAG por la labor realizada a su esposa, Marta Regina Rosales, quien lo recibió en su nombre.

Pasados los años, Marta Regina, siendo viceministra de Cultura y Deportes, me invitó a hacerme cargo de la oficina de Cooperación Técnica y Financiera Internacional, desde la que impulsé el vínculo con embajadas y organismos como OEA y Unesco, en apoyo a la conservación de los bienes culturales de la Nación.

Federico combinó la arquitectura y el urbanismo con la historia y, en particular, con la epigrafía, que lo convirtió en un valioso y prestigioso mayista. Condición que aproveché en 2008, con ocasión del 50 aniversario de la creación de la Facultad de Arquitectura, para completar un ensayo sobre el Emblema de la Arquitectura en Guatemala, iniciado años atrás en homenaje de su autor, arquitecto Arturo Molina Muñoz.

El caso es que nuestro Emblema surgió de la presentación de un supuesto glifo maya representando “hombre en la casa”… cosa que nadie puso en duda, como tampoco identificó su procedencia. Una vez reconocidos dibujo y códice, solicité a Federico confirmar su significado.

Para la cita acordada preparó imágenes de códices, representando dioses sentados; ajenos totalmente al motivo de mi consulta. Al mostrarle el dibujo, soltó una carcajada, exclamando: ¡Pero eso es el cero! mostrando de inmediato, en el códice de Madrid que llevaba conmigo, las variantes del dibujo según la caligrafía de quien los había trazado.

Resultó, pues, más importante que el Emblema de la Arquitectura provenga del concepto del cero —representación del vacío, de la nada— que “Hombre en la casa”. Gracias, querido amigo, descansa en paz.

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