Salah tiene una espina clavada. Una tan grande que no se quitó ni un año después cuando, con un gol suyo, el Liverpool derrumbó al Tottenham Hotspur en el Wanda Metropolitano y se alzó con la sexta Copa de Europa de su historia.
Tampoco le ayudó caer en los cuartos de final de la temporada pasada, pero el escenario era diferente. No era una final y aquel tampoco era el mejor Liverpool. Ahora se miden en igualdad de condiciones y en una temporada en la que el africano va camino de la Bota de Oro de la Premier, de discutir a Karim Benzema el Balón de Oro y de ganar un póker de títulos inédito.
Sus ganas de venganza estallaron nada más pitar Daniele Orsato el final en el Santiago Bernabéu. Un tweet corto, pero certero, apareció en sus redes sociales. “Toca saldar cuentas”. Las tres fotos que lo acompañaron rebajaron la tensión, pero no borraron unas palabras que huelen a sangre.
Salah quiere medir el potencial del Madrid y olvidar cuatro años después lo que ocurrió en el césped de Kiev. Sin Ramos de por medio, pero con la institución a la que culpa de que aquella final nunca cayera del lado ‘Red’.
Esta llegará en un punto clave también de su futuro. Su contrato termina el 30 de junio de 2023 y aún no ha llegado a un acuerdo de renovación con el club. Ha habido pullas entre su agente y Jürgen Klopp y este siempre ha intentado mantener la situación bajo control, mostrando su cariño al egipcio y su predisposición para que se quede.
Su deseo también es renovar, pero lo único que ocupa su cabeza ahora mismo es ese 28 de mayo en París contra el Real Madrid. El día para sanar el hombre y el corazón herido.
We have a score to settle. pic.twitter.com/MWxfhIIW78
— Mohamed Salah (@MoSalah) May 4, 2022