“Los domingos siempre han sido mi día favorito porque, más allá del descanso, nos reunimos con mi familia para almorzar juntos. Cada semana es en una casa distinta. Llegan mis primos, tíos, abuelos, mis hermanas, sobrinos y mis papás. Somos alrededor de 12 personas, aunque algunas veces más porque se unen algunos amigos, que también son familia. El bullicio que se escucha en la casa durante esas cinco horas aproximadamente es lo que nos hace seguir sonriendo durante la semana”, relata Virginia Cobar, psicóloga clínica.
La profesional agrega que la idea de compartir todos juntos al menos una vez a la semana nació cuando su abuelo materno falleció en el 2016. Para mostrar su apoyo a su abuela y como una forma de vivir el duelo juntos decidieron compartir un tiempo de comida a la semana. Por el trabajo y el horario de estudio acordaron que fuera los domingos, por lo que desde hace seis años es su tradición. “Algunas veces no llegan todos, porque se nos traspasa con otras actividades, pero sí procuramos estar la mayoría. En este espacio nos hemos acompañado no solo en el proceso de duelo, sino también en crisis financieras, en separaciones de pareja, adicciones y otro tipo de problemas; además hemos celebrado el éxito de cada uno. Lo principal es la unión”.
Tipos de familia
Antes de seguir con la lectura, le pregunto ¿cómo está integrada su familia? ¿Por aquellos que viven bajo su mismo techo, los que comparten un grado de consanguineidad, personas con los que tiene un lazo de fraternidad o todos?
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De acuerdo con Mauricio Rodríguez, neuro entrenador y cofundador de la Organización Internacional de Neuro liderazgo (OINL), existen varios tipos de familia:
- Familia nuclear, formada por madre, padre e hijos. Aunque no es necesario que existan niños. “Basta con una pareja que conviva en un núcleo en donde se cuidan los unos a los otros y tienen comportamientos de amor y protección”, enfatiza.
- Familia monoparental, aquella en donde hay un progenitor con hijos, pero también hay personas con un parentesco, como tíos o abuelos, que comparten la crianza de los niños.
- Familia binuclear, se forma cuando uno de los dos padres tiene hijos de uniones anteriores. Es decir, tanto papá como mamá, tienen niños de relaciones pasadas.
- Familia de padres separados, se caracteriza porque los progenitores, a pesar de que no viven juntos continúan con su rol de padres. La diferencia de la monoparental es que en esta sí se comparte la crianza.
- Familia homoparental, es aquella en donde los padres son dos hombres o dos mujeres.
- Familia multinuclear, compuesta por personas que no tienen ningún tipo de parentesco con los niños, pero que comparten su crianza.
No existe una definición universal de familia, muchos conceptos varían de los criterios de cada persona. Sin embargo, para Michele Gisbet, psicóloga clínica, entre los criterios más importantes que destacan es el grado de consanguineidad o parentesco que existe entre las personas; la cohabitación, de esta forma se incluye también a aquellos que no comparten lazos consanguíneos pero que viven bajo el mismo techo; y el lazo afectivo que se tiene hacia los demás.
Ante la pregunta de si el desarrollo de los niños se ve afectado al no crecer con sus padres biológicos Rodríguez responde que no, ya que el comportamiento humano se basa en: la genética (12%), lo epigenético (8%) que es todo aquello que sucede en la estructura genética y el contexto (80%).
El contexto aborda cómo fue criado el niño, donde, en qué condiciones, con qué tipo de personas, etc. “Si el niño en sus primeros cinco años recibe atención, afecto y confianza su cerebro lo va a recordar siempre y actuará de acuerdo con lo que recibió. De alguna manera los rasgos genéticos y epigenéticos guardados en la memoria ancestral pueden afectar el comportamiento de los niños, pero no tendrán mucha incidencia si en el contexto reciben amor, afecto y protección. Eso determinará la forma cómo estructure el pensamiento y su relación con el entorno”, afirma.
Además, el profesional explica que hay estudios realizados en otros países en los que se indica que los niños criados por padres del mismo sexo tienen un mejor desempeño en las pruebas estandarizadas, como en educación primaria y secundaria. “Respecto a los roles de género se ha demostrado que los hijos criados por dos mujeres desarrollan la heterosexualidad sin dificultad. No existe diferencia con niños criados por padres heterosexuales. El pensamiento no se ve afectado”, enfatiza.
Rodríguez indica que esta información es la conclusión de la Asociación Americana De Psicología luego de más de 30 años de investigación y el aporte de estudios de los países bajos por la American Sociological Review. Los datos que se encontraron y articularon la respuesta incluyó a 2971 niños con padres del mismo sexo, 2786 parejas de mujeres y 185 parejas de hombres, más un millón de niños con padres de diferentes sexos seguidos desde el nacimiento.
“Es clave recordar que somos latinos, eso tiene incidencia cultural importante. Fuimos criados por nuestras tías, por nuestros abuelos. Ser latino implica tener familia y concebirla desde la perspectiva del amor y complicidad más allá del género y los estándares sociales”, opina.
Importancia de la familia
Podríamos decir que la familia es ese grupo de personas con el que podemos reír y llorar a la vez, con el que contamos en los buenos y malos momentos, con el que nos podemos desahogar y pedir un consejo. Su importancia radica en la compañía. Al sentirnos parte de una “manada” somos capaces de tener nuestra propia visión del mundo, de alcanzar nuestras metas personales y profesionales, de aprender valores que luego vamos a replicar -o cambiar- según las circunstancias y tener buena autoestima, explica Cristina Boy, psicóloga familiar.
Para lograrlo no solo se trata de tener a la familia y verla de vez en cuando, sino tener una convivencia familiar estrecha, de confianza y armonía. Quizá usted no comparta las mismas opiniones que su sobrino, pero esto no tiene mucho impacto si no lleva una relación diaria con él.
El impacto de la convivencia familiar varía en cada etapa de la vida, desde los más pequeños hasta los más grandes se ven afectados al tener una relación cercana.
Niños
¿De la semana que termina hoy, cuántos días le ha dedicado tiempo a los niños de la casa y cuánto tiempo ha platicado con sus hijos adolescentes? Es importante que en los primeros años de vida se comparta tiempo de calidad, para que los más pequeños se sientan acompañados. Lo ideal es darles espacio para experimentar y expresarse, de esta forma desarrollan su motricidad y seguridad de que pueden hacer lo que se propongan y que su familia estará para guiarlos y apoyarlos.
Una buena convivencia es de vital importancia para una correcta educación que después se reflejará en la vida adulta. Pasar tiempo en familia, realizando cualquier tipo de actividad es una de las mejores formas de disfrutar.
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Para fomentar la convivencia familiar desde pequeños los expertos recomiendan corregir a los hijos sin herir sus sentimientos, dirigirse con palabras alegres, cariñosas y de aliento que les promueva la confianza en ellos mismos, que la comunicación no sea solo con palabras sino también con caricias, gestos, miradas y silencios, respetar la opinión de los niños para fortalecer su autoestima y seguridad.
Para los adolescentes, la convivencia familiar les ayuda a conocer los limites que les darán seguridad y confianza en si mismos. También sabrán cómo relacionarse con los demás de forma respetuosa y en armonía.
Adultos
Piense un momento en lo bien que se siente luego de platicar con su pareja acerca de algo bueno que le pasó durante el día o algo que le sorprendió; no digamos cuando puede desahogarse y encontrar consuelo en esta persona, o simplemente sentirse escuchado.
“Un núcleo saludable es aquel que logra cimentar un entorno físico y de relaciones que favorezcan el desarrollo de sus miembros, y que les permita alcanzar su óptimo potencial”, dice la psicóloga Virginia Cobar.
Al igual que con la niñez, cuando se es adulto el sentirse acompañado impulsa y autoestima y seguridad. El contar con aquellas personas que siempre lo apoyan, escuchan, regañan y son objetivos con sus opiniones da fortaleza e impulso para enfrentarse al mundo. “Uno se siente más confiado de hacer las cosas que se desean porque si algo sale mal tenemos ese refugio que es nuestra familia. No se trata solo de que nos van a defender, sino de que tenemos quien nos consuele y abrace cuando lo necesitamos”, expresa.
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Adultos mayores
La soledad no deseada es algo que sufren muchas personas mayores. Al mantener una relación satisfactoria con la familia, pueden obtener un envejecimiento activo y lleno de bienestar, sobre todo si los adultos mayores mantienen una estrecha relación con los jóvenes.
Las relaciones entre generaciones se basan en saber escuchar y transmitir, en ambas direcciones. Envejecer supone un crecimiento en cultura y en valores humanos, en sensibilidad y comprensión. Estas cualidades son las que se transmiten a las nuevas generaciones, y a la vez, aprender de ella todo aquello que no estuvo a nuestro alcance en épocas anteriores.
La convivencia familiar para el adulto mayor le beneficia en sentirse querido e importante para los demás, los impulsa a tener anhelos y sueños, así como a reconocer sus fortalezas y habilidades mediante alguna actividad que haga con los demás miembros familiares; de esta forma se sentirá útil y tendrá la experiencia de nuevas actividades.
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El platicar con sus nietos de sus vivencias o escuchar la de los más pequeños le permite aprender y conocer cómo cambian las generaciones, además de que les pueden hacer saber lo que admiran de ellos y cuántos los quieren. Otro factor importante es la compañía en el proceso de diagnóstico y tratamientos que requieran conforme a su edad.
“La familia, no importa si son amigos o personas con lazos consanguíneos, es nuestro refugio de amor y convivencia que nos ayuda a explorar el mundo y enfrentarnos a él”, enfatiza Cobar.