Ambos, que ya se habían declarado culpables del blanqueo de US$28 millones y de haber llevado a cabo sobornos en favor de la firma brasileña Odebrecht, hablaron en inglés, pidieron perdón y afirmaron haberse equivocado ante el juez Raymond Dearie.
Los hermanos Martinelli Linares acudieron a la última vista vestidos con el uniforme carcelario (camisa y pantalón caquis) y calzado deportivo, y al escuchar la sentencia reaccionaron con serenidad, aunque previamente habían mostrado cierta emoción al hablar de sus familiares.
En los momentos previos a la lectura de la sentencia, el abogado de Luis Enrique, James Mac Govern, declaró que los dos hermanos habían actuado “por órdenes del padre” y reconoció ante el magistrado que no actuaron bien aunque dijo en su descargo que habían cooperado “en cierta forma”.
El mismo Mac Govern dijo que el padre era “una figura excesivamente dominante” y que ellos eran “dos niños asustados” que hacían lo que él ordenaba y no lo cuestionaban.