Después de una pandemia, hemos vuelto los ojos a la misericordia, a la solidaridad, a la auténtica forma de amar y perdonar; pero también nos hemos dado cuenta de que muchos valores que tanto apreciábamos, los hemos dejado a un lado por estar más enfocados en un mundo lleno de competitividad.
La industria educativa sufrió uno de sus más grandes colapsos, aquella industria que es sumamente planificada se enfrentó a la espontaneidad y a tratar de estabilizar su comunidad para seguir ofreciendo lo mejor a sus alumnos. Pero también descubrió que la riqueza de toda propuesta educativa radica en los valores que logra sembrar en los corazones de los niños y jóvenes.
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Cuando educamos desde la fe, le estamos hablando a las nuevas generaciones sobre lo bueno que es ser el mejor desde la academia y desde la profesión, pero también desde la profundidad del alma que aprende a discernir a la luz de las escrituras, que busca el contacto con Jesús.
Educar en la fe es enseñar que somos solidarios, es creer en la bondad, en la alegría, en la paz, en la esperanza; es verme en los ojos del prójimo sin ser indiferente, es aprender a no juzgar la realidad, abrazar al débil y mostrarle mis heridas también. Este es el reto de la escuela católica, el poder llevar una educación que no solo trascienda las aulas desde el conocimiento sino desde los valores cristianos católicos que permitan formar mejores ciudadanos.
En la carta encíclica Divini Illius Magistri Su Santidad PIO XI menciona: “nunca se ha hablado tanto de la educación como en los tiempos modernos; por esto se multiplican las teorías pedagógicas, se inventan, se proponen y discuten métodos y medios, no sólo para facilitar, sino además para crear una educación nueva de infalible eficacia, que capacite a las nuevas generaciones para lograr la ansiada felicidad en esta tierra.”
El propósito fundamental es entonces trabajar en la combinación de la identidad católica con la calidad educativa, para alcanzar lo que el Papa Francisco menciona en el Pacto Educativo Global: “La educación es siempre un acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro”.
Es por eso que, la enseñanza actual requiere otro tipo de educación no solamente enfocada en libros impresos sino con sistemas educativos digitales como Sistema CREO que brinda a la escuela herramientas tecnológicas que prepara a los estudiantes para enfrentarse a los retos del mundo de hoy, inculcándoles valores cristianos.
Educación que trascienda
Patricia Castro, Directora de Sistemas de Enseñanza para Santillana Centroamérica Norte
El reto de la escuela católica es el poder llevar una educación que no solo trascienda las aulas desde el conocimiento, sino desde los valores cristianos católicos.