Ella cuenta, a través del medio Univisión la experiencia que fue ingresar a la escuela primaria, mientras se escuchaban los balazos a la lejanía mientras buscaba desesperadamente a sus hijos Vladimir y Pablo.
En primera instancia Gómez afirma que muchos padres y oficiales trataron de detenerla cuando decidió entrar a la escuela, pero ella hizo caso omiso de las advertencias, afirmando que “a esta madre no la van a poder parar“.
“Si él me mataba a mí, pues me mataba” dice la madre mientras recuerda ese 24 de mayo cuando ingresó a la escuela, con el miedo creciente de encontrarse con Salvador Ramos.
Gómez cuenta que logró encontrar a sus hijos, que estaban en diferentes lugares del plantel educativo y se los llevó en sus brazos hacia la salida de la escuela, con el miedo constante de que en cualquier momento podían ser víctimas del tirador.
Ya afuera del edificio, Gómez asegura haber sentido una paz indescriptible junto con sus hijos, pero a su vez, empezó a tomar consciencia del acto tan peligroso que cometió, pudiendo incluso poner en riesgo a sus hijos.
“En ese momento no pensé en que tal vez los podía poner en peligro si el asesino nos escuchaba y nos disparaba”, indicaba la madre luego de cometer lo que muchas personas consideran un acto “heroico”.
A pesar de tener ese temor constante alrededor de su cuerpo, Gómez afirma que se siente afortunada de tener a sus hijos con ella, recordando como ellos le agradecían cuando llegó a sacarlos de la escuela.
“Me dijeron ‘mami, gracias’ y decían que me querían mucho, me abrazaban por el miedo que tuvieron y luego se dijeron entre sí lo mucho que se querían”, rememora Gómez.
Sin embargo, aunque su historia tuvo un final alentador, no descarta el hecho de que la pequeña comunidad de Uvalde está pasando por un trágico momento, donde amigos de ella han perdido a sus pequeños de una forma tan repentina.
Ella ejemplifica el caso de Steven García, un padre de familia que, en palabras de ella “no ha parado de llorar” desde que fue notificado que su hija de diez años, Ellie García había fallecido en el tiroteo.
“Todos ellos son mis amigos y sus hijos iban a mi casa a jugar con los míos“, afirmó Gómez a punto de llorar, mostrando colaboración a quienes perdieron a sus hijos en el tiroteo.