Sin embargo, estos números no reflejan la realidad actual de la pandemia en Guatemala, afirma dicha cartera. Puesto que en la mayoría de los casos se trata de fallecidos de días, semanas e incluso meses atrás.
Solo en mayo hubo varios días en los que se reportaron más de 20 defunciones. Por ejemplo, el 11, cuando hubo 23; el 13 —20—, o el 14 —25—. Mientras que el día 6 se registraron 30, igual cifra que el 12, mientras que el 24 se registraron 33 fallecimientos.
Para tener una idea de que tanto es el retraso entre el día que ocurre la muerte y el que se registra, Salud explicó que todos los decesos que se sumaron el pasado 24 de mayo corresponden al 2021; es decir que al menos tenían cinco meses y medio de dilación.
De acuerdo con el sitio en internet que registra las estadísticas del covid-19 en Guatemala, los contagios han bajado hasta mostrar tasas de positividad de las pruebas hasta del 4%, asimismo para el 27 de mayo se estimaban solo tres mil 122 casos activos en el país.
En cuanto a la curva de decesos, a juzgar por los datos presentados en el tablero covid-19 del Ministerio de Salud, ha fluctuado de una forma similar a los contagios. Este año se han producido 884 muertes, siendo febrero el mes más mortífero con 371 decesos.
No obstante, este pico de la curva de fallecimientos ni siquiera se acerca a los de julio, agosto y septiembre de 2021 cuando, solo en esos tres meses —los más letales de la pandemia— hubo cinco mil 893 muertos.
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Explicación
La oficina de Comunicación del Ministerio de Salud dijo que hay muchos casos en los que una persona fallece en un hospital privado, el Seguro Social o en su vivienda y que la mayoría presentaba una comorbilidad, lo que hace que sea necesario iniciar una investigación para determinar si el fallecimiento fue por covid-19 o se asocia con el padecimiento que el fallecido ya sufría.
Añadió que casi todas las personas que se han sumado a la lista de decesos este año tenían alguna comorbilidad; desde diversos tipos de cáncer, diabetes, o insuficiencia renal crónica o cardíaca. La investigación se inicia después de ser notificado un caso o de ser identificado en la base de datos del Registro Nacional de las Personas (Renap).
“Se verifican varios temas, dentro de ellos, resultado positivo a covid-19 de laboratorio y se analiza la causa básica de su defunción”, subrayó. “Este proceso en ocasiones se vuelve largo por el registro pruebas, notificaciones del caso en específico e identificación según el registro que envía el Renap, dijo.
Tiempos podrían mejorarse
“Históricamente, el Ministerio de Salud ha evidenciado problemas en el sistema de información y notificación de casos”, expuso Adrián Chávez, analista y exviceministro de Salud. No obstante, indicó que hasta cierto punto es entendible que existan estos retrasos.
Explicó que una muerte sospechosa de covid-19 implica que personal de Salud debe llegar al hogar del difunto en un momento de luto y entrevistar a la familia para recabar información o exámenes que den indicios de la causa de la muerte.
Esta información es sometida a consideración de un equipo técnico a nivel de las direcciones de las Áreas de Salud, que es la responsable de dictaminar si se trata de una muerte vinculada al coronavirus.
Según Chávez, los tiempos pueden variar dependiendo de la disponibilidad de personal, los recursos, así como de la accesibilidad y la disposición de las familias a colaborar.
Estos podrían acortarse, acotó el analista, “asegurando que las áreas de Salud y sus distritos municipales dispongan de suficiente personal capacitado, los insumos y medios de movilización”.
Mal manejo de datos
Sin embargo, para el Laboratorio de Datos, organización que monitorea el desarrollo de la pandemia en Guatemala, el reportar decesos por covid-19 con tanto retraso refleja el mal manejo de los datos que se ha hecho en el país desde la llegada del virus.
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Hasta abril pasado, esta organización había contabilizado 25 mil muertes por covid-19, de acuerdo con los datos que arroja el Renap, cuando Salud reportaba ocho mil menos.
“Hay muchas muertes por covid-19 que Salud no contabiliza”, señala Óscar Chávez Valdez, especialista del Laboratorio de Datos. Algunos porque no tenían una prueba positiva o justo porque tenían alguna comorbilidad.
Por ejemplo, añade el experto, si una pareja de esposos se contagió es muy probable que solo uno de ellos se haya hecho la prueba, por cuestiones de costo. Si los dos fallecen, el Ministerio de Salud solo registra al que se hizo la prueba y comienza una investigación con la otra persona fallecida.
“En otros países no sucede así, sino que estos fallecimientos sospechosos son añadidos inmediatamente a las estadísticas”, pero en Guatemala da la apariencia que lo hacen de esa forma “para disminuir los números”, sostiene.
Con las comorbilidades sucede algo parecido, puesto que si alguien padece diabetes mellitus y le da covid-19, aunque esta persona muera por un coma diabético, en realidad si no le hubiera dado coronavirus no hubiera fallecido en ese momento. Pero Salud, estima Chavez Valdez, le da más vueltas a estos casos para tratar de descartar la muerte por el virus.
“Ellos —Salud— quisieron hacerlo así, analizar caso por caso y ningún otro país lo hace de esa manera”, apunta el analista del Laboratorio de Datos. El problema, agrega, es que cinco meses y medio después “la estadística ya no sirve de nada”, porque ya no se pueden utilizar para diseñar políticas o estrategias.
En la teoría los números sirven para tratar de controlar la pandemia de forma focalizada, y si en una región hay un brote se tendrían que tomar decisiones para esa área. Pero esto nunca pasó en Guatemala.
“Aquí las decisiones se tomaron a nivel macro, cierres y restricciones para todo el país y no hubo un análisis por territorio. Fueron decisiones improvisadas sin tener en cuenta los datos”, y el manejo de los fallecidos explica por qué se actuó así, añadió Chávez Valdez.
Manejo a conveniencia
Nuria Mejía, analista en salud del Instituto por la Democracia, no descarta que los números se manejen de cierta forma para incidir en el comportamiento de las personas o para tomar medidas a conveniencia. Así, es probable que los números reales de decesos o contagios se oculten si lo que se desea es disminuir las restricciones, apunta.
“Que sean meses de diferencia entre el día de una muerte y la fecha de registro es muy sospechoso y deja mucho que desear sobre el manejo de la información que genera el Estado”, precisó Mejía.
Puede ser, añadió, que en algunos momentos el Gobierno esté interesado en aumentar los números y en otros en disminuirlos, lo cual puede ocurrir “por una mala intención o por deficiencias en las capacidades del Ministerio de Salud”.