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La estructura económica actual del país deviene de políticas adoptadas durante 70 años ¿Qué sucederá si no se impulsa un nuevo modelo?

La Cepal expone tres escenarios a considerar para que el Estado reformule políticas públicas a efecto de fortalecer el estado de derecho y lograr un desarrollo más incluyente.

El crecimiento económico de Guatemala en promedio es de 3.5%, según los registros históricos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

El crecimiento económico de Guatemala en promedio es de 3.5%, según los registros históricos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Para comenzar este análisis, es necesario recordar que el Producto Interno Bruto (PIB) de Guatemala, registró un crecimiento del 8% en el 2021, el cual partió de una base de -1.8% en el 2020, resultado que deriva del impacto de la pandemia covid-19.

Esa tasa, es de las que, a partir de un crecimiento de 6%, los economistas conceptualizan como deseables, pero de manera sostenida para alcanzar el desarrollo del país, lo que solo se ha logrado en 8 ocasiones, entre las décadas de 1950 a 1970.

En los años subsiguientes ese crecimiento ha pasado el nivel de 4% en otros 8 años y alcanzado el 5% en dos. Desde los 90, el ritmo económico sostenido aproximadamente se ha mantenido en 3.5%, de acuerdo con los registros históricos del Banco de Guatemala (Banguat).

Según el informe trimestral de Política Monetaria a marzo de 2022, divulgada recientemente por el banco central, el crecimiento económico del 8% alcanzando en el 2021, es la tasa más alta que se registra desde los años 80, como  resultado del incremento de la demanda interna de bienes de consumo final, formación bruta de capital fijo, una actividad productiva positiva en todos los sectores económicos, incluso del turismo y servicios de comida y hospedaje que, fue de las más golpeadas por la crisis sanitaria.

Las exportaciones de bienes y servicios crecieron 19.7%, impulsadas por un mayor volumen exportado de rubros del sector agrícola como frutas frescas, secas o congeladas, legumbres, hortalizas y, de la industria manufacturera como productos diversos de la industria química, bebidas, líquidos alcohólicos y vinagres entre otros.

Las importaciones crecieron 22.1%, principalmente por combustibles y lubricantes, también, bienes de capital, materia prima para la industria de bienes de consumo y de materiales de construcción.

Esa expansión en el desempeño de la actividad económica continúo en el primer trimestre de este 2022, cuyo crecimiento del PIB se proyecta entre 3.5% y 5%, con un valor central de 4% en el escenario base, así como un crecimiento en la inversión del 5.9%, impulsado por proyectos de construcción, por ejemplo.

Estos dinamismos también se reflejan en el crédito bancario al sector privado, el cual incrementó 14.3%, principalmente el destinado al empresarial mayor y al hipotecario para vivienda.

Por el lado de las exportaciones, a febrero registraron un aumento de 22.4% respecto al mismo mes del año anterior, originado por un volumen exportado del 19.7%, y en menor medida, por el precio medio de 2.2%, de igual manera, impulsado principalmente por incrementos en café y azúcar, vestuario, grasas y aceites comestibles, hierro y acero, a lo que se suman bebidas, líquidos alcohólicos y vinagres.

Por el lado de las importaciones, el incremento fue del 41.4% originado por un precio promedio con aumento del 24% y el mayor volumen importado de 14%. Las previsiones apuntan a que, a fin de año, las exportaciones de bienes y servicios en términos reales crecerían 3.6% y las importaciones, 4.2%.

A lo anterior se suma un incremento del 26% en el ingreso de divisas por remesas familiares cuyo monto al 28 de abril alcanzó los US$5,319.1 millones. Para que esos recursos no alteren el tipo de cambio, la autoridad monetaria ha mantenido una participación en el mercado cambiario mediante la regla de participación de divisas por US$113 millones y, bajo el mecanismo de acumulación de reservas monetarias internacionales, por US$876.5 millones.

De esa manera, se han incrementado las Reservas Internacionales Netas (RIN), que al 31 de marzo sumaron US$20 mil 763.5 millones, cifra menor en US$176.1 millones registrados a diciembre pasado, resultado de pagos netos por deuda externa del sector público y disminución de depósitos en moneda extranjera de los bancos del sistema en el Banguat. El monto acumulado equivale a 8.8 meses de importación de bienes, lo cual refleja la sólida posición externa del país.

Para el 2023 se anticipa un crecimiento de 3.7% para la demanda interna, impulsado por el incremento en el gasto de consumo privado y en la formulación bruta de capital fijo, cuyas tasas previstas de crecimiento se prevén en 4.1% y 4.3% respectivamente.

Mientras que el gasto del gobierno central presentaría una variación de 1.6%, inferior a la prevista de 2.9%.

Crecimiento insuficiente

Si bien las expectativas de crecimiento mundial para este año y el 2023 siguen siendo positivas (3.6%), estas se han revisado a la baja con relación a las proyecciones iniciales del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para Guatemala, las estimaciones del organismo multilateral están respaldadas por las políticas fiscal y la política monetaria, la continuidad de la reactivación de sectores rezagados como el turismo y la resiliencia de la economía estadounidense, principal socio comercial. Por consiguiente, prevé tasas de crecimiento de 4% para 2022 y de 3.6% para el 2023.

Es decir que, luego de alcanzar niveles del 8% en el 2021, pero manteniendo la misma estructura económica que rige desde hace décadas, el PIB del país, vuelve a retomar el ritmo que ha mantenido en los últimos años, de 3.5% aproximadamente. Por consiguiente, estas previsiones de recuperación económica, siguen dependiendo del comportamiento de factores externos.

Los escenarios de la Cepal

En un análisis retrospectivo de los escenarios económicos del país en los últimos 70 años, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), encuentra que esa experiencia histórica ofrece lecciones útiles para plantear distintas hipótesis de los escenarios económicos que se vislumbran para Guatemala hacia el futuro.

En su estudio Patrones de Desarrollo Económico de los Seis Países de Centroamérica, presentado recientemente, plantea tres escenarios:

El primero es que la política económica continué igual, con una estrategia neoliberal y el modelo híbrido tripartito, a base del beneficio de una rápida recuperación económica postpandemia, sin amenazas sociopolíticas.

Esta mejora económica debería ser suficiente para reducir las presiones migratorias, con lo cual, los esfuerzos por instaurar las bases institucionales de un nuevo modelo de desarrollo que incluyen algunas reformas “cosméticas” de lucha contra la corrupción.

El segundo es el de una reforma cooptada con un resultado similar a lo que se ha obtenido hasta hoy, con un modelo híbrido de desarrollo que promueve mayor diversificación horizontal, con pocas posibilidades de desarrollo para la mayoría.

En el más optimista, aumenta la tolerancia del sector empresarial ante posibles cambios económicos, con una sociedad civil fortalecida, junto a un Estado con mayor capacidad y autonomía. Esto permitiría establecer las bases de un nuevo modelo de quiebre que resultaría, supuestamente, en un desarrollo más incluyente y con potencial de mayor crecimiento, inversión y productividad laboral, con un Estado de derecho fortalecido y mayor potencial de mayor crecimiento, inversión y productividad laboral.

Fortalecer al Estado, reducir la corrupción, combatir el crimen y la falta de oportunidades, empoderar a la sociedad civil y aminorar las desigualdades sociales en el Triángulo Norte de Centroamérica, es una necesidad que desmotivaría el auge de la migración hacia el país del norte, apunta el informe de la Cepal.

Y en ese marco, el FMI y por aparte el Banguat, en su informe Trimestral de Política Monetaria, coinciden en que, a mediano plazo, convendría abrir margen de maniobra fiscal para eliminar brechas sociales históricas por lo que, las autoridades deberán fortalecer el marco de gobernanza de la infraestructura, con miras a incrementar las inversiones en salud, entre otras recomendaciones.