Su veredicto es que la pieza presenta daños “permanentes”, con varios desgarrones en la parte posterior, cristales que han desaparecido y otros que penden de un hilo. ”
¿Mereció la pena?”, pregunta Forner en su artículo al dueño del icónico vestido, propiedad de la franquicia estadounidense Ripley’s Believe It or Not!, que actualmente lo tiene expuesto en una de sus sedes en Los Ángeles.
La compañía prestó el vestido a Kardashian para que lo luciera a su llegada a la Met Gala, donde fue una de las celebridades que más atención atrajo por su atuendo.
Y es que el vestido es prácticamente historia de Estados Unidos y de la cultura pop, pues era el que Monroe lució cuando le cantó el “cumpleaños feliz” al entonces presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962, apenas unos meses antes del fallecimiento de la actriz.
Para poder enfundarse el atuendo, Kardashian tuvo que someterse a una dieta con la que dice que perdió más de 7 kilos en tres semanas.
La celebridad de 41 años apenas tuvo puesto el vestido durante unos minutos, a su llegada a la gala, pues luego se lo cambió por una réplica para proteger el original. Sin embargo, según Forner, ello no impidió que la pieza sufriera daños “significativos” a pesar de las repetidas garantías dadas por los propietarios.
El Consejo Internacional de Museos ya había subrayado que este tipo de “prendas históricas no deben ser vestidas por nadie”, pues aunque sean propiedad privada deben verse como un patrimonio a preservar “para las generaciones futuras”.