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Mujeres jóvenes se oponen al derecho a abortar

Muchas mujeres estadounidenses lloraron la decisión del Tribunal Supremo de anular el caso Roe contra Wade, pero para otras es un momento de triunfo y una cuestión de derechos humanos.

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Kristin Turner, directora de comunicaciones de Progressive Anti-Abortion Uprising, lleva un botón antiaborto en San Francisco, el 2 de junio de 2022. (Foto Prensa Libre: Rachel Bujalski/The New York Times)

Kristin Turner, directora de comunicaciones de Progressive Anti-Abortion Uprising, lleva un botón antiaborto en San Francisco, el 2 de junio de 2022. (Foto Prensa Libre: Rachel Bujalski/The New York Times)

Muchas mujeres estadounidenses reaccionaron a la revocación del derecho al aborto con conmoción y temor, y lo tomaron como una advertencia de un ominoso declive de la condición de las mujeres como ciudadanas con pleno derecho.

Sin embargo, para algunas mujeres, esta decisión significó algo diferente: un triunfo de los derechos humanos, no un impedimento para los derechos de la mujer.

“Simplemente rechazo la idea de que, como mujer, necesito el aborto para tener éxito o ser tan próspera como un hombre en mi carrera”, comentó Phoebe Purvey, una texana de 26 años. “No creo que tenga que sacrificar una vida para lograrlo”.

La decisión de la Corte Suprema de anular el caso Roe contra Wade fue una victoria política para décadas de esfuerzos de cabilderos, estrategas y profesionales de campaña. No obstante, también fue una batalla cultural, librada por activistas de todo el país, incluyendo a las del mismo grupo demográfico de quienes más tienen que perder, según los defensores del derecho al aborto, en el nuevo panorama estadounidense: las mujeres jóvenes.

Una nueva generación de activistas, a la que los líderes antiaborto suelen señalar como el rostro del movimiento, dice estar preparada para continuar la lucha en la era pos-Roe contra Wade de la nación.

Muchas de ellas, aunque no todas, son conservadoras cristianas, el grupo demográfico que durante mucho tiempo ha formado el núcleo del movimiento antiaborto. Otras son laicas y ven sus esfuerzos contra el aborto como parte de una cruzada progresista por los derechos humanos. Todas han crecido con un acceso antes impensable a imágenes del interior del vientre materno, por lo que se han convencido de que un feto es un ser humano completo mucho antes de ser viable.

Muchas creen que el procedimiento debería prohibirse desde la concepción, que incluso el aborto más temprano es un asesinato. Pero adoptan el punto de vista del movimiento general antiaborto de que las mujeres son víctimas de la “industria” del aborto y no deben ser castigadas, lo que las pone en desacuerdo con la creciente ala “abolicionista” del movimiento que pide que se responsabilice legalmente a las mujeres de sus abortos.

Además, en su gran mayoría, esas jóvenes rechazan la idea de que el acceso al aborto sea necesario para su propio éxito o el de cualquier mujer.

Purvey señaló que apoyaba la prohibición legal del aborto desde la concepción. Pero cada vez se siente más incómoda utilizando el término “provida” para describirse, puesto que evoca un énfasis en la prevención de los abortos a cualquier precio en lugar de en ayudar a las mujeres. Prefiere “afirmación de la vida”, y trabaja en una clínica de recursos para el embarazo en Dallas que utiliza el mismo término para describir la atención prenatal gratuita y de bajo costo, los servicios posparto de doula, la consultoría de lactancia y otros servicios ofrecidos a sus clientes, principalmente de raza negra y bajos recursos.

Purvey nació en una comunidad mexicana del sur de Texas. Relató que su madre era pobre y tenía un matrimonio inestable, y recibió atención prenatal de Planned Parenthood. La familia más adelante recibió apoyo financiero y emocional de su iglesia, lo que inspiró a Purvey a proporcionar ayuda a mujeres como su madre.

“En este momento de mi vida, defiendo los derechos de los niños antes de nacer y de las mujeres por igual, pero me considero un poco más partidaria de las mujeres y enfocada en ellas”, afirmó. “Ahí es donde se produce gran parte del cambio”.

Una mayoría evidente de estadounidenses opina que el aborto debería ser legal con pocas o ninguna excepción, según una encuesta del Centro de Investigaciones Pew realizada en marzo. Las mujeres de entre 18 y 29 años son mucho más propensas que las de más edad a decir que el aborto debería ser legal en general y que es moralmente aceptable. Solo el 21 por ciento de las mujeres jóvenes dicen que el aborto debería ser ilegal en general, de acuerdo con esta encuesta.

Para la mayoría de las mujeres estadounidenses que apoyan el derecho al aborto, el entusiasmo de otras mujeres por despojarlas de sus derechos constitucionales puede resultar desconcertante y enfurecedor, una profunda traición. Pero, en su inmensa mayoría, las jóvenes del movimiento antiaborto se consideran activistas de los derechos humanos, guerreras felices del lado correcto de la historia.

“Siempre ha sido un movimiento de jóvenes”, indicó Kristan Hawkins, quien se convirtió en presidenta de Students for Life of America en 2006, cuando tenía 21 años. Recordó una frase que escuchó de la activista conservadora Alveda King, sobrina de Martin Luther King Jr., una presencia frecuente en los eventos de protesta contra el aborto: “Cuando los jóvenes se unen a tu movimiento, sabes que la victoria está en camino”.

La organización de Hawkins, que apoya la prohibición casi total del aborto a partir de la concepción y se opone a los anticonceptivos orales, cuenta ahora con 1250 grupos en institutos de todo el país, desde secundarias hasta escuelas de posgrado. Sus carteles con la leyenda “Soy de la generación provida” son omnipresentes en las manifestaciones contra el aborto.

Hawkins aseguró que el movimiento antiaborto contemporáneo ofrece una visión más empoderadora para las mujeres jóvenes que el feminismo del derecho al aborto.

“Estamos en 2022, no en 1962”, mencionó, y agregó que los derechos legales de las mujeres para hacer cosas, como conseguir préstamos, han avanzado drásticamente desde la era anterior a Roe contra Wade.

Añadió que si el feminismo les dice a las mujeres jóvenes que necesitan poder interrumpir sus embarazos para alcanzar sus objetivos educativos y profesionales, el movimiento antiaborto les dice que pueden tenerlo todo.

Los jóvenes han formado parte del movimiento antiaborto desde la década de 1970. La Marcha por la Vida que se realiza cada año en Washington, celebrada en torno al aniversario de la decisión del caso Roe contra Wade, atrae ahora a autobuses de estudiantes de todo el país, que vienen a participar en lo que se ha transformado con los años en una manifestación festiva impulsada por los jóvenes.

Cuando era una adolescente activa en internet, Lauren Marlowe tenía la vaga idea de que apoyar el derecho al aborto era lo que hacía la gente “buena”. Pero se inclinó a pensar de otra manera en parte debido a los avances en las imágenes de los ultrasonidos. “En aquel entonces, cuando se miraban las ecografías y se pensaba que era solo un puñado de células, eso era todo lo que podían ver”, señaló, refiriéndose a una frase utilizada por la filósofa Judith Jarvis Thompson en una famosa defensa del aborto en 1971.

Marlowe, de 22 años, coordinadora de las redes sociales de Students for Life of America, lanzó una pequeña línea de “ropa provida a la moda” como estudiante de la Universidad Liberty. La línea ofrece una camiseta con la palabra “provida” en el tipo de letra de la serie “Friends” y una sudadera con capucha con la frase provocadora “Solo un puñado de células”.

En Tennessee, Kailey Cornett, de 28 años, dijo que preveía que su trabajo como directora general de Hope Clinic for Women, un centro de “afirmación de la vida” que ofrece servicios y apoyo a las mujeres embarazadas, aumentaría su actividad en un panorama posterior al caso Roe contra Wade. Tennessee tiene una ley de activación que se espera que entre en vigor a mediados de agosto y que prohibirá el aborto en casi todos los casos, incluyendo los de violación e incesto.

Cornett dice que recibió un llamado de Dios mientras asistía a una convención cristiana de jóvenes cuando era adolescente: el mensaje era sobre “apoyar con amor” a las mujeres jóvenes que se enfrentaban a embarazos no planeados. Fue voluntaria en un centro de recursos para embarazadas en Arizona en el bachillerato y estudió una licenciatura en Gestión de Organizaciones sin Fines de Lucro con el objetivo de dirigir una.

La lectura del libro de la escritora cristiana progresista Sarah Bessey “Jesus Feminist” le mostró que su fe y el cuidado de las mujeres no tenían por qué oponerse. “Dios mío, puedo seguir con ambas cosas”, recordó haber pensado. “Resulta que he sido feminista todo el tiempo, pero tenía una definición equivocada de él”.

Las jóvenes cuyo activismo no está vinculado a creencias religiosas son relativamente nuevas en el movimiento, en el que constituyen un nicho pequeño pero ruidoso.