En el encuentro, según el diplomático estadounidense, Granera le dijo que Ortega, un exguerillero sandinista que se encuentra en el poder desde 2007, estaba “completamente loco y que era una amenaza para el país”.
También le confió que Ortega creía que ella, como jefa policial, mantenía reuniones frecuentes con el embajador estadounidense para conspirar contra el mandatario sandinista, y que ese era su primer encuentro.
Según el cable, Callahan le sugirió a Granera reunirse en su residencia, en el desayuno o almuerzo, y la jefa policial dijo que no se atrevía bajo el argumento que eso alimentaría las sospechas de Ortega.
“Ortega además creía, aparentemente, que había un grupo de monjas viejas rezando para su asesinato y esto lo miraba como una acción amenazante”, según el cable del exembajador de EE. UU., fechado el 27 de abril de 2009, tres días después del encuentro con Granera, y que fue filtrado por WikiLeaks.
Ese documento forma parte de una filtración de mil 432 cables sobre Nicaragua que publicó WikiLeaks, que corresponden al período de 2006 al 2010, explicó Confidencial, que dirige el periodista nicaragüense exiliado Carlos Fernando Chamorro.
Confidencial indicó que accedió al cable diplomático justo 13 años después “de la irracional expulsión de las monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta, quienes abandonaron el país el pasado 6 de julio de Nicaragua” luego que las autoridades disolvieran su asociación benéfica.
El documento diplomático filtrado por WikiLeaks no identifica a que órdenes religiosas pertenecían las monjas, sólo que se trataba de un “grupo de monjitas muy mayores”.
Los cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks revelaron, en ese entonces, la visión que la embajada de Estados Unidos de Nicaragua tenía del presidente Ortega: un hombre corrupto, sin escrúpulos y autoritario, recordó Confidencial.
Varios de los cables denunciaban el temor de los funcionarios del Estado de sufrir represalias por dar declaraciones públicas, agregó.
Nicaragua atraviesa una crisis política y social desde abril de 2018, que se ha acentuado tras las controvertidas elecciones generales del pasado 7 de noviembre, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.
Ortega, de 76 años, lleva 15 años y 5 meses consecutivos en el poder, en medio de denuncias de autoritarismo y fraude electoral.