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Eterna baja tributaria: 5 factores por los que no sube la recaudación en Guatemala
En promedio, los contribuyentes solo pagan impuestos por el equivalente al 10.87% de la producción nacional y la carga cae casi siempre en quienes ya tributan.
La carga tributaria de Guatemala para 2022 se proyecta en 11.7%. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Una de las debilidades históricas que de manera anual los organismos financieros internacionales y las agencias de calificación de riesgo-país recalcan en sus informes sobre Guatemala es la baja carga tributaria en comparación con otras naciones.
Por ejemplo, solo en abril último, en la evaluación del Capítulo IV por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) una de sus cuatro recomendaciones es incrementar la recaudación y mejorar la eficiencia del gasto, a pesar de que en el año pasado el indicador mejoró al cerrar en 11.7% del Producto Interno Bruto (PIB).
Eso significa que, por cada quetzal que se produce en el país, 11.7 centavos entran al fisco por impuestos que se destinan al financiamiento del gasto público, y según la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) esa carga tributaria volvió a las cifras observadas en 2006 y 2007, cuando ya se trataba de alcanzar el 12% propuesto en los Acuerdos de Paz firmados en 1996.
Además, a pesar de que la economía creció 8% el año anterior, fue un “efecto rebote”, luego de la depresión del 2020 por la crisis sanitaria. Para el presente año, la proyección de este indicador es nuevamente de de 11.7%, y la estimación de recaudación podría rondar los Q82 mil millones a diciembre, aseguró Álvaro González Ricci, ministro de Finanzas y presidente del Directorio del administrador tributario, en una conversación con Prensa Libre.
¿Por qué no aumenta?
Hay por lo menos cinco factores que explican “la fugas” que no permiten avanzar en el corto plazo.
Según Abelardo Medina Bermejo, analista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), el primer aspecto es que las empresas, en términos efectivos, pagan muy poco impuesto sobre la renta (ISR), a pesar de que la tasa nominal establecida por la ley es del 25%. Esto, porque se aprovechan todas las deducciones permitidas en la misma ley, por lo que terminan liquidando entre 0.8% y 1.2% sobre los ingresos.
Por otro lado, Guatemala tiene la menor tasa del impuesto sobre el valor agregado (IVA) en Centroamérica, así como la existencia de tratamientos especiales (gasto tributario) y ese es el segundo factor, pues a pesar de que hay contribuyentes que tienen la posibilidad de tributar lo que deberían, no lo hacen.
Recientemente, se publicó el informe del 2021 sobre el gasto tributario y se indica que este equivalió Q18 mil 401 millones o sea el 2.8% del PIB y ha mantenido una tendencia alcista en los últimos nueve años.
El tercer factor está asociado a la evasión del IVA, pues hay “una zona muy gris” en la recaudación asociada a las ventas en los mercados cantonales, donde se exenta del pago del impuesto a las compras de verduras, frutas, legumbres, carnes, y otros productos menores, por compras menores de Q100, pero en la realidad, no se tributa nada de todos los negocios que forman parte de la llamada informalidad económica, que incluye la actividad productiva del 70% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que es muy difícil mejorar, señaló el consultor.
Hace algunos días se calculó la evasión del IVA en Q7 mil 840 millones (en el 2021), pero desde el 2013 al año pasado, hay un arrastre de Q80 mil 719 millones que se ha dejado de cobrar por parte de la SAT.
El cuarto punto es la elasticidad de los impuestos unitarios (establecimiento de tarifas), en el sentido de que suben los precios de los bienes, pero la proporción del tributo es menor, y es una de las situaciones que hay que corregir.
Y el quinto elemento, no menos importante, es que en Guatemala 1.2 millones de personas y empresas aportan al fisco de manera constante por estar obligadas a pagar varios tributos, aparte del impuesto sobre circulación de vehículos (ISCV), que es el único que paga otro 1.5 millones de contribuyentes. Incluyéndolos a ellos, la base tributaria del país es de dos millones 675 mil contribuyentes.
Es más, en 12 años, los tributantes efectivos sin incluir los que pagan ISCV han aumentado 584 mil 744, pues en 2010 eran 609 mil 514 y al cierre del año pasado, sumaban 1 millón 194 mil 258. En tanto, quienes solo pagan ISCV, en 2010 eran 605 mil 164 y en 2021, 1 millón 481 mil 450, para un aumento de 876 mil 286, que solo pagan un tributo específico al año.
Por otro lado, están los pequeños contribuyentes del IVA, que al año anterior sumaban 1 millón 81 mil 949 inscritos, pero solo 828 mil 390 activos, para un 23.4% de inactivos por diversas causas.
Entonces, entre el gasto tributario, la estimación del incumplimiento del IVA por unos Q26 mil 240 millones en 2021, más lo que se pierde por el contrabando y por los escudos fiscales (deducciones), el monto de lo que la SAT deja de cobrar, puede superar a lo que se recauda de manera efectiva.
“Sin necesidad de aumentar tasas impositivas (actuales) y ejerciendo mayores controles, la carga tributaria podría llegar hasta 23%; o sea llegar a cobrar ese porcentaje de impuestos, que se define como el potencial real de cobranza”, afirma el Icefi.
FEL es la apuesta
El ministro González Ricci aseguró que a pesar de que la proyección de la carga tributaria para este año es de 11.7%, la cobranza marcha bastante bien, y eso se debe a los esfuerzos de fiscalización y el uso obligatorio de la Factura Electrónica en Línea (Fel), que le permitirá a la SAT ser más ágil y eficiente.
Para el 2023 la estimación de recaudación está por los Q84 mil 550 millones, en la que habrá un alto componente de la facturación en línea, con lo que el centro de investigación consultado está de acuerdo.
“En los siguientes dos a tres años, puede aumentar la recaudación y a la vez la carga tributaria, ya que los tres principales impuestos dependen de facturación: el IVA, el ISR y el impuesto de solidaridad (ISO), por lo que es necesario hacer cruces de información”, expuso Medina.
Pero añadió que por las mejoras en la facturación electrónica se puede cerrar la evasión del IVA hasta en un punto del PIB, con lo que ocurriría un efecto “cadena” porque al haber más cobranza del impuesto al consumo, se tendría que elevar el ISR y con un buen manejo y administración se puede alcanzar hasta 2.5% del PIB para los siguientes 36 meses.