El libro de Rubén Rivas Alvarado, Memorias y Recuerdos de Huehuetenango 1906-1920, cuya edición estuvo a mi cargo, es un relato agradable de la vida en provincia en el período analizado.

El libro, además del ensayo autobiográfico, está ilustrado con imágenes de la exposición fotográfica “Huehuetenango Histórico. Joya Visual 1890-1980”, un esfuerzo hecho por la Casa Sáenz, S. A., y el Centro de Estudios y Documentación de la Frontera Occidental de Guatemala, Cedfog. Esta ONG ya suspendió operaciones. Gracias a Juan Manuel Sáenz se lograron conseguir esas fotografías, de las cuales hizo copia Jacobo Quan.

Se hizo el levantado de texto, correcciones y citas aclaratorias, trabajo a cargo de Johann Melchor Toledo y Edvin Quisquinay Alcor.

Adicionalmente solicité a parientes y amigos de Huehuetenango fotografías para complementar las imágenes del libro con personas, quienes son citadas por don Rubén, y que agradezco enormemente. Se publican algunas fotografías de personas que vivieron en esa época, aun cuando el libro no las cita.

El libro inicia con un Preámbulo escrito por J.M. Rivas S., hermano de don Rubén, titulado “A manera de presentación”.
En la Introducción, don Rubén indica que se había comprometido tiempo atrás a escribir una pequeña parte de su vida el día que cumpliera sus 75 años, que él data el 8 de octubre de 1981.

Don Rubén recuerda el refrán que dice: “Es misión de todo hombre: engendrar un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro”. Respecto del primer punto, indica: “Me excedí porque fueron seis hijos los que Dios me dio”. Agrega: “Cuando fui chico de escuela, me llevaron con otros compañeritos a un bosquecito muy adentro de lo que por el camino a Chiantla le llaman El Primer Carrizal”. Ahí sembró un arbolito. Y termina diciendo que a falta de escribir un libro, va a “narrar un cúmulo de recuerdos que son mi propia vida”.

Como se ha indicado, el autor nació en Huehuetenango el 8 de octubre de 1906. Hace un relato de quiénes eran los miembros de su numerosa familia y quiénes eran sus padres.

Relata que, en 1906, su padre fue enviado a la capital con la expedición militar que Huehuetenango aportaba como contingente para combatir contra las fuerzas salvadoreñas, que se llamó La Guerra del Totoposte, dirigidas por el general Tomás Regalado. Las tropas huehuetecas acamparon en el Castillo de San José. Triunfantes, las tropas guatemaltecas por la muerte en batalla del general Regalado, su padre volvió a Huehuetenango, pocos meses antes de que él naciera.

En el camino rumbo a Chiantla, siguiendo “camino arriba, de repente, en un paraje seco o muy verde, según la estación verano o invierno, se trepaba una gran loma en cuya cúspide había una larga extensión de peñas en cuyo pie se formaba una gran poza de agua que goteaba de diferentes puntos y producía una musicalidad de diferentes tonos, según la profundidad del agua, por lo que la gente la llamaba Las Marimbitas…”

Señala don Rubén que, siguiendo otra vez el camino a Chiantla, como a tres kilómetros, había otro paseo muy original que llamaban “Hoyo Oscuro”, cruzando hacia la izquierda se descendía por una ladera, al final de la cual estaba la entrada a un túnel abierto de unos 200 metros de largo, y la “chirizada” (sic) lo atravesaba corriendo y haciendo bulla a oscuras. Al otro lado del túnel había un bellísimo paisaje.