IMAGEN ES PERCEPCIÓN

Adiós a un ícono llamado Olivia Newton-John

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Quién no recuerda la memorable imagen de una hermosa rubia, de cabello rizado, con una luminosa sonrisa y una espectacular figura delgada, vistiendo unos pantalones de cintura alta y ceñidos de cuero —que, por cierto, tuvieron que cosérselos puestos para lograr ese ajuste espectacular, ya que en esa época no existía la famosa tela spandex—. En juego con la famosa chaqueta y sus altos zapatos rojos. Es impresionante la manera como el icónico atuendo que utilizó Olivia Newton-John en la película Grease influyó en las generaciones futuras y seguirá haciéndolo.

' Algunas veces una sola imagen es suficiente para evocar toda una época. Y esto pasa con Grease.

Brenda Sanchinelli

Algunas veces, una sola imagen es suficiente para evocar toda una época. Con sus ideales, con sus conquistas o fracasos. Con su profundidad, ligereza o gravedad. Esta escena final de Grease, la película musical que dio éxito mundial e inmortalizó a la actriz y cantante Olivia Newton-John, quien murió el pasado lunes a los 73 años, nos recuerda que todos somos humanos y aunque vivamos momentos grandiosos en nuestra vida, como el caso de Olivia, finalmente nuestro paso por el mundo es efímero y todos vamos un día a encontrarnos con la muerte. Sin embargo, podemos dejar en los demás una huella imborrable y un legado.

Nadie puede quitarse de la mente a la electrizante Sandy, balanceándose graciosamente, durante la mítica última escena de esa joya del cine, junto con John Travolta, cantando a dúo You’re the one that I want. Uno de los momentos más emocionantes, motivadores y románticos de la historia de la gran pantalla.

Todos recordamos a la buena Sandy, una linda y virginal jovencita con sus diademas y faldas vueludas que de repente se convierte en una especie de antagonista de sí misma, cuando siente que su galán no valoró su dulce temperamento. De tímida se transforma en valiente, de colegial ingenua se convierte en una mujer sexy y segura de su encanto. Incluso dominando al chico más popular y guapo de la escuela. Literalmente poniéndole el pie encima (Esos zapatos rojos preciosos).

Cuando miramos esa película, todas las mujeres nos sentimos identificadas con Sandy, cuando un hombre se aprovecha de nuestro amor puro e ingenuo. Lo gracioso es que en la película había bullying, pero los jóvenes sabían cómo enfrentarlo sin mayor daño ni drama.

Olivia Newton-John, en esa película ambientada en los años 50, pero producida realmente en 1978, se convirtió en un referente femenino de la belleza, el talento y la elegancia. Sexi, pero no vulgar. Atractiva, pero sin enseñar más de la cuenta. Vengándose, pero con su propia superación y no destruyendo a nadie. Amando, pero con los pies en la tierra. Con su delicada voz y su emotiva interpretación reflejaba una fragilidad enternecedora.

Su enfermedad, un cáncer de mama, apareció en 1992. Y desde allí fue recurrente. Pero le enseñó que debería disfrutar cada día, cada minuto de su vida, como que fuera el último. Su amor por la música la mantenía viva, aunque consiente de que un día, como todos, tendría que partir.

La muerte de Olivia Newton-John es una sacudida demasiado fuerte. El mundo entero está recordando y rindiendo homenaje con gratitud y cariño a la inolvidable Sandy Olsson, de Grease, una película de culto dirigida por Randal Kleiser, con la legendaria Olivia y John Travolta en el papel del encantador Danny Zuko. Es la mejor comedia romántica musical de la historia del cine de todos los tiempos y una muestra representativa de la generación de los años 50. Una forma de sentir y ver la vida, que jamás volverá, la cual todos añoramos. Las canciones y las coreografías son inolvidables, hacen la historia de la música, como la película hace la historia del cine.

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