El creador de este espacio en Instagram es Carlos Simón. “La finalidad es compartir relatos que muestren no solo lo que estamos habituados a ver en Facebook o Instagram, donde pareciera que las personas se esfuerzan por mostrar la mejor cara todo el tiempo, sino cualquier tipo de experiencia que pasa por ser seres humanos”, escribe y dice con certeza.
Su gran proyecto que tiene claro comenzó cuando utilizó sus ahorros, armó su maleta y partió de Lima en el 2018.
Su primera parada fue Bolivia (La Paz y Santa Cruz). Luego, pasó por Chile (Santiago, La Serena y San Pedro de Atacama) y Argentina (Buenos Aires, Rosario y Mendoza). Su travesía siguió en Uruguay (Montevideo) y Brasil (Río de Janeiro y Florianópolis).
Después viajó a Ecuador (Quito, Cuenca, Guayaquil y Baños) y Colombia (Bogotá, Cali, Medellín y parte del eje cafetero, donde enfermó de Covid). Sus últimos destinó han sido Panamá (Ciudad de Panamá, el Valle de Antón, Santa Catalina, Colón y Farallón), Costa Rica (San José- Atenas-Ojochal- Manuel Antonio) y actualmente se encuentra en Guatemala.
En el Lago de Atitlán describe que ha recolectado testimonios sobre la contaminación de sus aguas y cómo esto ha afectado a las miles de personas que se sirven de ellas. Además de enfrentarse a otras historias de vida.
“Tengo tal vez 77 años, ya cansada, mi pie puro calambre, la espalda mucho duele, pero tengo que seguir trabajar. Mi patojo (hijo) está trabajando, pero no hay su mujer, así que yo solita estoy haciendo su comida, su tortilla, su ropa lavar, pero estoy cansada señor… Es duro porque no hay mi mamá, ni mi papá, ni mi hermano, ni mi esposo, puro solita yo. La vida pobre es dura, señor; la vida pobre en el campo es más dura señor. He venido a buscar leña para cocinar pero no hay, puro verde no más hay. Yo quisiera hacer mi comida esta noche pero creo que no se va poder, yo necesito mi leña pero no hay, leña puro verde hay. En el monte sí hay, pero muy lejos para mi, mi nieta me ayuda, pero ya no tengo fuerza para luchar, qué le voy a hacer, señor”, dijo su entrevistada en Atitlán hace apenas unas semanas.
Un libro cada vez más cerca
Comparte que en sí estos años no han sido fáciles. Por el contrario tiene muchos retos. Trabaja en voluntariados a cambio de comida y lugar donde dormir, se ha dedicado a trabajos como vender comida, pintar casa y otro oficios que le han permitido financiar esto, hay días que no ha podido comer, “no hay nadie detrás de mi para darme dinero o contactarme con mis entrevistados”, agrega.
El periodista está a punto de terminar su recorrido. México es su última parada y luego planea regresar un tiempo a Perú a visitar a su familia.
Cada una de las historias que plantea quiere sean parte de un libro en el que cuente cada una de estas experiencias.
Si bien su público objetivo son personas del cotidiano, Simón ha ingresado a prisiones, centros de rehabilitación para adictos a las drogas, casas refugio para extrabajadoras sexuales, entre otros espacios, pero con la misma misión en todos los lados: siempre en la búsqueda de la más honesta historia.
Entre las historias que recuerda que le impresionaron está la de un sicario en Colombia, con quien fue un reto hablar por su mirada fría, o bien en Nicaragua que no lo dejaron entrar. “Se subieron al bus y me buscaron…preguntaron cosas y por qué hablaba del Gobierno de Daniel Ortega…esto fue porque en Costa Rica entrevisté a refugiados políticos”, agrega.
“Las historias de ‘Personas de Latinoamérica’ son, además, una forma de evidenciar que, independientemente de nuestra nacionalidad o color de piel, más allá de nuestro nivel socioeconómico o demás categorías que como sociedad hemos inventado, todas las personas estamos hechas de los mismos sueños y frustraciones, todas sentimos de la misma manera y por esto todas tenemos una historia que contar”, remarca.
Simón agrega que las historias que más le han impactado más son aquellas que hablan de la realidad. Una de ellas fue en Uruguay con una mujer de 80 años, “ella tiene la templanza que da los años y sabiduría, me decía que a nuestra generación nos gusta vivir de fantasías y no aceptan la realidad…a mi me cortaron el seno y acepté la realidad, murió mi hija y acepté la realidad…y aquí me tienes, así es la vida, nadie tiene la culpa, las cosas pasaron porque pasaron”, expresó.
También conoció a una colombiana que nació con problemas grandes de salud y en su casa la cuidaban por la dificultad de su movilidad y a los 24 años decidió escapar y conocer el mundo, puso un viñedo y progresó mucho comercialmente y repreenta la fuerza que los humanos tienen.
Después de terminar su viaje se dedicará por completo a su libro y a establecer su propia historia. “Esta vida es interesante vivirse para perseverar en lo que creemos y encontrar algo que tenga significado para uno, no importa si es grande o pequeño…”, expresa sobre esta aventura que ha vivido en América Latina.