Esa es una de las grandes preocupaciones de Soto, quien señala que “el libro empieza y finaliza de la misma manera”, con el abogado Joaquín Pérez viajando de Miami (EE.UU.) a Colombia para atender a sus controvertidos clientes.
Soto, editora de la Unidad Investigativa del diario El Tiempo, cuenta en “El abogado de la mafia”, publicado por Penguin Random House bajo el sello Aguilar, las andanzas de narcos como Víctor Patiño Fómeque y Leonidas Vargas o del paramilitar Carlos Castaño, jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), asesinado en 2004 por orden de Vicente, su hermano mayor.
Igualmente desglosa pormenores de la vida delictiva de otros dos capos y jefes paramilitares que están o estuvieron presos en Estados Unidos, como Salvatore Mancuso, quien lideró las AUC tras el asesinato de Castaño, y de Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”.
A ellos, como a otro puñado de oscuras personas, los apoderó Pérez, un cubano-americano que quiso ser alcalde de Miami pero terminó como un reconocido y habilidoso abogado que logró ventajosos arreglos que incluso alcanzaron para que algunos de sus defendidos no pagaran ni un día de cárcel.
LAS CONFESIONES DE MANCUSO
De los casos que llevó Pérez uno de los que más llama la atención es el Mancuso, que se desmovilizó el 10 de diciembre de 2004.
Él y otros 13 altos mandos de las AUC fueron extraditados a EE.UU. el 13 de mayo de 2008 en aviones de la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés), durante el Gobierno del presidente colombiano Álvaro Uribe (2002-2010) por seguir delinquiendo desde la cárcel.
En Estados Unidos, Mancuso colaboró con la Justicia de ese país y entregó “82 nombres de narcoparamilitares. Además, los de 7 políticos, 46 congresistas, 65 miembros de la fuerza pública y 7 empresas nacionales y extranjeras ligadas a las Autodefensas”, relata Soto en su libro.
La autora explica que “pocos saben que en las declaraciones a fiscales gringos hay once generales más, del Ejército y de la Policía; nueve coroneles y una decena de uniformados de otros rangos, algunos de los cuales aún no han sido indagados por la Justicia colombiana”.
En documentos oficiales consta que el exjefe de las AUC certificó la entrega de propiedades valoradas en más de 50 millones de dólares, una cifra que deja ver las claras las fortunas que movieron los paramilitares en Colombia.
Mancuso fue condenado en 2015 por la Corte del Distrito de Columbia (EE.UU.) a 15 años y 10 meses de prisión por narcotráfico, pena que terminó de purgar en marzo de 2020 gracias a beneficios a los cuales se acogió.
Sin embargo, la salud de Mancuso, que está a la espera de que le definan su regreso a Colombia pues el país lo pidió para juzgarlo por otros crímenes, está mermada.
Padece constantes dolores de cabeza, solo puede leer por el ojo derecho, perdió varios dientes, luce encorvado y bajo de peso, muy diferente a cuando se paseaba en camionetas blindadas y con un ejército de escoltas, añade la autora.
APORTAR VERDAD
Por ese y otros casos Soto considera que uno de los fines del libro es aportar “una verdad que no se conoce muchas veces en expedientes judiciales en Colombia, una verdad que muchas veces se queda en Estados Unidos”.
Y es que Colombia sigue sumida en un espiral de violencia pese a que en 2016 se firmó el acuerdo de paz con la entonces guerrilla de las FARC, y antes se desmovilizaron las AUC, organizaciones que apalancaron su crecimiento militar en el poder económico derivado del narcotráfico.
De las investigaciones de Soto, todas ligadas al mundo del narcotráfico y del paramilitarismo, han surgido libros como “La viuda negra”, “Los caballos de la cocaína” y “Narcojet, cocaína para el mundo en aviones de lujo”.