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“Disponibilidad de alimentos podría ser inferior por el aumento de precios de los fertilizantes”: FAO

Representante en Guatemala hace un repaso de la situación alimentaria en el país y del impacto del conflicto en Ucrania si se produce alguna acción que cause incertidumbre.

Las familias de menores recursos podrían cosechar menos alimentos debido a que utilizaron menos fertilizantes por lo elevado de los precios. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Las familias de menores recursos podrían cosechar menos alimentos debido a que utilizaron menos fertilizantes por lo elevado de los precios. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El desarrollo de la guerra entre Rusia y Ucrania tiene un impacto innegable en la disponibilidad y precios de los alimentos a nivel mundial.

Si bien, los precios de estos experimentaron un ligero descenso en los últimos meses, Ricardo Rapallo, representante en Guatemala de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que podrían subir de nuevo, dependiendo de cómo evolucione el conflicto bélico.

En conversación con Prensa Libre, el funcionario internacional también habló de otro factor que podría incidir en el costo de los alimentos: el rendimiento de las cosechas, que podría verse afectado a raíz de un menor uso de fertilizantes, porque también subieron de precio a causa de la guerra.

Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Alimentación. ¿Qué análisis hace de la situación en Guatemala?

Venimos de varios años complicados. El hambre ha aumentado en América Latina desde el 2015 y el 2016; se ha acelerado con la pandemia y se ha deteriorado en el último año y medio. Lo que más afecta a la seguridad alimentaria, y los indicadores empiezan a identificarlo, es la situación en Ucrania. Las cifras oficiales del Gobierno —de Guatemala— hablan de 4.6 millones de personas en inseguridad alimentaria aguda, en crisis o superior a la crisis. La proyección de octubre a febrero es que iba a disminuir porque llegaría la cosecha y corte de café, y con ello el pago de salarios.

Todos los indicadores indican un deterioro de la inseguridad alimentaria.  También nos preocupa el aumento de los precios de los alimentos y cómo el contexto mundial puede tener implicaciones. Aunque ha habido un descenso en los últimos seis meses de los precios de los alimentos, seguimos en torno al 6 por ciento mayor que el año pasado.

¿Cómo se traduce esto a la población?

En el aumento de precios de la canasta básica; por lo tanto, en mayor deterioro de la capacidad de adquirir alimentos. Como sabemos, las personas que viven en el percentil de ingresos bajos, quienes dedican más del 50% de sus ingresos para comprar alimentos. Ellos tendrán que comprar alimentos menos costosos y reducir la diversidad y, en casos extremos, reducir la ingesta, lo que tiene repercusiones en la desnutrición.

¿Cómo se explica esta reducción del precio de los alimentos en los últimos seis meses?

A partir de mayo, hay otros países que entraron a producir al ver la oportunidad que tenían al ver las dificultades de los países —Rusia y Ucrania— de sacar sus alimentos y por las sanciones, pero ha habido ciertos acuerdos internacionales para, al menos los países más importadores y dependientes, —sacar— ciertos contingentes.

Entonces, hay más países produciendo y hay una relativa certeza de la evolución de la guerra; esto ha hecho que la incertidumbre disminuya y se normalicen ciertos precios de alimentos como el azúcar, carnes y sus derivados. Hay una mayor claridad, entre comillas, del conflicto, y eso hace que disminuyan los precios, pero seguimos por encima de los niveles de los últimos 10 años.

Pero el conflicto en Ucrania tiene en vilo al mundo, que siente que cualquier cosa puede ocurrir.

Este año, aunque los alimentos han estado caros, hay alimentos; nos preocupa la cosecha del próximo año, por la menor aplicación de fertilizantes, por el aumento de los precios. En Guatemala, vamos a ver en los próximos meses si los rendimientos han sido menores porque se aplicó menos fertilizante, sobre todo las familias de menores ingresos. Hemos identificado que se sembró la misma superficie, pero se aplicaron menos fertilizantes y pudiera ser que haya menor disponibilidad de alimentos. Eso pasa a nivel mundial, pero más en países como Guatemala, donde la canasta básica se compone de productos nacionales.

Tenemos preocupación por la disponibilidad de alimentos el próximo año en función de cómo evolucione el conflicto. Hoy tenemos más certidumbre que en marzo y abril, pero evidentemente en cualquier momento puede surgir cualquier evento que haga que volvamos a la incertidumbre y aumenten los precios de los alimentos. Entre los dos países, en algunos productos significa el 30% de la producción mundial.

Tenemos bastante incertidumbre sobre cuál puede ser la situación el próximo año, a partir de finales de este, y cuál será la cosecha disponible a nivel mundial por el menor uso de los fertilizantes.

¿Cuánto depende la producción nacional de los fertilizantes?

No tengo la producción nacional, pero un productor medio del Corredor Seco de Guatemala que tiene no más de una hectárea la recomendación mínima es aplicar unos dos quintales de fertilizantes por cada hectárea, con eso debería producir para cosechar en torno a 30 o 32 quintales de maíz, que le alcanza para cuatro o cinco meses de alimentación para una familia de cinco o seis miembros. Con el incremento del precio están aplicando la mitad, y eso puede repercutir en un descenso del rendimiento del 30 por ciento.

Las familias tendrán más brecha que cubrir. Con menos reservas, habrá que recibir más ingresos a través de otras actividades, remesas o en un caso extremo un aumento de la migración interna o hacia el norte.

¿Cómo cree que impactará en la alimentación la tormenta Julia?

Hubo mucha lluvia, que no es negativo, pero sí la acumulación de agua. Hay noticias de que hubo afectación en Izabal, la zona del Polochic… y eso tiene repercusión, si no en términos nacionales, sí sobre los medios de vida de las personas afectadas.

¿Han sostenido reuniones con el Gobierno para expresarles estas preocupaciones?

Nos reunimos permanentemente, y en algunos programas hemos participado en el diseño. Desde Eta e Iota se trabajó en varios programas, como el de estipendios por acciones y recuperación de suelos. Es un programa interesante de 180 mil productores que ha impulsado el Gobierno, que puede ayudar a las familias a tener ingresos que le ayuden a enfrentar la situación. Trabajamos también con el Maga —Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación— en el Plan Nacional de Riego y en el registro nacional de agricultores, para tener mayor certeza de las intervenciones que haga. El desafío es enorme, pero creo que se están haciendo algunos esfuerzos para tratar de dar respuestas más estructurales y no solo coyunturales.

Entonces, ¿el llamado sería a consolidar estos programas?

A seguir consolidándolos, fortalecerlos y ojalá que haya algún mecanismo para que pasen de administración en administración, para que, cuando en un año y medio llegue una nueva administración, aproveche los instrumentos institucionales desarrollados y los protocolos y el aprendizaje que hemos tenido en los últimos años con los efectos climáticos severos. El llamado es a aprender de las lecciones que dejan estos eventos para que el Maga y otras organizaciones que atiendan emergencias los utilicen y no empiecen desde cero.

Vista aérea de cultivos dañados por lluvias asociadas a la depresión tropical Julia en Morales, Izabal. El paso de este fenómeno tropical también agravará la situación alimentaria en ciertas partes del país. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

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