Ya sea para asistir a pedir dulces o para asistir a una fiesta, la celebración permite usar nuestra imaginación para conseguir un disfraz de acuerdo con nuestros gustos.
Halloween, también conocido como “Noche de Brujas”, se celebra debido a las creencias de la antigüedad vinculadas concretamente a la cultura celta. Además, muchas de las actividades de Halloween que se adoptan en la actualidad han ido cambiando a través del tiempo.
Sorprende el que una costumbre celta, originada hace varios miles de años, guarde relación con cualquier disfraz de bruja colgado en las estanterías de los supermercados.
¿Por qué nos disfrazamos?
Uno de los ritos celebrados por los pueblos Celtas era dejar comida y dulces afuera de sus casas en manera de ofrenda. Por otro lado, era común encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y descanso junto a Lugh, dios del Sol, quien se encargaba de darle la energía a sus cosechas.
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Se cree que se disfrazaban con máscaras y ropas terroríficas como forma de camuflarse y ahuyentar a los espíritus malignos. También se celebraban banquetes en las tumbas de los antepasados familiares.
En varios países la celebración de Halloween genera polémica y opiniones divididas. Mientras cientos se disfrazan y van a fiestas o sacan a sus hijos a pedir dulces, otros rechazan por completo esa tradición porque aducen que tiene orígenes páganos y oscuros.
Sin embargo, en muchos países la tradicional Noche de Brujas o Halloween se enfoca en celebraciones temáticas y eso deriva en competencias por lucir los mejores y aterradores disfraces.
De acuerdo con varios especialistas que se han dedicado a publicar documentos sobre la celebración, como la autora Lesley Bannatyne, indican que el origen del uso de disfraces se remonta a la fiesta pagana de más de 2 mil años y cuyos atuendos sí daban miedo.
Según Bannatyne, los disfraces de Halloween de la primera mitad del siglo XX eran aterradores y se basaban en las raíces paganas y cristianas de la festividad, como una noche para alejar a los espíritus malignos o reconciliarse con la muerte.
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“Antes de que se convirtiera en la fiesta familiar como la conocemos, el 31 de octubre estaba profundamente vinculado a fantasmas y supersticiones”, dijo Bannatyne durante una entrevista publicada en medios internacionales. “Se veía como un día ‘fuera de lo normal’, cuando actuabas fuera de las normas de la sociedad”, agregó.
