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La ola roja que no fue

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En las elecciones de mitad de período en Estados Unidos muchos analistas y la mayoría de las encuestas pronosticaban una “ola roja” republicana, sin embargo, como me dijo un amigo, si mucho llegó a “charquito”. Todavía no se tienen los datos completos —y al paso que van quién sabe cuándo se van a tener—, pero todo apunta a que los republicanos sí ganarán el control de la Cámara Baja del Congreso, pero no con la abrumadora mayoría que algunos esperaban, sino con una pequeña ventaja, similar a la que tenían los demócratas. La pregunta del millón es ¿qué pasó con la dichosa ola roja?

' ¿Será conveniente que tengan a Trump como candidato o será mejor que piensen en nuevas caras, como DeSantis?

Jorge Jacobs

La situación en las demás contiendas pinta todavía peor para los republicanos. En el Senado todavía falta decidir tres escaños, y a estas alturas no hay ninguna certeza de que los republicanos puedan llegar a los 51 senadores. De las dos contiendas que todavía están a la espera de resultados, Nevada y Arizona, lo más probable es que se dividan los resultados, con lo que en un déjà vu casi imposible, dos años después, Georgia vuelve a ser el estado que decide la mayoría en el Senado, en la segunda vuelta del 6 de diciembre.

En el caso de los gobernadores, los republicanos ya perdieron Maryland y Massachusetts, y todavía están en riesgo de perder uno más, con lo que, al final, lo más probable es que, en lugar de ganar tres gobernadores como estimaban las encuestas, podrían perder tres.

Todo esto debe ser todavía más frustrante para los republicanos, ya que tenían casi todo a su favor: la aprobación del presidente Biden se mantiene baja, la economía está cada vez más complicada, con alta inflación y altas tasas de interés, la gasolina está cara. Pero aún así, han tenido uno de los peores desempeños de la oposición en unas elecciones de mitad de período en muchas décadas. Se puede argumentar que la decisión de la Corte Suprema sobre el aborto ha sido uno de los protagonistas, pero pienso que hay otros factores que también influyeron.

Pero no todo ha sido malo para los republicanos. Florida ha sido el foco de buenas noticias. Ron DeSantis fue reelecto gobernador de Florida, con una victoria que inclina hacia los republicanos este estado que otrora oscilaba entre conservadores y demócratas. DeSantis se impuso con el 59.38 por ciento de los votos, contra los 39.97 que obtuvo su contrincante, el demócrata Charlie Crist.

Así también, el senador de origen cubano Marco Rubio, a quien los sondeos le concedían una ventaja más estrecha, también se impuso con una ventaja considerable de 57.69 por ciento contra 41.26 por ciento de su rival demócrata, Val Demings. Ambos lograron la victoria en casi todos los distritos de la Florida, incluyendo el de Miami-Dade en el que ningún republicano ganaba desde hace por lo menos 20 años.

Otra victoria importante fue la del gobernador Brian Kemp en Georgia, que, a pesar de que ha sido el estado que sepultó a los republicanos en el Senado hace dos años, y ahora podría repetirlo, le dio una contundente victoria a Kemp, en contra de una de las candidatas favoritas —y mejor financiadas— de los demócratas, Stacey Abrams.

Todo ello pienso que debe llevar a muchas reflexiones a los republicanos, especialmente, de cara a las elecciones generales de 2024. ¿Será conveniente que tengan a Trump como candidato o será mejor que piensen en nuevas caras, como DeSantis?

Trump ha dejado entrever que podría anunciar otra candidatura presidencial, tal vez el 15 de noviembre —casualmente, el día que Mike Pence saca a la venta su libro—. Pero los resultados de la elección de esta semana podrían complicarle sus prospectos.

Hasta el momento, pienso que el gran ganador de estas elecciones fue DeSantis y los republicanos de Florida y quizá quien más haya perdido haya sido Donald Trump. Los demócratas, mientras tanto, se salvaron de panzazo.

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