Guizar-Valencia, quien nació en Tulare, California, en 1979, tuvo su mayor impacto en el mundo del narcotráfico entre 2012 y 2013, tras la muerte y arresto de los fundadores de Los Zetas.
El narcotraficante es reconocido por los alias: “Charly,” “Chema”, “Carlitos” y “Z-43”. Quien fue arrestado el 8 de febrero de 2022 por miembros de la Marina mexicana.
Guizar-Valencia, tiempo después de su captura, fue condenado a 40 años de prisión por delitos de lavado de dinero y cargos por conspiración para traficar cocaína, informó el Departamento de Justicia de EE. UU.
Desde 2014, el Departamento de Estado ofrecía una recompensa de $5 millones por su captura y era considerado uno de los 122 objetivos prioritarios.
Terror en Guatemala
Según medios internacionales, el Z-43 se instaló entre la frontera de México y Guatemala desde 2003 en Palenque, Chiapas, donde reclutó a grupos delictivos locales.
En 2007 inició con el tráfico de droga proveniente de Colombia por medio de carreteras de Guatemala y Puebla.
En 2011 la facción de Guizar-Valencia sembró terror en Guatemala. Durante su mando ocurrieron varias masacres; por ejemplo, una de las peores matanzas en Petén, donde sicarios desmembraron a 27 campesinos en una finca de coco, matanza que se le atribuyó a Los Zetas.
Ese día, unos 200 pistoleros con traje militar llegaron en camionetas, desmembraron a los agricultores y con su sangre firmaron el hecho con un mensaje en la pared “Z-200”, apodo de uno de los traficantes, indicaron medios locales.
“Los Zetas, bajo el mando de Guízar Valencia, han asesinado a un número incalculable de civiles guatemaltecos durante la toma sistemática de la región fronteriza de Guatemala con México durante los últimos años”, señalaba el Departamento de Estado a medios internacionales.
Resultado dantesco
Según el MP, el acta del procesamiento de la escena del crimen cerró así: “Un cuerpo completo, 26 cuerpos sin cabeza y 23 cabezas”.
Fueron asesinados 25 hombres y dos mujeres, que estaban atados de las manos, y de los cuales 26 habían sido decapitados.
Los victimarios dejaron dos paredes con pintas dirigidas al propietario de la finca, Otto Salguero. Las leyendas fueron escritas con la sangre, en apariencia, de una de las piernas de las víctimas.
Pobladores cercanos dijeron que los muertos eran trabajadores de la finca Los Cocos, la mayoría originarios de Cerro Chino, Los Amates, Izabal.