NOTA BENE

¿Será el 2023 un mal año?

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Muchas decisiones políticas dañan la economía familiar. Dos medidas políticas sobresalen como causantes del deprimente panorama económico global: el Gran Encierro dictado por las autoridades en reacción a la pandemia, y la guerra entre Rusia y Ucrania.

' ¿Podemos rescatar a la verdad y la razón?

Carroll Ríos de Rodríguez

La respuesta gubernamental al covid se comió el progreso alcanzado en los cuatro años anteriores al brote de la enfermedad, afirma la Organización de Naciones Unidas (ONU). Se anticipan pérdidas en productividad por encima de US$8.5 billones. Inflación, recesión, desabastecimiento, elevadas tasas de desempleo y una creciente deuda fiscal son algunas de las realidades que acaparan los titulares mundiales.

Adicionalmente, en febrero de este año Vladímir Putin invadió Ucrania. Empezó una guerra en medio del contexto pandémico, y dicho conflicto comportará US$2.8 billones de pérdidas a la economía mundial, según The Wall Street Journal. Sobre todo en Europa, pero también en nuestra región, dicha guerra ha provocado altos precios energéticos, escasez de ciertos alimentos, una reducción en el gasto familiar y una baja en la actividad mercantil. Los elevados precios de ciertas materias primas favorecen a los países de la región que exportan dichos bienes, pero perjudica a las demás naciones.

No sorprende, por tanto, la predicción del Fondo Monetario Internacional (FMI). Afirma que se contraerá la economía latinoamericana. El vaticinio para Centroamérica es más optimista que para otras zonas: nuestra región crecerá un 3.6%, comparado con un 1.7% para América Latina en general, y 2.7% para el resto del mundo. Por su parte, analistas de Deloitte observan que América Latina sufrió una contracción de 7 % en 2020, creció 6.8% en 2021, y probablemente crezca muy poco este año y el próximo, alrededor de 2%. Deloitte anticipa que Brasil y México, las dos economías más fuertes de la región, experimenten dificultades.

La tasa promedio de la inflación en América Latina será la más alta de la historia reciente: 14.6 % (FMI). En Centroamérica será de 8.19% a mayo del 2022, mientras en Guatemala llegó a 6.37% (Statista), el pico más alto desde el 2008.

Agradecemos que Centroamérica sienta en menor grado las ondas de la marejada global, aunque eventualmente el acontecer en Estados Unidos nos afecta, pues es nuestro principal socio comercial. Los chapines podemos hacer muy poco para orquestar la paz en Ucrania o para motivar a Joe Biden, Vladímir Putin y Xi Jinping a dejar de lado las políticas públicas empobrecedoras.

Únicamente podemos intentar blindar nuestro patrimonio y nuestro trabajo contra estos sucesos, buscando ser estratégicos y austeros. Poseemos una herramienta política: el voto que emitiremos en las elecciones generales que se celebrarán en Guatemala el 25 de junio del 2023. Nuestro voto, personal, intransferible y secreto, es uno entre el total de 8,895,830 ciudadanos empadronados. No obstante, debemos examinar a quienes se postulan a presidente, diputado o alcalde bajo la lupa económica. ¿Quiénes prometen potenciar la economía y el comercio internacional? ¿Quiénes comprenden que los precios topes, los proteccionismos y el gasto público excesivo son empobrecedores? ¿Quiénes ofrecen reducir regulaciones y respetar los contratos y los derechos de propiedad? ¿Quiénes abandonarán las pretensiones de controlar nuestras vidas en aras de la sanidad pública y nos permitirán asumir la responsabilidad personal por nuestra salud? ¿Quiénes ven con buenos ojos el emprendimiento, la inversión y el ahorro? ¿Quiénes favorecerán el libre mercado y nos permitirán florecer?

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