CATALEJO

Palabras poco comunes definen a politiqueros

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El español, con sus 93 mil palabras (19 mil americanismos) es riquísimo en significados. Se calcula entre 15 mil y 20 mil las empleadas y conocidas por la generalidad de hablantes. Hay muchas de uso restringido a causa del nivel de educación y de no usarse en algunas regiones. Por esto, aprender y emplear palabras poco conocidas amplía el horizonte lingüístico y también ese nivel de cultura personal. Las frases pueden tener lenguaje elevado o se puede utilizar un lenguaje de comprensión. En Prensa Libre del 11 de diciembre pasado se publicó una lista de palabras casi desconocidas, calificadas de bellas. No lo creo así. La belleza radica en el significado, y en la capacidad del lenguaje de ampliar horizontes culturales y capacidad de pensamiento individual.

' Es más fácil la comunicación con el lenguaje común. El culto amplía el número de palabras de quien se expresa.

Mario Antonio Sandoval

Las palabras nacen, se usan, se vuelven comunes y luego desaparecen al dejar de usarse por muchas razones, por los cambios tanto históricos como de la vida diaria de las épocas. Hace doscientos años todos conocían las palabras referentes al empleo del caballo para transporte, pero con los vehículos empezó a reducirse su uso, hasta ser ahora arcaísmos —palabras antiguas—. Algunas otras dejaron de usarse por otras varias razones, pero permanecen dentro del diccionario, en proceso de retiro, por decirlo así. Existen, aunque su significado se desconoce por muchos hablantes. A los politiqueros, por ejemplo, se les puede calificar usando lenguaje común o elevado. Doy un ejemplo actual, relacionado con la activodad de quienes han asaltado la práctica de la verdadera política.

Lenguaje simple: a algunos soñadores incapaces de ver la realidad los alcanza la revelación sorpresiva y los convence de tener afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y el comportamiento. Escuchan sonidos dulces, adquieren serenidad sin manchas y esto los lleva a un politiquero enamoramiento involuntario e incesante, aunque no tengan capacidad de convencimiento y sí acendradas manchas y defectos. No podrán ganar ni cuando busquen algo distinto. Lenguaje poco común: a algunos nefelibatos los alcanza la epifanía y los convence de ser ejemplo de bonhomía. Escuchan sonidos melifluos, adquieren ataraxia y esto los lleva a una monda politiquera acendrada, aunque carezcan de elocuencia. No podrán ganar nada ni por serendipia.

Significados: nefelibato: soñador, incapaz de ver la realidad; epifanía: revelación sorpresiva; bonhomía: afabilidad, bondad, sencillez y honradez en el carácter y en conocimiento; melifluo: sonido en exceso dulce; ataraxia: imperturbabilidad; monda: pura; acendrado: sin manchas ni defectos; efímero: de corta duración; superfluo: innecesario, sobrante; inefable: increíble, imposible de expresar con palabras; inconmensurable: imposible de medir; sempiterno: eterno, sin final; serendipia: hallazgo casual afortunado e inesperado. A ningún político guatemalteco se le puede calificar con todas o algunas de esas palabras, si no la totalidad. Son palabras de poco uso y por eso con un intento de su uso esta gente podía ser nefelibato, en su sentido de inocente, ciego a la verdad.

Hoy en día está de moda insultar como argumento de discusión de ideas. Quienes lo hacen carecen de capacidad de comunicarse y están muy cerca de la vieja falacia de falsa autoridad: tengo razón —piensan— porque insulto o grito más y dejo callados a todos. Palabras como las señaladas derrumban en forma elegante el pensamiento de un interlocutor y tal vez lo convenzan. Tal vez. No son bellas sino efectivas, duras, claras, y al mismo tiempo convincentes e impresionantes para quienes por su ignorancia idiomática se arriesgan a perder una batalla no necesitada de bofetones físicos o lingüísticos, sino de fuerza conceptual. Mis lectores podrían escoger alguna para agregarla a su carcaj —artículo de cuero usado por los arqueros en la espalda para llevar las flechas— y tenerlas cerca para defender sus ideas cuando son atacadas con insultos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.