Gritaban “¡Pelé, Pelé!” y aplaudían mientras esperaban acceder al terreno, donde fue colocado el féretro abierto rodeado de coronas de flores blancas.
“Mi infancia estuvo marcada por lo que Pelé hizo por Brasil, en los partidos de los Mundiales”, explicó en la fila Carlos Mota, de 59 años, que viajó desde Rio de Janeiro con su hijo Bernardo, de 12 años.
“Siempre le dije a mi hijo que hay tres cosas que no se discuten: que el balón es redondo, el césped verde y Pelé el más grande”, agregó este trabajador del sector bancario.
Los restos del único jugador en ganar tres mundiales (1958, 1962, 1970) arribaron en una caravana salida desde el hospital Albert Einstein de Sao Paulo, donde estuvo internado desde el 29 de noviembre hasta su fallecimiento, un mes después.
Varias banderas de diferentes tamaños decoran las tribunas: una con ‘O Rei’ de espaldas, mostrando la camiseta ’10’ que inmortalizó, y otras con los mensajes “Viva el rey”, “Pelé 82 años” o “Camisa 10 del Santos”.
El ingreso estará permitido de manera “ininterrumpida” hasta el martes a las 10 horas locales, tras lo cual empezará una procesión por las calles de Santos, a 75 kilómetros de Sao Paulo, y terminará en un mausoleo de la ciudad con un entierro reservado para la familia.
En ese mismo cementerio, desde donde se ve la estructura albinegra del Vila Belmiro, descansan los restos del padre, el hermano y la tía de Pelé.
La caravana fúnebre pasará por la casa de la madre del legendario exfutbolista, doña Celeste, de 100 años, quien no sabe de la muerte de su hijo.
“Nosotros se lo dijimos, pero (…) ella no es consciente”, dijo el viernes Maria Lúcia do Nascimento, hermana de Pelé.