Política
|Suscriptores
Lula da Silva regresa al poder en Brasil ¿Cómo impactará esto en Guatemala y en Latinoamérica?
Presidente izquierdista brasileño asumió la primera magistratura del gigante sudamericano con la promesa de retomar la integración de América Latina.
Lula da Silva se dirige a los brasileños desde el palacio de Planalto —sede del Gobierno— minutos después de haber jurado como presidente de Brasil. (Foto Prensa Libre: AFP)
El pasado 1 de enero, Luiz Inácio Lula da Silva se convirtió en mandatario de Brasil, luego de ganar por tercera vez una elección presidencial. Antes, el líder izquierdista de 77 años ya había gobernado el país entre 2003 y 2010.
Su llegada a la primera magistratura del gigante sudamericano consolida un viraje hacia la izquierda que han adoptado en los últimos años las ciudadanías de varios países, desde México en 2018, Argentina, Bolivia, Perú —en su momento—, Honduras, Chile y más recientemente Colombia.
El día de su ascensión al poder, Lula da Silva se comprometió a “retomar la integración” en América Latina para tener “un diálogo activo y altivo” con las otras regiones del mundo.
De esta forma, se espera que la política exterior de Brasil con Lula al frente sea, como cuando gobernó del 2003 al 2010, uno de los ejes de su mandato, después de cuatro años del aislamiento internacional durante el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro.
Antes de asumir el cargo, como presidente electo, Lula había asegurado que su gobierno ampliaría las relaciones con Latinoamérica y con otras naciones del mundo como China y EE. UU. puesto que quiere devolver a Brasil “el que se merece” como “protagonista” de diversas instancias internacionales.
Entre otros foros de los que Brasil se salió durante el gobierno de Bolsonaro está la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que abandonó en 2020.
Además, el día que asumió el cargo, Lula dijo que su país retomará “la integración a partir del Mercosur, con la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y otras instancias soberanas” existentes en Latinoamérica.
También garantizó que su Gobierno fortalecerá la cooperación con el foro BRICS, que Brasil integra junto con Rusia, India, Sudáfrica y China, este último el principal socio comercial del país sudamericano.
Algunos analistas y jefes de Estado creen que, con el líder izquierdista al frente de Brasil, Latinoamérica tendrá nuevos aires. “Creo que el presidente Lula le va a dar un impulso a América Latina muy importante”, afirmó el presidente de Argentina Alberto Fernández, al igual que lo han expresado otros mandatarios de la región.
Oportunidad
Guatemala podría percibir de alguna forma los efectos del cambio de rumbo en Brasil. En el plano económico, el intercambio comercial entre ambas naciones alcanzó en 2022, hasta octubre, US$555.1 millones, con la balanza comercial inclinada por mucho en favor de país sudamericano.
Esa apertura anunciada por Lula podría ser aprovechada por países como Guatemala para tratar de impulsar más inversiones brasileñas o el incremento de sus exportaciones hacia ese país, afirma Selvin Torres, director de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Rafael Landívar (URL). El nuevo mandatario brasileño buscará reforzar el diálogo y la cooperación con Latinoamérica, aspectos afectados luego de los cuatro años de Bolsonaro.
El plano político tampoco escapará de los efectos del Brasil de Lula da Silva, a juicio de especialistas.
El analista político Werner Castillo considera que “sin duda alguna” la llegada de Lula al poder en Brasil tendrá repercusiones “no solo para Guatemala, sino para todo el mundo”, puesto que aquel país posee una de las economías más grandes y sólidas hoy en día en el globo y tiene gran influencia en el continente.
Expuso que se puede esperar en el resto de los países de América Latina, especialmente en el sur, “un repunte de las expresiones democráticas y socialdemócratas”, así como el retorno o consolidación de políticas sociales en estas naciones, apoyadas por Brasil.
Torres añade que el viraje hacia la izquierda que tomó el país sudamericano refleja “el declive de las políticas conservadoras y autoritarias en la región” que repercutieron en más inflación y en el debilitamiento de la institucionalidad. Por lo tanto, considera que este nuevo ciclo es una oportunidad para que los países posicionen agendas comunes basadas en la integración y en el multilateralismo.
Consolidarse primero en Brasil
El internacionalista Roberto Wagner afirma que la elección y llegada de nuevo al poder de Lula en Brasil puede motivar a “otros proyectos de izquierda o a viejos caudillos o expresidente a seguir buscando protagonismo político”.
Respecto al liderazgo que pueda impulsar en América Latina, enfatiza en que será un desafío para Brasil porque “a pesar de qué hay una mayoría de gobiernos de izquierda, la región está más dividida que nunca” y es “totalmente distinta a la de hace 20 años con la presencia de Hugo Chávez”.
“Será un gran reto, pero no tendrá éxito si no logra consolidar el poder primero en Brasil y eliminar los fantasmas de la corrupción que son la nube negra que mantiene encima”, acotó Wagner.
El también profesor universitario coincide en que el rumbo hacia la izquierda que han tomado varios países en América Latina obedece más al rechazo de los gobiernos de derecha, centro derecha y centro izquierda que a una convicción ideológica de las ciudadanías.
La izquierda en Guatemala
Respecto a que lo ocurrido en Brasil pueda tener alguna influencia en el proceso electoral de Guatemala que se avecina, los analistas ven poco probable que un proyecto progresista o de izquierda pueda salir vencedor.
“Podremos sentir la influencia de Lula, de su historia de activismo y su identificación con las causas sociales”, aseveró Castillo, aunque desestimó que influya directamente en las elecciones “porque el tiempo y la coyuntura no dan para tanto”.
“En Guatemala se ve muy difícil el triunfo de algún partido de izquierda o progresista, cuando menos, —pero— esperaría que al menos algunos bloques legislativos tengan acercamientos en temas concretos, como el económico, de ayuda o asesoría intergubernamental o mitigación del cambio climático”, destacó.
“Los movimientos políticos de centro izquierda y las izquierdas democráticas en Guatemala tendrán un aliado, pero la influencia será gradual, pues incluso en Brasil la huella de Bolsonaro no va a desaparecer tan pronto”, subrayó Castillo.
Wagner agrega que, en el caso de Guatemala, la derecha aún posee un margen de acción debido a que la izquierda ha sido incapaz de unirse; no obstante, cree que la ruta que han seguido los últimos tres gobiernos —Otto Pérez Molina, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei— “está generando vacíos de gobernabilidad que podrían ser llenados por una nueva alternativa política o por un caudillo tipo —Nayib— Bukele”.
Torres agrega que el reto de las fuerzas políticas progresistas en Guatemala es articular propuestas frente a las necesidades que requiere el país. Aunque en los últimos años se ha visto que la apertura de espacios políticos en el país que han coincidido con propuestas y objetivos de izquierdas de otros países “es complejo analizar el caso de Guatemala porque no ha estado inmersa en gobiernos progresistas”, agregó.