Fue, de hecho, el último convento construido en Santiago de los Caballeros de Guatemala, que fue destruida por un terremoto en 1773. No obstante, fue el primer centro religioso que dejó de lado el hábito de exigir dote para las religiosas de nuevo ingreso, lo cual impedía que jóvenes de escasos recursos adoptaran los hábitos.
Aunque el convento no recibió tan severos daños con los terremotos de Santa Marta, sus bienes fueron trasladados a la nueva Guatemala de la Asunción. Una vez abandonada, la propiedad fue vendida en 1813. Las instalaciones tendrían varios usos, entre ellos patio para beneficio de café y también una tintorería.
Su excelente estado de conservación llevó a emprender en 1943 su recuperación y en 1950 el Instituto de Antropología e Historia desarrolló trabajos de remozamiento.
Detalle único en su tipo es la llamada “torre de retiro”, una construcción circular única en el continente, enla cual están dispuestas las celdas para religiosas, cada una con su propio retrete y área de estudio, por lo cual algunos expertos lo consideran como el primer edificio de apartamentos privados del continente.
Asimismo hay bóvedas subterráneas que demuestran la solidez del método constructivo y que invitan a viajar hacia los tiempos coloniales.