Para esta mujer de 57 años, la devoción al Cristo Negro de Esquipulas data de tres generaciones. “Recuerdo que al iniciar diciembre mi abuela organizaba la fiesta de Navidad y al mismo tiempo el viaje para ir a visitar al Señor de Esquipulas, el 15 de enero. Era vivir tres fiestas seguidas: Navidad, Año Nuevo y el Día del Señor de Esquipulas”, relata.
A su abuela paterna, María Eugenia, la fe en la imagen del Señor de Esquipulas se la inculcó su bisabuela. Aunque a diario le rezaban y pedían protección, la devoción aumentó cuando el Cristo Negro les hizo el milagro de sanar a su abuela de cáncer de seno. Hace unos 50 años, la abuela de Marta enfermó y, por falta de recursos económicos, no pudieron hacerle los chequeos médicos correspondientes, así que solo sabían que tenía una enfermedad que la estaba matando poco a poco.
“Mi bisabuela, por miedo a perder a su hija, la llevó a la Basílica de Esquipulas y la encomendó al Cristo Negro. Le pidió que la sanara. A los cuatro meses mi abuela estaba más delicada, pero el dueño de la finca en la que trabajaba mi bisabuelo se enteró de la situación y los ayudó con el tratamiento. Después de casi dos años mi abuela sanó”, cuenta Marta.
En agradecimiento, la familia Sierra llevó un exvoto (ofrenda de agradecimiento por un milagro recibido) a la imagen del Cristo Negro de Esquipulas, en donde relatan cómo doña María Eugenia obtuvo la sanidad. Este consistía en la imagen del Cristo bordada y la descripción del milagro.
La devoción de la familia aumentó en el 2008, cuando a Marta también le diagnosticaron cáncer de seno en etapa 3.
Siguiendo los pasos de su bisabuela, luego de visitar al médico y tener la certeza de que se trataba de cáncer, fue a pedir por su salud al Cristo Negro. “Con mucha fe le platiqué mi situación, le pedí que me ayudara y me escuchó. Comencé el tratamiento, y aunque fue un proceso largo, desesperante y doloroso, acá estoy. En el 2011 los médicos me confirmaron que la enfermedad se fue y puedo seguir con mi vida normal”, recuerda.
Luego de haber recibido este milagro, la familia de Marta volvió a la Basílica y llevó una placa de metal en la que se colocó el nombre de la familia, la fecha y un pequeño agradecimiento al Cristo Negro, “para dejar constancia de que él sí nos escucha y cumple nuestras peticiones”, dice.
¿Qué es un exvoto?
Al entrar en un templo católico es común que, en la pared, al lado de una imagen religiosa, se observen unas pequeñas placas de metal en las que se leen frases como: “En agradecimiento al Cristo de Esquipulas por el favor recibido” o “Eterna gratitud a San Judas Tadeo por el milagro concedido”, además del nombre de la familia que dedica la placa y la fecha. A estas muestras se les conoce como exvotos.
“La palabra exvoto lleva en sí el significado de la intención del objeto que se dona a un santo por voto ofrecido como señal y un recuerdo de un beneficio recibido. Es decir que, cuando se encarga al artesano y luego es colocado en el altar del santo correspondiente, es porque el oferente ya ha recibido la gracia de su petición”, refiere Josefina Alonso de Rodríguez en el documento El exvoto y el arte de la platería en Guatemala.
Se considera que también existieron los exvotos en el Antiguo Egipto y entre la cultura maya, pero adoptaron una nueva forma en la era cristiana, durante la Edad Media, sobre todo en la etapa final del estilo gótico, con la proliferación de las imágenes inspiradas en la vida de los santos. Con este impulso llegaron a Guatemala, en donde los fieles les imprimieron sus propias características, en consonancia con sus necesidades de protección frente a los elementos sociales y naturales adversos.
En la Basílica de Esquipulas, en los pasillos que conducen al altar del Cristo Negro, se pueden observar en las paredes marcos de metal que contienen varios exvotos en forma de figuras humanas, brazos o piernas, que representan la parte del cuerpo que fue sanada. También hay corazones o placas que narran cómo fue concedido el milagro.
De acuerdo con el historiador Aníbal Chajón, los primeros exvotos al Cristo Negro que fueron documentados datan de 1603. A diferencia de las plaquitas que se ven ahora, estos consistían en listones de colores que los devotos colocaban de una mano a otra de la imagen. Lo importante era que el trozo de tela tocara la imagen, ya que esta se encontraba en la iglesia parroquial Santiago, el templo original de Esquipulas, y los feligreses podían acceder más fácil a ella.
“Las personas agradecían y le dejaban el listón al Cristo, como muestra de lo que habían recibido. En ese entonces la mayoría de la población no sabía leer ni escribir, así que las plaquitas no eran la mejor opción, además de que el trozo de tela era más accesible. También dejaban figuras de cera”, comenta Chajón.
Alonso de Rodríguez añade que las pinturas eran colocadas sobre cobre o latón, con extensas leyendas explicativas de los milagros recibidos o con agradecimientos, en las cuales el pintor ilustraba una escena descriptiva del favor recibido.
Estos testimonios de gratitud fueron desapareciendo con el tiempo, debido al clima, la humedad y otros factores que causaron que se deterioraran porque no tenían una protección especial.
Cuando se inició la tradición de los exvotos de bronce, plata y mármol, los gobiernos adversos a la Iglesia Católica los destruyeron porque consideraban que era un desperdicio usar estos materiales para las imágenes y esculturas religiosas, así que los fundían y utilizaban con otros fines como imprenta, telégrafo, etc.
También la Iglesia tuvo por costumbre fundirlos cuando ya no había espacio para colocarlos cerca de los santos, así que elaboran alguna pieza para servicio del altar del propio santo; por ejemplo, algún vaso sagrado, candeleros o jarrones para flores.
Por ello los registros que se tienen de exvotos son, en su mayoría, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Recibir y agradecer
La importante acotación que se hace respecto de los exvotos es que no se dan al santo que hizo el milagro como “pago”, sino que se trata de una muestra de agradecimiento por haber logrado ese acto que se consideraba imposible. “Cuando hablamos de la relación entre el ser humano y lo divino, lo ideal es pedir, recibir y luego agradecer. Lo menos fiel a la óptica religiosa es esa negociación de yo te doy para que me des. Lo importante es tener confianza de que la deidad o el Santo me está escuchando y fe en que me ayudará”, comenta el historiador Walter Gutiérrez.
Si bien el Cristo Negro de Esquipulas es una de las figuras religiosas que más referencia hace a los exvotos, no es la única. También está el Jesús de Trujillo, en el templo de Villa Nueva; el Padre Eterno, del templo de San Sebastián; el Señor de San Felipe, en la iglesia del mismo nombre en Antigua Guatemala; la Virgen del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo; y San Judas Tadeo, en La Merced, entre otros.
“El Santo Hermano Pedro es alguien que también recibe muchos exvotos. En la antigua tumba, en donde descansaban sus restos, las personas le dejaban sobre todo muletas. Es decir que las personas tenían un problema de locomoción y le pedían sanidad al Hermano Pedro, él se las daba y como agradecimiento le dejaban las muletas. Eran tantas que los encargados de la iglesia tuvieron que quitarlas”, relata Chajón.
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En el caso de San Judas Tadeo, ya que es el patrono de las causas difíciles recibe exvotos por salud, trabajo, recursos económicos y problemas sentimentales. Gutiérrez comenta que en la iglesia de La Merced hay una caja grande en la que los fieles pueden escribir su petición. “Hasta ahí no sabemos si la plegaria fue cumplida, pero hemos encontrado fotos, pequeños pedazos de ropa, cadenas, etc. Si su milagro fue cumplido puede hacer su exvoto, acercarse a la oficina parroquial y entregarlo. Nosotros lo colocaremos en unos paneles de madera”, afirma.
En los años 80 y 90, durante la discusión sobre si las iglesias son patrimonio cultural de la Nación, también se analizó si era pertinente seguir colocando los exvotos en las paredes de los templos, pues podrían dañar el entorno arquitectónico. Debido a que las plaquitas dejaron de ser de materiales vistosos como el mármol y se comenzó a usar cemento o metal, decidieron que estéticamente ya no contribuía a la iglesia. Templos como San Felipe, La Merced, la Basílica de Esquipulas y Santo Domingo desistieron de colocar los exvotos en las paredes, pero buscan alternativas para que continúen cerca de la imagen.
Por esa razón, en La Merced los exvotos se colocan en planchas de madera móviles que se pueden exhibir o guardar cuando sea necesario.
Evolución de agradecimiento
De acuerdo con el abad Héctor Sosa, de la Basílica de Esquipulas, cada vez son menos las personas que llevan exvotos al Cristo Negro, pero expresan su agradecimiento de otras formas. Algunas han optado por realizar actos de caridad o de ayuda al prójimo como llevar abrigo o comida en la época de fin de año o ayudar a un vecino o alguien cercano cuando lo necesita.
Por ejemplo, cada 28 de octubre, para el Día de San Judas Tadeo, en la parroquia de La Merced se reúnen los devotos con comida para compartir con personas necesitadas. “Esto es muy interesante porque habla de una acción solidaria. El exvoto es importante para registrar la historia. Gracias a ellos conocemos testimonios del siglo XVIII, pero este acto de agradecimiento a migrado a otras expresiones”, afirma Gutiérrez.
La pandemia y el internet son otros factores que han hecho que evolucionen las muestras de agradecimiento a los santos. Según Chajón, cuando las iglesias permanecieron cerradas por el covid 19, los fieles empezaron a dar gracias a través de redes sociales. “Lo ideal es que nuestra relación espiritual con Dios sea íntima; se busca la autenticidad. Así que, probablemente, no nos enteremos de los favores que otros devotos han recibido. Esa es la importancia del exvoto, dejar una constancia de lo que pasó. Ahora, con las redes sociales, no podremos documentar todo, pero es la misma intención”, afirma.
Cada vez habrá nuevas formas de agradecimiento, algunas serán por medio de objetos tangibles y otras serán abstractas, por medio de oración o actos de ayuda hacia los demás.