CATALEJO
La escaramuza Giammattei-Petro
Desde hace varios días las tradicionales y buenas relaciones entre Guatemala y Colombia se han enturbiado a causa de la escaramuza verbal entre Alejandro Giammattei y Gustavo Pietro, provocada porque el tan cuestionado jefe actual de la FECI, Rafael Curruchiche, decidió solicitar a un juez que se investigue a Iván Velásquez, exjefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), ahora ministro de la defensa del gobierno colombiano. Es un nuevo error del gobierno y, para saber por qué, se puede imaginar este ejemplo: Si un juez de España ordenara la captura del ministro de la defensa de Inglaterra, provocaría una flemática sonrisa del primer ministro, quien luego seguirá utilizando su ocupado tiempo en atender asuntos importantes.
' Giammattei y Petro improvisan y por ello dicen frases inconvenientes, causantes de desprestigio interno y externo.
Mario Antonio Sandoval
Velásquez, ciertamente, cometió un grueso error al aceptar el puesto de un gobierno presidido por quien hace años fuera integrante de una de las guerrillas más sanguinarias de América Latina. El mandatario debió recordar una verdad evidente: a diferencia de los pecados religiosos, posibles de desaparecer con una bendición y una penitencia, los pecados políticos persiguen toda su vida a los culpables, aunque se quieran justificar de cualquier manera. Lejos de desaparecer, aumentan los efectos conforme se conocen las consecuencias con el paso del tiempo. Petro tampoco puede criticar a los jueces guatemaltecos, aunque sus criterios tengan base. La diplomacia es el arma para actuar y encargarse de la aplicación de los cánones de la democracia.
Ambos mandatarios se caracterizan porque les encantan las declaraciones improvisadas. En Guatemala se conocen muy bien los errores de las palabras usadas en sus intervenciones. A Petro, sus enemigos políticos hicieron circular en Colombia y en nuestro país un video con esta frase, pronunciada en cámara: “Cuando los pobres dejan de ser pobres, se vuelven de derecha”, quienes aprovecharon para lanzar andanadas. En Guatemala, la integración del exCICIG al gabinete petrista les dio armas de ataque oral. De hecho, se alegraron de la llegada de Velásquez al gabinete de Petro, porque les dio armas a quienes luchan por eliminar la totalidad de las acciones de la ahora extinta CICIG, incluso las localizadas dentro del marco de la tarea encomendada por la ONU contra la impunidad en Guatemala.
A la reunión de Argentina están programados para asistir gobernantes ideológicamente contrarios a Giammattei, muchos de ellos bisoños y con claros objetivos político-económicos bastante cuestionables. Como un ejemplo, el presidente mexicano López Obrador expresó hace tiempo, según se muestra en videos hechos circular por redes sociales en Guatemala, “ayudando a los pobres va uno a la segura… porque, ya saben, se cuenta con el apoyo de ellos”. “No es un asunto personal; es estrategia política”. Para enfrentar a estos políticos es necesario un colmillo diplomático hoy ausente en Guatemala. Si hay presencia guatemalteca y se llega a un acuerdo, cualquiera será visto como una derrota. Señalar esto es ver cómo está realmente el horizonte continental.
Lo ocurrido entre Alejandro Giammattei y Gustavo Petro los debilita a ambos. En Colombia han crecido las críticas contra él. En Guatemala, el retiro, por órdenes, de las acusaciones contra Velásquez dejaría claros el ‘lacayunismo’ y la injerencia del Ejecutivo en asuntos afuera de su incumbencia. Todo ello en el marco del proceso electoral, iniciado pomposamente con la inclusión de algo contrario a la laicidad del Estado: el canto de un coro de niños evangélicos, por tanto fuera de la laicidad del Estado. Esto imposibilita a los dirigentes del TSE demostrar independencia. El horizonte se ensombrece aún más porque los funcionarios con visa estadounidense retirada, documento voluntario del país emisor y o sujeto a ser retirado, ya superan el número legal para hacer un sindicato…