Dijo que lo vio en el momento en que el jugador la intentó obligar a hacerle una felación y ella se resistió, todo ello durante los minutos en que la encerró en el lavabo de una sala VIP en una discoteca de Barcelona.
Cuando le tocó declarar a Alves, después de la versión “contundente” de la víctima, la juez preguntó al jugador por el tatuaje. En ese momento, su versión era que él estaba en el lavabo, sentado en la taza del váter, y ella había entrado y se le había abalanzado encima. Por eso, la magistrada quiso saber dónde lo lleva y cómo era posible que la víctima detallase su tatuaje de medialuna si no se había levantado y por tanto lo tapaba la camisa.
El jugador rectificó y admitió entonces que se levantó cuando ella entró y que por eso pudo verle el tatuaje que habitualmente está tapado por la ropa, ya que baja desde el abdomen hacia la zona genital. Más tarde, en esa misma declaración, el jugador acabaría diciendo que las relaciones fueron consentidas. Fueron precisamente esos tres cambios de versión durante su declaración uno de los argumentos por los que se ordenó prisión provisional.
Por eso, la familia de Alves quiere que cambie de abogado y vuelva a declarar, una petición a la que se resiste el jugador, que confía en su actual letrada. Su defensa trabaja para presentar el recurso contra el auto de prisión (el plazo concluye este miércoles). Solicitan que se le cambie la medida gravosa de la cárcel por otra como prohibición de salir de territorio nacional, retirada de pasaporte o una fianza, que podría ser alta por el poder adquisitivo del jugador, pese a que en su declaración confundió el dinero que ganaba con Pumas en México antes de la rescisión de su contrato.
Una acusación sólida
El juzgado ordenó la prisión provisional no sólo por el riesgo de fuga, ya que Alves tiene un gran poder adquisitivo, lo que facilitaría su fuga a Brasil, país con el que no hay tratado de extradición, sino también por los numerosos indicios contra el futbolista. La versión de la víctima contrasta con los cambios en la declaración del brasileño mientras que los Mossos d’Esquadra analizan los restos biológicos que quedaron en la mujer y en el vestido que llevaba, que está aportado como prueba en la causa. También las cámaras de seguridad muestran cómo Alves “empezó a tontearnos a todas”, explicó la víctima a la policía en referencia a sus amigas y a ella.
Después la instó a entrar en un baño y allí presuntamente la agredió para vencer su resistencia y luego la violó. Al acabar, ella fue hacia la puerta, pero él dijo: “Tú no te vas a ir, salgo yo primero”, y se fue. La víctima explicó que tardó en irse del lavabo porque “de los propios nervios no podía abrir la puerta” y que cuando salió a la sala VIP sólo quedaban sus amigas. Fue entonces cuando empezó a llorar y en la salida, el portero pregunto: “¿Qué pasa? ¿mal de amores?”. Y fue cuando las mujeres contaron que una de ellas había sufrido una violación.
En ese momento los responsables de la discoteca hicieron entrar a las chicas y se inició el protocolo para agresiones sexuales que acabó con la víctima en el hospital y después en comisaría. “Cada vez que recuerdo lo que me ha pasado me entran ganas de vomitar”, explica la mujer en su declaración ante la policía. Su rápida denuncia y la actuación de la unidad específica de Mossos fue clave para detener a Alves.
*Con información de El Mundo