Su diseño, según la FIFA, “está inspirado en los paisajes naturales únicos de los dos países anfitriones, con sendos guiños visuales a las vastas montañas de Aotearoa/Nueva Zelanda y a la conexión de Australia con el Océano Índico”.
“El balón es una celebración de las culturas de ambos países anfitriones, e incluye diseños de la artista aborigen Chern’ee Sutton y de la artista maorí Fiona Collis. Su arte también forma parte de la identidad de marca de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023: Grandeza sin límites”, apunta el organismo, que precisa que su nombre refleja la unión y el esfuerzo conjunto de Australia y Aotearoa/Nueva Zelanda como anfitriones.
El Oceaunz dispone de la misma tecnología vinculada que pudo verse en el Mundial masculino de Qatar 2022, que proporciona datos precisos desde el balón que se ponen a disposición de los árbitros de VAR en tiempo real.
Junto con los datos de posición de los jugadores y aplicando la inteligencia artificial, la tecnología conectada del balón contribuye al sistema semiautomatizado de la FIFA para la detección del fuera de juego y ofrece información instantánea al equipo arbitral de vídeo para ayudar a optimizar la toma de decisiones.
Para Fatma Samoura, secretaria general de la FIFA, se ha creado “un emblemático balón oficial” para el torneo que “refleja diversidad, inclusión y unidad; temas muy apropiados para la primera Copa Mundial Femenina de la FIFA de la historia organizada conjuntamente por dos países distintos de confederaciones distintas”.
El Mundial empezará el 20 de julio con el partido entre Nueva Zelanda y Noruega en el estadio Eden Park de Auckland, y a continuación se jugará, ese mismo día, el Australia-Irlanda, en Sídney, ciudad que albergará la final el 20 de agosto.