CATALEJO
Álvaro Colom, último presidente ideológico
Los presidentes, al fallecer, tienen derecho de recibir honores de Estado porque desempeñaron el puesto político más importante de un país, pero la familia tiene el derecho de negarse. Dadas las circunstancias actuales de la politiquería nacional y la decisión de retirarse, tomada hace algunos años por el expresidente, a mi juicio es explicable y correcta la decisión de haberlo velado y sepultado ayer en privado, en compañía de familiares y amigos cercanos. Ya entró a la historia nacional, esa jueza de veredicto inapelable señalará sus aciertos y errores, así como por el recuerdo de los ciudadanos, a solo doce años de haber terminado su cargo y de haber enfrentado algunos duros efectos de su accionar en el complicado ámbito de la presidencia de Guatemala.
Si se considera ideológico a un partido cuyos fundamentos responden a los sostenidos por agrupaciones similares en otros países, lo será también un presidente de un conjunto político similar cuando llega al poder vía una elección. Por eso, Álvaro Colom Caballeros, por la base socialcristiana inicial de la Unidad Nacional de la Esperanza, hoy inexistente, es el último presidente ideológico y solo queda vivo Vinicio Cerezo porque la ahora desaparecida Democracia Cristiana tenía apoyo internacional cuando gobernó de 1986 a 1991. Ese señalamiento de ideológico, tanto al partido como a su fundador, no significa darle esa calidad a ninguno de los actuales 19 pseudopartidos prestos para participar en la primera vuelta del 25 de junio de este año y perecer en el intento.
Desde el punto de vista personal, Álvaro Colom, presidente número 47 de Guatemala, fue un político atípico. Como empresario, participó en la Cámara de Industria y la Gremial de Exportadores No Tradicionales; como académico, fue vicedecano universitario; encabezó Fonapaz y fue ministro de Economía. Como presidente, entre sus errores talvez poco importantes estuvo el de colocar una bandera en representación de los colores de la cultura indígena guatemalteca, al lado de la bandera nacional, por una simple razón: no puede hacerse, pues el pendón nacional es uno. Ello no hizo ningún beneficio a nadie, como tampoco logró nada al sustituir la innecesaria y anacrónica granadera por la tradicional y conocida melodía de marimba El rey quiché.
' La UNE, al ser fundada por Colom como socialdemócrata, era un partido ideológico, característica hoy ausente.
Mario Antonio Sandoval
Desde la fundación de la UNE fue evidente el mando omnímodo, total, de su entonces esposa, Sandra Torres, a quien Colom le permitió convertirse en el poder detrás del trono, cuyos efectos aún los sufre el país a causa de su perversa astucia y caprichosa obstinación para llegar a cualquier costo a la presidencia de Guatemala. Llegó al extremo de divorciarse para participar en la contienda como candidata oficial a la presidencia, en burla de la ley. La exconsorte, astuta, perversa y con caprichosa obstinación, le dijo a la Corte de Constitucionalidad la frase más descarada, desvergonzada e irrespetuosa de la historia política del país: “Soy una madre soltera”. Al participar dos veces, años después, gracias al voto popular en su contra llegaron los impresentables Morales y Giammattei.
Los políticos deben ser juzgados y calificados por sus acciones como tales, no familiares o conyugales, cuando estas no se mezclan con el manejo del gobierno en cualquier forma. En el caso de Álvaro Colom, es indispensable separar ambos papeles. Poco tiempo fue necesario para comprender esos errores mencionados, algunos de duras consecuencias, como la sanción estadounidense al acusarlo de corrupción. Los últimos meses de su vida sufrió una enfermedad incurable y eso permite reducir la dureza al juzgarlo. Envío por este medio mis condolencias a su familia y reitero mi comprensión por haber decidido llorar su partida dentro de la intimidad, fuera de la fanfarria y la pompa y el gran aparato propio de las acciones llamadas a ser suntuosas y falsas.