CATALEJO

Vicepresidenciables, grupo de desconocidos

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Cuando fue creada por la Constitución de 1985 la figura del vicepresidente, ese cargo al principio fue ocupado por personas con algún reconocimiento entre los votantes. Conforme la boleta electoral se fue convirtiendo en un cartón de lotería, los compañeros de fórmula comenzaron a ser ciudadanos desconocidos, en su mayoría, hasta llegar a la elección de este año, en la cual de esos 19 solamente unos dos, tal vez, son conocidos por alguna parte del electorado, y ninguno por la totalidad. Es el resultado del presidencialismo de los votantes, quienes se fijan en el aspirante al primer cargo y ni siquiera conocen quién va a su lado en el papel donde marcarán con una X su preferencia electoral.

' La lista no es la definitiva, pero demuestra el transfuguismo reinante en la actividad politiquera de Guatemala.

Mario Antonio Sandoval

La proliferación de los autodenominados “partidos políticos” en Guatemala, en vez de “máquinas electoreras” tiene una serie de motivaciones, algunas claras y otras difusas pero importantes: dividir el voto ciudadano, aspirar a una victoria en primera vuelta al reducirse la cifra de participación a causa del cansancio y desapego de los votantes ante la manera como el ejercicio de la política ha llegado a ser sinónimo de pillaje de los recursos derivados de los impuestos. Pero también satisfacer egos de personajes convencidos de tener la varita mágica para resolver los problemas del país, algo imposible porque el Estado no está encabezado por un monarca absoluto cuyas órdenes son derivadas de ideas —a veces—, pero casi siempre de ocurrencias y de oscuros intereses para grupos.

Tal desconocimiento se refiere a una certeza: si bien los conocen personas cercanas a ellos, y no me refiero a los familiares, pienso en los votantes del país, porque buscan un puesto nacional. Prensa Libre publicó el miércoles una nota con sus nombres y los de sus partidos, y me parece un buen ejercicio leerlos para apuntar a quiénes conoce. El partido Azul propone a Ulises Mauricio Zaldaña, exunionista; Cabal: Máximo Santa Cruz, excónsul en Florida del PAN de Berger; Cambio: Miguel Ángel Ibarra, exvicecanciller de la UNE; Humanista: Rubén Darío Rosales, ex Victoria y exalcalde de Cahabón. De los aspirantes del Partido de Integración Nacional, Otto René Marroquín, y de Semilla, Karin Larisa Herrera, no hay datos disponibles.

Podemos: David Esteban Pineda, exdefensor de Alfonso Portillo; Prosperidad Ciudadana: Efraín Orozco, ex Cambio, de Manuel Baldizón; Republicano: Arturo Alfredo Herrador, exdefensor de Sandra Torres y ex UNE; Todos: Mario Guillermo González, ex secretario privado de Jorge Serrano y candidato en el 2019 con el Partido Productividad y Trabajo; UNE: Romeo Estuardo Guerra, expastor de la iglesia Sion; Unión Republicana: Oscar Barrientos, exgeneral del ejército; Winaq/URNG-Maíz: Mónica Enríquez Monzón, psicóloga; Valor/Unionista: Héctor Cifuentes, cercano a Arzú cuando era alcalde; Vamos: Luis Suárez Roldán, exdecano de Economía de la Usac; Victoria: Hugo Fernando Mazariegos, pastor de la iglesia presbiteriana Central.

Esta cantidad de aspirantes y de, en muchos casos, autodenominados partidos, no es definitiva. Se debe esperar al 26 de marzo para saber la cifra exacta de participantes. Los resultados son predecibles: la guadaña de la votación cortará las aspiraciones de al menos diez de ellos y de sus compañeros de fórmula, porque no conseguirán ni siquiera una diputación. Habrá nuevos entierros en el cementerio de las agrupaciones donde se han refugiado tantas y a veces tan absurdas ilusiones caudillísticas. Esto no es democracia, sino una “dizquepartidorragia” derivada de la politiquería y por ello contribuye al desprestigio del sistema, especial pero no exclusivamente entre los votantes jóvenes.

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