Según la publicación, el precio que los usuarios suelen pagar por usar Internet es cada vez más alto, lo que se hará impagable y volverá la red un medio inviable.
El costo, según él, es psicológico, resaltó El Tiempo.
“Incluso los usuarios ‘normales’ tienen que pagar cada vez más un precio por nuestra gran dependencia de Internet y nuestra adicción a las redes sociales y las aplicaciones”, afirmó en su ensayo.
¿Y un precio psicológico en qué sentido? Dice que este va desde la dismorfia corporal -preocupación obsesiva por un defecto físico autopercibido- y los trastornos de ansiedad que sufren muchos jóvenes en la actualidad hasta la pérdida o disminución generalizadas de algunas funciones cognitivas a causa de la tecnología.
“Ciertas funciones críticas de nuestro cerebro se están externalizando. Nuestra memoria a corto plazo está empeorando, y nuestra atención está cada vez más fragmentada y dirigida de forma muy específica”, destacó el ensayo.
En ese sentido, el profesor opina que la red está en dirección “hacia un punto de no retorno y probablemente las grandes tecnológicas también sean ya conscientes de ello”.
Tomó como ejemplo a Mark Zuckerberg, quien está alejándose cada vez más de las redes sociales para adentrarse en el metaverso.
Este análisis tiene como premisa preguntarse si es posible arreglar Internet o si es una causa perdida.
Según Lovink, es claro que la respuesta más sensata es la segunda: “La gente empezará a rehuir la tecnología”.
También cuestionó que la libertad de expresión exista, basado en el control cada vez más estricto de lo que se puede o no decir en el ámbito de Internet y teniendo en cuenta el acceso de las tecnológicas a los datos más personales de los usuarios.
La conclusión a la que llega el experto es que es posible que la humanidad se aburra de la red, o que la deje de lado por su propio bien; un escenario optimista si se tienen en cuenta las desventajas que él presenta al respecto de este medio.