EDITORIAL

Voluntad constructiva

Sin hacer ruido propagandístico ni cobrar favores, sino por sincero amor a su comunidad, por principios éticos aprendidos en familia o asumidos libremente en la edad estudiantil, miles de jóvenes guatemaltecos efectúan voluntariamente tareas de ayuda pública en toda clase de iniciativas convocadas por organizaciones no gubernamentales, iglesias o comités de vecinos. Actividades educativas o lúdicas, apoyo a adultos mayores, jornadas de limpieza de desechos sólidos, promoción de la convivencia pacífica, recaudo de donaciones para iniciativas altruistas, construcción de viviendas y muchas más acciones constructivas se efectúan a través de la donación de tiempo, esfuerzo y talento.

Ese carácter apolítico y colaborativo es muy relevante cuando se producen convocatorias como la efectuada por el Tribunal Supremo Electoral para poder reunir a nueve mil jóvenes para la prestación de diversos servicios de apoyo para los comicios del próximo 25 de junio. Como decía aquel antiguo poema, “se necesita un joven” para orientar la ubicación de mesas de votación, asistir a personas con capacidades diferentes o apoyar la instalación del mobiliario electoral; son algunas tareas que pueden despertar y avivar una vocación de servicio. Sin duda alguna, se logrará exceder el cupo esperado, pues el espíritu de los guatemaltecos es solidario por naturaleza.

El voluntariado no tiene edad, pero en el caso de los jóvenes, puede ser especialmente enriquecedor y complementario a la educación formal. Ayudar, ayuda. Es una verdad que vale la pena descubrir y alentar. Sentirse útil es un aliciente para la autoconfianza y el establecimiento de amistades que confluyen en ideales. Desarrollar la propia personalidad en el servicio a los demás constituye la mejor vacuna contra posibles cuadros de depresión y ansiedad juvenil, porque rompen los temores y a la vez ayudan a poner los pies en la realidad de una manera propositiva.

Por si fuera poco, un voluntariado brinda el espacio para que germinen y crezcan aptitudes que resultan de gran importancia en la vida profesional y laboral: comunicación, resolución creativa de problemas, planificación de proyectos, colaboración y también rendición de cuentas procedimentales y económicas.

Lamentablemente, en Guatemala no existe una política específica para potenciar el voluntariado como un semillero de talentos y vocaciones de servicio público. En el 2000 se planteó una iniciativa que no prosperó. Los partidos políticos dicen promover la participación juvenil, pero hasta la fecha los relegan a tareas secundarias que usualmente tienen un fin propagandístico, aunque sea velado.

Lo mismo ha ocurrido con entidades como el Consejo Nacional de la Juventud, que en sucesivos gobiernos ha sido bastión de plazas fantasmas y utilización de jóvenes a beneficio de sendos oficialismos, a veces bajo la promesa de estipendios, que desmerece el carácter de voluntariado. Es necesario reivindicar y elevar la aceptación pública del voluntariado como una escuela de civismo y un punto de encuentro de generaciones, lo que tanto se necesita para reconciliar un país asediado por polarizaciones.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: