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Los goles de Bryan Ruiz son la esperanza de Costa Rica

Costa Rica confía en la Comadreja. Así es como conocen a Bryan Ruiz González, la estrella de los ticos. Es apodado así por su habilidad con la pelota y, sobre todo, por su parecido con este animal: orejas puntiagudas, delgado, irregular dentadura…

Bryan Ruiz es una de las principales figuras de Costa Rica para el Mundial de Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: Archivo)

Bryan Ruiz es una de las principales figuras de Costa Rica para el Mundial de Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: Archivo)

Sus goles son la esperanza para poder competir y enfrentar a Uruguay, Inglaterra e Italia. Unas de las cualidades más llamativas de Bryan Ruiz es su habilidad para marcar goles de bella factura. Suele ser un habitual de los contenedores donde se alojan los mejores tantos de la semana, el mes o de una temporada. Quizá el secreto de su técnica está en que cuando solo tenía un año ya se le veía por las calles de San Felipe de Alajuelita conduciendo un balón. La pasión por el futbol se la inculcó su abuelo Rubén González, padre de su madre, taxista, y al que considera su verdadero mentor, “y el gestor de mi carrera futbolística”.

Su técnica le permite jugar de delantero referencia, por detrás del punta o en los costados. Tanta confianza se tiene que es capaz de lanzar, y fallar, penaltis a lo Panenka. Sus aficionados suelen disfrutar con su elegante conducción de balón, su precisión y visión de juego.

La madre de Bryan Ruiz, Rosita, es costurera. Su padre biológico fue un cubano que se marchó a vivir a Estados Unidos cuando Bryan tenía un año y al que acabaron perdiendo la pista. En Brasil los mayores hinchas de la Comadreja serán Yendrick —también futbolista—, Rolbil y Anthony, sus tres hermanos con los que compartía cuarto en su infancia. Un contexto familiar muy humilde que tuvo que superar la trágica pérdida de María, única hermana, quien falleció a los cuatro días de haber nacido. El futbol, como tantas veces, resultó la medicina perfecta. Él disfruta en Europa con Jocelyn Vega, su esposa, y con su hijo Matías.

La trayectoria del delantero del PSV se fue extendiendo desde el club más modesto y local hasta Europa. Su primer equipo se llamaba “Los nietos de mi abuelo”, creado por su abuelo Rubén, donde se juntaban los amigos y familiares del barrio. De los 7 a los 13 años disfrutó en ese equipo hasta que su abuelo decidió que había llegado la hora de probar con la Liga Alajuelense.

En este equipo comenzó a conocer las amarguras del futbol. Tras una buena temporada, se encontró con un entrenador que le condenó al banquillo, un problema que se repetiría en varios momentos de su carrera. Tan mal llevaba su relación con la suplencia que la posibilidad de dejar el futbol sobrevolaba por su cabeza constantemente. Quizá por su extrema delgadez Saprissa lo rechazó dos veces.

Entonces apareció una figura clave en su carrera. Enrique Vásquez, para quien no habían pasado desapercibidas sus habilidades. Este lo rescató para el equipo de Alto Rendimiento. Bryan superó la prueba y su carrera, ya imparable, se precipitó: llegó al primer equipo y debutó en Primera División, el 30 de noviembre del 2003. Tres temporadas, 86 partidos, 25 goles y tres títulos después en la Liga Deportiva Alajuelense, llegó de ir a Europa.

Ruud Gullit quedó prendado de su destreza y, si no le hubieran despedido, lo hubiera firmado para el Feyenoord. No pudo ser y la Comadreja optó por Bélgica. Los inicios en el Gent no fueron fáciles, en lugar de cambiar de aires esperó su oportunidad y esta llegó con el cambio de técnico para la temporada 2007. Con 29 goles en las dos siguientes campañas empezaron a despertar el interés de los ojeadores europeos.
El tico llegó al Twente en el 2009, que pagó 5 millones de euros. Su calidad con la zurda lo elevó hasta ser la gran figura del club holandés, que lo homenajeó en su despedida. No podía ser de otra manera tras salir Campeón de la Eredivisie y ser goleador con 24 dianas —18 asistencias—.
Las puertas de la Premier se le abrieron con el Fulham, que lo firmó por ¤14 millones en el 2011. Las lesiones y la salida de Martín Jol lo mandaron al banco. Se avecinaba el Mundial y necesitaba minutos. Es por ello que, pese a estar a punto de fichar para el Betis, regresó al Eredivisie. Una decisión acertada.

Con la Selección ha jugado más de 50 partidos. Colaboró a la plácida clasificación de Costa Rica. Es el hombre gol para Costa Rica. Le gusta la responsabilidad que encara para afrontar un reto mayúsculo: marcarle a tres campeones del Mundo.