Un ejemplo es la primera brújula interna, creada por el ingeniero electrónico y biohacker Brian McEvo, quien será la primera persona en probarla. El Southpaw funciona al sellar una minibrújula con un recubrimiento de silicio, dentro de una capa de titanio, la cual es implantada debajo de la piel. Sobresale una hebra ultrafina, que se activa cuando el usuario se encuentra en dirección hacia el norte, cuando produce un leve roce de alerta en la piel.
Pero los implantes cada vez son más sofisticados y ofrecen aplicaciones prácticas, como la microcomputadora Circadia, desarrollada por Grindhouse Wetware, una compañía filial de Biohack.me —comparte conocimiento de laboratorios de ciencia ciudadana alrededor del mundo—, cuyo director ejecutivo, Tim Cannon, se la incrustó en su brazo en el 2013. Esta logró recopilar y transmitir información de su temperatura corporal por Bluetooth.
Otra de las estrellas del foro, Rich Lee, ha sido el primero en aplicar el uso de imanes.
Con uno implantado en cada oreja, él puede escuchar música a través de ellos, por medio de una bobina magnética alrededor de su cuello, que convierte el sonido en campos electromagnéticos. Así se crearon los primeros “audífonos internos”.
Pero sus experimentos van mucho más allá del sonido. “Es un sexto sentido. Los implantes me permiten detectar diferentes sensores, así que puedo ‘escuchar’ el calor desde la distancia e identificar campos magnéticos y señales inalámbricas”, agrega. Lee está convencido de que mejorar los implantes representa tener un mejor cuerpo y una mejor vida.
El escritor y biohacker Frank Swain, quien padece audición degenerativa, cuenta con un respaldo comercial para un nuevo tipo de implante que convertiría la información del ambiente —como señales de redes inalámbricas— en sonidos que le servirán para orientarse. A finales de este año se dará a conocer un prototipo.
Amal Graafstra es un entusiasta de los implantes que recibió su primer chip en el 2005. El creador ya utiliza sus implantes como contraseñas universales, para desbloquear barreras físicas y electrónicas. Una tecnología similar ya es ampliamente utilizada en los sistemas de pago con tarjeta sin contacto y en las etiquetas de la ropa, y Motorola está desarrollando una “píldora con contraseña” que un usuario se traga para ingresar en sus dispositivos sin la molestia de recordarlas.
Los tatuajes electrónicos que contienen pequeños circuitos podrían ser el futuro del cuidado de la salud. El profesor John Rogers creó “estampas biológicas” que son capaces de monitorear signos vitales, hidratación y temperatura corporal.