Los datos son del 2020 al 2022. Si bien cada vez son más los usuarios, son pocos los estudiantes que tienen acceso al programa que fue lanzado el 24 de abril del 2020, como una de las promesas de gobierno de Alejandro Giammattei, y se dio en medio de señalamientos de que esa inversión debió encaminarse a fortalecer la atención primaria en el Sistema de Salud Pública, para que más población fuera beneficiada.
Astrid Tello, pediatra del Hospital Roosevelt, refiere que las tres enfermedades más atendidas por el seguro médico son comunes entre los niños, principalmente en edad prescolar, estas pueden prevenirse al mejorar la calidad del agua para el consumo y medidas de saneamiento en las comunidades.
Mientras que Hugo Icú, médico que colabora con la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (Asecsa), indica que son padecimientos que se abordan con tratamiento sintomático y de bajo costo, y bien pueden atenderse en los servicios de la red de salud pública.
Baja cobertura
En el 2020 solo el 5.3 por ciento de los estudiantes de preprimaria y primaria inscritos ese año en el sector público usaron el seguro médico. En el 2021 fue el 10 por ciento, mientras que el año pasado el 15%. El alcance del servicio es mínimo si se toma en cuente que el promedio de niños inscritos en el ciclo escolar es de 2.6 millones en esos niveles.
Tres de cada 10 de las atenciones ocurrieron en el departamento de Guatemala, que se justifica por ser el que tiene la mayor matrícula estudiantil. Pero la atención del seguro médico es desigual al observar que territorios como Quiché, que tiene más de 200 mil estudiantes, está en las últimas posiciones de niños atendidos, mientras que Zacapa con un promedio de 50 mil alumnos está en los primeros ocho lugares.
Adrián Chávez, exviceministro de Salud y analista independiente, menciona que el programa beneficia más a la población urbana, cuando “justamente es en las áreas rurales donde se requiere de mayor inversión de recursos estatales, por las condiciones de vida en que se encuentran las poblaciones”, esto reproduce las inequidades en el país.
En lugar de destinar millones a un seguro médico escolar, Chávez es del criterio que esos recursos hubieran servido para fortalecer el servicio sanitario público y así garantizar que cualquier familia reciba atención de calidad y medicamentos en los puestos de salud.
Pese que ha sido cuestionado desde su implementación y que “carece de elementos de transparencia en su ejecución”, como dice el entrevistado, este Gobierno le ha inyectado una importante cantidad de recursos.
“Es un negocio redondo. Se llama, pero el diagnostico se hace basado solo en la lista de enfermedades que cubre el seguro, no necesariamente sobre el problema real por el cual se consulta. Se envía la receta y se indica a qué farmacia ir. Hay un tope de medicina a comprar. Para ellos es mejor si uno no llama porque de todos modos cobran”, dice una madre de familia de Rabinal, en Baja Verapaz, sobre el programa.
En el presupuesto del Mineduc, el seguro médico escolar comenzó con una asignación de Q94.8 millones y en 2022 el monto había ascendido a Q266.5 millones.
La suma sigue en ascenso, pues para este año son Q343 millones, y la cobertura se amplía a los niveles de básicos, diversificado y educación inicial, según el Sistema de Contabilidad Integrada (Sicoin).
“Es de los programas más importantes de la cartera (Mineduc), cuando su objetivo debe ser otro”, agrega Chávez, como mejorar la calidad en la Educación, tecnificar las aulas y ampliar la cobertura, pues cerca de 2 millones de niños y adolescentes en edad escolar están fuera del sistema educativo, de acuerdo con el reporte de Unicef Guatemala.
Lesli Ramírez, asesora del Centro de Estudios para la Equidad y Gobernanza en los Sistemas de Salud de Guatemala (Cegss), señala que el uso del seguro escolar por los niños de las áreas rurales es mínimo, y que el servicio se concentra en las zonas urbanas, “en las comunidades es totalmente inaccesible”. Al igual que Chávez indica que los recursos que se asignan al programa debieron usarse para fortalecer los servicios de salud.
“Los seguros privados escolares llegan a las áreas urbanas a una cobertura no mayor del 30% de uso, este seguro no creo que llegue ni a eso”, agrega.
Atención por teléfono
Durante los tres años de su implementación, nueve de cada 10 de los niños que buscaron atención médica fueron asistidos a través de una llamada telefónica, siguiendo el concepto de telemedicina, según información proporcionada por el Ministerio de Educación (Mineduc) y el Crédito Hipotecario Nacional (CHN), proveedor del servicio.
Este es otro punto cuestionado, pues para evaluar a un paciente el examen físico es “insustituible” para realizar un diagnóstico, además que los alcances de la atención telefónica son limitados. No todas las familias tienen acceso a un teléfono, ni los recursos para pagar una llamada.
Aparte, se pierde la oportunidad de que los estudiantes reciban un servicio integral, pues si se fortalecieran los servicios de salud en lugar de optar por un seguro médico, Chavéz indica que al acercarse los niños a los puestos serían captados por el sistema y ese contacto aprovecharlo para desparasitarlos e inmunizarlos.
Icú menciona que la telemedicina es novedosa para el país, rentable desde el punto de vista empresarial, pero deshumaniza la relación médico paciente. Además, que en las comunidades rurales no siempre se garantiza la señal telefónica. “El acceso a servicios de salud también implica acceso cultural —idioma, prácticas culturales—, geográfico —cerca de la población— y sobre todo ‘humano’, con calidad y calidez que lo contradice una pantalla o un aparato telefónico”, dice.
Es más, considera que el rector en este tema es el Ministerio de Salud, y el que debería de normar la atención. “Esto conlleva a una duplicación de gastos y a un despilfarro de los escasos recursos orientados en salud” y que el Mineduc asume, indica el exfuncionario. Un rol que no le corresponde, similar a lo que ocurre con el programa de la alimentación escolar, que debería ser coordinador por el Ministerio de Desarrollo Social.
No se tiene certeza si las estadísticas generadas por el seguro médico escolar con relación a las enfermedades que manifiestan los escolares figuran dentro de los reportes del Ministerio de Salud en cuanto a las morbilidades infantiles, lo que hace difícil medir el impacto y cobertura.
A criterio de Mario Rodríguez, analista independiente en temas de Educación, es inaceptable que los recursos públicos se estén invirtiendo en entes privados, que no crean infraestructura para mejorar los servicios a la población. El dinero que se paga por el seguro, el Mineduc debió usarlo para mejorar la infraestructura, el mobiliario y otras áreas que están deficientes dentro de las escuelas.
Parte de los beneficios del seguro médico escolar es el despacho de medicamentos que receta el médico. La cobertura es de hasta Q300 mensuales. Según la información oficial, en los tres años se entregó Q189.5 millones en medicinas, y se cubrió el 89 por ciento de las morbilidades atendidas. También se dieron 498 servicios funerarios.
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Sin acceso
El 94 por ciento de las consultas atendidas por el seguro médico escolar en los últimos tres años fueron por vía telefónica. El concepto de telemedicina deja fuera a gran número de estudiantes que requieren el servicio, como lo evidencia el Censo de Población y Vivienda 2018.
Los datos indican que buena parte de la población no tienen acceso a un celular, esto limita recibir la atención médica. El 61.8 por ciento del total de los guatemaltecos usa el teléfono, pero en el área rural solo el 22.9 por ciento.
En Quiché, uno de los departamentos con menos niños atendidos por el seguro, solo el 53.5 por ciento de las personas usa celular, hacer una llamada para una consulta médica no es posible para todas las familias.