Al referirse a la incidencia por sexo y dominio o área de estudio, el informe indica que en el área urbana metropolitana el 8.2% son mujeres y 11.1% son hombres; en el resto urbano, 10.7% es mujer y 15.7% es hombre; en tanto que en el área rural, el 18.3% es mujer y el 36.1%, hombres. Además, el 35.3% de las mujeres desempeñaba un cargo directivo en 2022.
Raquel Zelaya, presidenta de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes) indicó que cada vez se evidencia más la participación activa del género femenino en la economía, pero persisten varios desafíos, como el hecho de que la mayoría desarrolla su trabajo en la informalidad, además de que ganan menos que sus pares masculinos.
Agrega que en el país hay una tendencia inversa al resto de la región, ya que las mujeres de 15 años en adelante tienen una participación de alrededor del 37% en actividades laborales, pero más de dos tercios de ellas no reciben ingresos propios, según el estudio “El progreso de las mujeres en Guatemala: transformar la economía para realizar los derechos”, efectuado por Asíes y la oficina ONU Mujeres.
Por ello se debe trabajar en aspectos como el ingreso remunerado y acciones que den oportunidad de estudio y capacitación, agregó.
Brecha salarial
Por otro lado, persiste la llamada brecha salarial entre los géneros, ya que según la ENEI-2022, el promedio de ingreso laboral nacional es de Q2 mil 849 mensual; pero al observar datos por sexo, el promedio de los hombres es de Q3 mil 142.7o y el de las mujeres, Q2 mil 335.20, cifra que representa Q807.5 menos (un 25.7%).
En el 2021, el ingreso promedio nacional de los hombres fue de Q2 mil 434, y el de las mujeres, Q1 mil 788, la diferencia en este caso fue de Q646, pero representó 26.5%. En el 2019, las mujeres ganaban Q2 mil 252, o el 10.6% menos. Otra preocupación es que la mayoría de las mujeres no cuenta con ingresos propios.
En general la mujer todavía tiene muchos desafíos para lograr estabilidad y empoderamiento económico, menciona Zelaya, indicando que uno de los grandes retos es que alrededor del 71% de las mujeres que trabajan lo hacen en el sector informal y por lo tanto, no tienen cobertura de seguridad social, mientras que otro porcentaje sigue en el subempleo.
Se requiere mayor inclusión
Además, muchas mujeres se siguen dedicando a los cuidados del hogar, de ancianos y de niños, pero hace falta darle valor a esa contribución. “Está probado que, a mayor educación, más acceso hay al empleo, por lo que no se trata solo de aumentar la participación de la mujer en el mercado laboral y la economía, sino que haya una mejora en sus condiciones laborales como el ingreso y el acceso a cargos directivos y de decisión”, añadió Zelaya.
No obstante, mencionó que en educación están creciendo los índices de la participación de la mujer a nivel universitario, según los reportes de matriculación. Y en formas asociativas ha demostrado participación, compromiso y liderazgo en proyectos para contribuir a su comunidad y demuestran alta posibilidad de organizarse y compromiso para el pago de deudas.
Por aparte, Fredy Gómez, analista de la firma de consultoría Cardinal, expuso que el fenómeno del mercado laboral en mujeres en Guatemala evidencia los desafíos en el área rural con más fuerza.
Esto, porque en el interior del país el desempleo es más alto, lo que deriva también de una cuestión estructural porque enfrentan desafíos más grandes que los hombres, tasas más altas de desempleo y menor ingreso promedio.
- En otros indicadores de género, la ENEI 2022 recoge datos que refieren que el tiempo que le dedican las mujeres a los quehaceres el hogar es de 21%, y los hombres, solo el 3.9%.
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