Está muy claro que en español —no así en inglés, idioma en que designa a los neoliberales— la palabra se refiere al grupo de ácratas que propugnaba el comunismo libertario, el principal de ellos el noble ruso anarquista Mihail Alekxandrovic Bakunin (1814-1876) que peleado con Marx lo acusó de “comunista y centralista” y proponía comenzar por la destrucción total del Estado y de toda ley. El “neoliberalismo”, término empleado en el DRAE para designar la “teoría política que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado” en pro del libre mercado y la privatización, no pretende suprimir el Estado, que comprende territorio, población y gobierno, sino reducir este último. Siempre se necesitará del Organismo Judicial para impartir justicia, siempre tendrán que existir autoridades que velen por la seguridad de la población y mientras haya en el mundo distintas naciones el ejército será indispensable para defender las fronteras. No son, pues, “libertarios” quienes abogan por el libre mercado y no están de acuerdo con un gobierno benefactor (Welfare State). Se trata de una traducción literal y equivocada del inglés al español.
Y ahora confieso: En mi columna pasada, “Mordidas”, se me escapó sin saber que se trataba de un localismo, la palabra “remisión” referida al papelito que le extiende un agente de policía, con la multa correspondiente, a una persona que ha infringido alguna ley de tránsito. Un buen amigo me hizo ver que la tal “remisión” solo existe en Guatemala, pues “remisión” es la acción y efecto de “remitir”: “Enviar algo a determinada persona…|| 2. Perdonar o alzar la pena…” y otras acepciones que no vienen al caso. (Tampoco es talón). Después haber usado mal la palabra me estoy escondiendo de Titivillus, el diablillo medieval que carga con quienes escriben o hablan mal al infierno, pues aunque es mi colaborador en eso de pescar gazapos, puede querer acarrearme a ese antro.
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