Ahora que cuentan en sus manos con una mayor cantidad de dinero proveniente de su salario, hacen lo que antes no podían hacer, y se dedican a satisfacer cuanto gusto o antojo han tenido guardado. Se embarcan en una insensata carrera de competencia, para no quedarse atrás respecto de sus amigos, y se compran el último gadget tecnológico, visitan los lugares caros de comida, se compran un vehículo porque otros tienen uno, visten ropa de marca y no pueden negarse nada que les aconseje la publicidad.
Si no les alcanza lo que devengan, entonces recurren a las tarjetas de crédito y se dedican a cubrir solo los pagos mínimos requeridos por estas y siempre mantienen un saldo por pagar que les genera 5% de interés mensual. Los dos salarios extras que reciben por ley cada año, como son su bono 14 y su aguinaldo, los destinan a irse a lugares de recreo fuera de sus posibilidades, y si no les alcanza, echan mano de sus tarjetas de crédito, aumentando así su deuda e interés por pagar.
No tienen un presupuesto, ni llevan control de sus gastos, y no cuentan con ahorro con propósito de inversión pues no visualizan su futuro, solo viven su presente. Ahora que disponen de mayores recursos, su situación es peor que cuando no trabajaban, hasta que despiertan, a veces ya tarde, a una cruda realidad.
En estos jóvenes, aprender a saber administrarse a sí mismos y a su dinero es vital para vivir bien y en paz. De ahí que, felicitamos a las empresas, universidades y colegios que ya usan nuestro método y materiales de Administración de la Economía Personal para capacitar a su gente y así no tengan que pasar lo que otros están pasando por desconocimiento.
Seminario de Economía Personal, el 7 de Junio.