Nadie puede dudar del escándalo en Estados Unidos y en general en todo el mundo a causa de la decisión de un juez de Manhattan contra el expresidente Donald Trump, acusado de haber pagado poco antes de las elecciones anteriores por el silencio de la actriz pornográfica Stormy Daniels. Por primera vez ocurre esto, aunque en otras ocasiones mandatarios estadounidenses se han visto envueltos en situaciones muy embarazosas relacionadas con amistades o, en este caso, profesionales de acciones sin ápice de moralidad y sobre todo inconvenientes para alguien cuyo puesto de trabajo se encuentra en la elegante Sala Oval de la Casa Blanca. La opinión pública se dividirá en dos, y tendrá relación con quienes se declaran republicanos o demócratas.

El asunto, como todos los relacionados con la política, puede tener inesperados resultados y consecuencias. No le evita participar como candidato en las elecciones de noviembre del año entrante, por lo cual en realidad solo tendría efectos en la imagen del presidente señalado de tener participación en el intento de golpe de Estado y la invasión de fanáticos el 6 de enero de 2020, cuando se negó a aceptar los resultados de las elecciones. Sin duda es un hombre llamado a romper tradiciones, y su actitud de esa fecha, cuando murieron varios policías a cargo de la vigilancia del Senado, puso en serio daño la democracia estadounidense, la más antigua del mundo.

Trump debe rendirse voluntariamente y sus abogados trabajan para lograr un tipo de acuerdo legal, mientras los senadores y congresistas republicanos afines preparan venganzas, según se informó pocas horas después de la decisión, sorprendente pero no inesperada, mientras los demócratas expresaban satisfacción. Esto es muestra de la gravedad de las reacciones partidistas y de quienes en ambos partidos tratarán de señalar a la decisión como algo motivado por el partidismo, En Estados Unidos, los jueces no se fijan en ese detalle, pero irónicamente eso lo hacen los miembros de la Suprema Corte, escogidos por esas razones, por lo cual hay cortes liberales y otras conservadoras. Por aparte, este hecho será considerado como un retroceso o como un avance.

A mi juicio es esto último porque permite a los ciudadanos y al resto del mundo ver un hecho: los cargos, no solo en ejercicio, impiden a quien rompe algún tipo de ley salirse con la suya. Un problema para Trump es su autocalificación de una persona conservadora —por ejemplo en no aceptar el “derecho” al aborto, y otros. Aunque cada vez menos, Estados Unidos es un país tradicional, conservador, sobre todo entre las personas de 50 años o más. Y, por otro lado, si confirma su promesa de participar en la lucha electoral, este tema abre amplias críticas de sus adversarios políticos y el propio partido republicano comparte en algo el esperado escándalo. Es una crisis política, sin duda, independientemente del resultado, primero con las elecciones primarias.

La lucha interrepublicana enfrentará a enemigos, no a adversarios, en una “guerra civil”. Quienes lo apoyan pueden cambiar de modo de pensar. Desde la perspectiva extranjera, la única forma de reducir el daño será entregarse y cumplir con la ley. Y finalmente, los ataques a la prensa independiente de los republicanos y del mismo Trump puede tener efectos contraproducentes, como le ocurrirá a los medios informativos trumpistas. Estados Unidos tiene en estos momentos varias crisis necesitadas de arreglo inmediato, para lo cual son necesarias decisiones bipartidistas. Como dice el viejo dicho, la liebre causó sorpresas porque saltó por donde menos se esperaba.