META HUMANOS
Para mentes asombrosamente diferentes
Jamás me han gustado las etiquetas. Así que cuando la neuropsicóloga me dijo que en mi hogar, y por partida triple, teníamos lo que se denomina trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) me sumergí por completo en un viaje para intentar entender y aprender sobre el tema, ya no como profesional, sino como mujer y madre.
En mi corazón sabía que tanto mis niños como yo éramos “diferentes”. Sin ánimo de comparar, notaba que la sensibilidad, el nivel de enfoque, la energía, la afectividad y el ritmo en el día a día eran únicos. Sin embargo, la idea de etiquetarnos como un trastorno me causaba dolor y ruido.
Así que, después de devorarme cuanto libro pude y de iniciar un proceso de acompañamiento profesional, empecé a liberarme de la desinformación y los prejuicios. Muy pronto confirmé que, lejos de un trastorno, se trataba de una manera distinta de percibir e interactuar con el mundo. Comprendí que éramos una familia neurodiversa, con tres mentes AD: asombrosamente diferentes.
El término neurodiversidad —como lo explica la Dra. Adriana di Martino, del Child Mind Institute de Nueva York— refleja las muchas y variadas diferencias en el funcionamiento del cerebro de las personas. Nos permite comprender que no hay una forma “correcta” o “incorrecta”, sino más bien una gran variedad de formas en que las personas perciben y responden al mundo, y que estas diferencias deben ser aceptadas y puestas en valor.
Si bien el movimiento de la neurodiversidad se originó en los años 90 para luchar contra el estigma y promover la aceptación de las personas con autismo, también incluye otras condiciones que involucran diferencias neurológicas como el TDAH, la dislexia y la discalculia —entre otras—.
' El término neurodiversidad refleja las muchas y variadas diferencias en el funcionamiento del cerebro.
Claudia Hernández
En mi viaje personal en una familia neurodiversa he aprendido que, tal y como decía mi abuelita, “cada cabeza es un mundo”, y la neurodiversidad nos ofrece uno lleno de posibilidades, con enormes superpoderes y fortalezas para triunfar en la vida, para aportar al mundo la innovación que tanto necesita y, sobre todo, para cocrear sociedades más inclusivas y fraternas.
Muestra de ello son grandes personalidades del arte, el deporte y la ciencia como, por ejemplo, Albert Einstein, Vincent van Gogh, Steve Jobs, John Lennon, Michael Jordan, Anthony Hopkings, John F. Kennedy, Adam Levine, Salma Hayek, Jenhifer Anniston, Steven Spielberg o Gretha Tumberg.
En Guatemala, transitar la vida desde una mente neurodiversa es, a momentos, muy, pero muy difícil, tanto para ellos como para quienes les acompañan. Lo que lo hace cuesta arriba no es lo diverso de la mente, sino más bien lo cuadrado del entorno. En miles de familias, centros educativos, espacios laborales y sociales, sigue imperando la ignorancia, el prejuicio y el temor a incluir aquello que se percibe distinto a la “normalidad”.
Similar a lo que ocurre con la semilla de una flor exótica, la clave para que las personas neurodiversas florezcan a plenitud no está en la semilla, pues ella ya cuenta con todo lo que necesita para sorprender al mundo con su singular belleza. Está más bien en que puedan contar con la tierra, el agua y el entorno propicio para desarrollar su máximo potencial.
Si tú, como yo, eres o conoces a alguien con una mente neurodiversa, te invito a abrazar las diferencias, a detenerte para descubrir esos superpoderes únicos y a jamás permitir que una etiqueta defina tu ser y tu futuro. Recuerda que, a fuerza de fe y perseverancia, la historia del mundo ha cambiado gracias a los hombres y mujeres que se atrevieron a funcionar de manera asombrosamente diferente.